Por Julieta
Nardone / julietanardone@gmal.com
EL MANANTIAL DE UNA TONADA
En
el San Juan amurallado por montañas, hubo un hombre en su más plena juventud
que, junto a un amigo, alquilaron (repito: al-qui-la-ron) dos burros para
aventurarse a la búsqueda de metales preciosos. Anduvieron largo tiempo detrás
del batacazo que jamás fue: “Emprendo el
regreso, pronto en casa / mi mujer grita: -¿Y? ¿Estamos como siempre? / -Silencio
-le contesto-, / hemos tenido años de esperanza”.
Allí
oro no había, y en cambio, vendría un empleo de oficina y la inclinación al
juego como acto adivinatorio, junto al hábito de interrogar a la naturaleza. Su
amor por las piedras parece un romance imposible hacia el silencio total.
Interpelar a las sombras, rozar lo inefable, hallar la palabra única. Escudero
decía, haciendo referencia a esta necesidad de dar con la palabra absoluta, que
era como esa “rara ave” que se sale a cazar en plena noche y con lluvia. Una exploración
en busca del vocablo rotundo que atrape lo que se siente, se piensa, en lo más
recóndito del ser; a pesar de entender que esa meta es imposible “porque todo es garabatear / mientras se
espera / que desde lejos, de alivio, / se te asiente un pájaro hermoso / o el
sapo intuitivo te entregue una mariposa”.
Abajo de la piedra, la palabra; de frente al azar del
juego, el orden de la naturaleza. Fue cosa de frotar estos elementos para que
apareciera, de la forma más espontánea, la llama de su poesía. Una escritura
que acaricia los oídos. Golpecitos en la cara de aire fresco. Tampoco faltan las paradojas y los fantasmas, pues,
son poemas que “escarban”, como decía el sanjuanino: “Con el mazo de fotografías / que guardo amorosamente / voy a jugar un
solitario. / Empiezo, / pongo sobre la mesa a mi hermana Margarita / y al lado
a dos amigos muertos (…) / y enseguida yo, montado en un burro, / cuando de
niño salí a conquistar el mundo. (…) Barajo nuevamente y corto, / destapo la
foto de mi madre / y entonces ella dice hijo mío / recuerdo las primaveras,
dame un beso. Se lo doy / y ahí se me nublan los ojos y abandono el juego”.
El
estilo con que cincela los grandes temas, sus inquietudes filosóficas, alborota
nuestras cabezas a través de la melodía de una tonada. Es el castellano viviente
en transmutación, alquimia creativa de los colores del habla regional. Versos
coloquiales que expresan una región, sí, pero sobre todo, un paradigma y el
lazo del hombre con su paisaje: “Allá en
los lejos campos de mi querer / la soledad no andaba adentro de uno, sino
afuera y sin hacer ruido”.
En este mes, febrero, se cumple un año de la muerte del
casi desconocido Jorge Leónidas Escudero
(1920-2016), quien demostró con su obra que el reconocimiento y la fama no son
indispensables para permanecer en los proyectos con paciencia, amor y tozudez. Un
dato alentador (para quienes nos gustaría acampar en el arte siempre que fuera
posible): publica por primera vez a los 50 años, y llegó a vivir más de 90 sin
dejar sus versos hasta el último día: “Me pasa como allá en la montaña /
cuando dormía a cielo abierto / y las estrellas cuchicheaban entre ellas: Pobrecito,
/ dejará de buscar cuando se muera”.
Poesía
Completa
reúne todas estas insistencias (20 libros) que van tras la huella de lo
indescifrable…
LITERATURA PARA NIÑOS
TRES POR UNO
LAS AVENTURAS DEL CAPITÁN
CALZONCILLOS:
es un ejemplar de la colección del escritor Dav Pilkey. Jorge, Berto son los protagonistas; compañeros de
escuela y amigos que crean historietas y dan vida al susodicho capitán. El
peculiar superhéroe tiene un recurso invulnerable: calzones con “poderes
superelásticos” para enfrentar a los villanos. Eso no es todo, la ficción puede
hacerse realidad y podremos tener el gusto de ver al Capitán saltando al otro
lado de la historia…
POESÍA Y CUENTOS PARA
CHICOS:
Obras completas (Tomo II), del titiritero, poeta y narrador Javier Villafañe. Un riquísimo
repertorio de cuentos, versos y leyendas, un material original y de acento
humorístico que articula perfectamente lo tradicional y el estilo propio del
autor. Además, integran el volumen narraciones basadas en sus experiencias de
titiritero andante. Muy recordado por su célebre personaje Maese Trotamundos y
la carreta La Andariega, con la que recorrió numerosos lugares para llevar al
público sus representaciones.
Y
por último, un clásico: CHARLIE Y LA
FÁBRICA DE CHOCOLATE, escrito en 1964 por el británico Roald Dahl; muchos lo conocerán por su adaptación cinematográfica.
La más reciente fue la película del gran Tim Burton (2005). El protagonista,
Charlie, es un niño pobre que vive con su familia en los márgenes de la ciudad.
Él y su abuelo tienen un sueño: visitar la misteriosa fábrica de Willy Wonka
que lleva años cerrada al público. Este excéntrico industrial de la golosina
pone en circulación sólo cinco billetes dorados que pueden estar en cualquier
chocolate de su marca, distribuidos en el país. Sólo esos afortunados podrán
visitar la fábrica y ser ganadores de un gran lote de golosinas. Sin embargo,
de este minúsculo grupo (entre los que Charlie está), sólo uno podrá
convertirse en merecedor de un premio muy especial...
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