Por Lorena
Bellesi / bellesi_lorena@hotmail.com
SER TEXANO
“SIN
NADA QUE PERDER”
El
primer mensaje verbal en la película “Sin
nada que perder” (Hell or High Water)
del estadounidense David Mackenzie, se
lee en la pared; en un desolado pueblo del sur norteamericano, ilícitas letras negras,
furiosas resaltan en uno de los laterales blancos del banco local a tempranas
horas de una soleada mañana. “Tres veces
en Irak pero no hay dinero para nosotros”. El grafiti constata lo que la
cámara muestra, un lugar olvidado, desencantado, con carteles de venta, remate
frente a diferentes viviendas o fábricas paralizadas. El orden adormecido se
altera, repentinamente, ante el brusco atraco perpetrado en la pequeña
institución bancaria de la localidad. Dos encapuchados huyen a toda velocidad
por las calles desiertas, sin que nadie se percate de su presencia. Así son las
cosas.
El
film narra una persecución polarizada en dos bandos bien reconocibles, conformado
cada uno de ellos por una pareja de opuestos. Los que están fuera de la ley son
dos hermanos, Toby (Chris Pine) y Tanner (Ben Foster), ambos comparten un
pasado violento, doloroso y miserable, tienen por delante un presente de
desesperanza y abatimiento. El menor, Toby,
es reservado, conciliador, padre divorciado; el mayor, por su parte, es
impulsivo, un ex convicto sin nada que perder. Su emprendimiento delictivo
oculta un propósito, si se quiere, noble; una suerte de revancha contra la
mezquindad de instituciones usureras que actúan como inclementes aves de
rapiña. Tras ellos van dos Rangers de Texas, el experimentado Marcus Hamilton (Jeff Bridges) y su
paciente compañero Alberto Parker
(Gil Birmingham), quien con respeto y cariño soporta el humor racista, ocurrente,
ácido de su superior.
“Sin nada que perder” es un western moderno
y como tal pondera un sitio emblemático de este género cinematográfico: el
porche, lugar de despedidas y de encuentros significativos. Allí se sientan los
protagonistas a observar el horizonte taciturno, tomar cerveza y, especialmente,
reflexionar. Las bombas a varilla extraen el petróleo en soledad por las rutas
del sur, son el único movimiento productivo de un paisaje totalmente
desahuciado. La banda sonora y la fotografía reflejan ese sentir. Nominada en
la categoría Mejor Película para los premios Oscar, su historia cautiva a espectadores
y críticos por igual.
ESTRENOS DE ENERO
Una
vez más, los estrenos de enero tienen mucho gusto a nominaciones –Oscar, Goya, Bafta, entre otros-.
Títulos taquilleros o adorados por la crítica copan la cartelera actual:
1.
“La La Land”
de Damien Chazelle; Estados Unidos; musical.
2.
“Aquarius”
de Kleber Mendonça Filho; Brasil y Portugal; drama.
3.
“Invasión zombie” (Busanhaeng)
de Sang-ho Yeon; Corea del Sur; fantástica.
4.
“Moana: Un mar de aventuras” (Moana)
de Ron Clements y John Musker; Estados Unidos; animación.
5.
“Un monstruo viene a verme” (A
Monster Calls) de J. A. Bayona; Estados Unidos y España; fantástica.
6.
“Hasta el último hombre” (Hacksaw
Ridge) de Mel Gibson; Estados Unidos y Australia; bélica.
7.
“Sing ¡Ven y canta!” (Sing) de Garth
Jennings; Estados Unidos; animación.
8.
“Nieve negra”
de Martin Hodara; Argentina; thriller.
9.
“Las mil y una noches” (As mil e uma
noites) de Miguel Gomes; Francia, Alemania, Portugal y Suiza; drama.
10. “La
valija de Benavidez”
de Laura Casabé; Argentina y México; thriller psicológico.
THE CROWN
SERIE – NETFLIX
“The
Crown” es una serie biográfica que cuenta los primeros años del reinado de Isabel II, actual monarca del Reino
Unido, desde su resistido casamiento con Felipe
de Edimburgo (otrora, Felipe
Mountbatten). Resulta sorprenderte, quizás, darse cuenta que los inicios de
la soberana vigente coincidieron con el final de la Segunda Guerra Mundial
cuando parte de Europa tambaleaba devastada. La recreación de época es
impecable, detalladamente fidedigna; escenarios majestuosos, un vestuario
fastuoso son posibles gracias a un presupuesto millonario, desorbitante para un
programa de televisión. En esta primera temporada (10 capítulos), Isabel II debe aprender a soportar el
peso de la corona, a resignar su personalidad en pos de su nuevo rol, a posicionarse
en un lugar distinto al de los otros mortales como ser su esposo o su hermana Margarita. Conflicto en puerta. Además, otro
punto crucial es su relación con el Estado, con el Primer Ministro, nada menos
que un achacado, aunque vehemente, Winston
Churchill. Las performances son notables: Claire Foy, Matt Smith o John
Lithgow sobresalen. Cada episodio desarrolla una circunstancia particular y la
cámara se empeña cuidadosamente en formar parte de un lúcido guión. Esto recién
comienza.
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