Entrevista

Conflicto docente: ¿siempre fue igual?

Ana María Zampa


En marzo de cada nuevo año el conflicto entre docentes y gobierno se renueva, en torno al aumento salarial. El acuerdo siempre llega, pero la reincidencia de esta cuestión deja al descubierto la existencia de problemas de fondo que son simplemente emparchados para lograr el comienzo de clases.
Ana María Zampa dedicó 34 años a la docencia, muchos de esos años se desempeñó como Directora de escuelas medias. Hoy, jubilada y con 67 años, habla sobre esta profesión que genera, en el seno de la sociedad, opiniones encontradas.


¿Dónde se formó y dónde ejerció su profesión?
A los dieciocho años comencé a trabajar como docente en escuelas primarias y al poco tiempo, mientras cursaba el profesorado, pasé al nivel medio.
Estudié en Casilda, donde cursé el secundario y el profesorado, hay que tener en cuenta que por entonces en Chabás no existían escuelas de nivel medio.
Trabajé en la docencia durante 34 años, primero como profesora en la actual Escuela de Enseñanza Media N° 222, luego durante trece años como Directora y docente de la Escuela de Enseñanza Media N° 269 de Villa Mugueta y finalmente, como Directora y docente de la Escuela N° 222 de la que me retiré para jubilarme.
¿Cuáles eran por entonces las mayores preocupaciones que tenía un docente?
Los salarios docentes han sido preocupación en todas las épocas.
También tuvimos momentos muy duros en épocas de gobiernos de facto, especialmente a partir de 1974. A los docentes se los vigilaba, perseguía, cesanteaba y existían listas de personas a las que se les prohibía el desempeño en el ámbito educativo. La bibliografía era estrictamente digitada. Casi todos tuvimos un compañero que fue encarcelado o que se tuvo que ir del país. Esto, tal vez fue lo más duro.
¿En qué se centraban los conflictos con el gobierno si es que existían?
Existían los conflictos, pero en épocas de dictadura las huelgas no se permitían… se reprimían duramente. Este era un derecho totalmente borrado.
Fuera de esos períodos hubo conflictos traducidos en paros que se extendieron por largo tiempo. Es decir, los magros sueldos docentes han sido y son motivo de conflicto.
A su parecer, ¿qué lugar ocupaba por aquellos años la educación, en la agenda de los altos funcionarios? ¿Qué lugar ocupa hoy?
Hubo gobiernos que pusieron el énfasis en la educación, demostrándolo con hechos concretos (destinando efectivamente un elevado porcentaje del presupuesto a la misma). Creo que hace tiempo esto lo declaman todos los gobiernos y sus funcionarios y sólo queda en eso. Se “habla mucho” y se “hace poco y mal” en educación. Cada vez que se quiso cambiar algo, el cambio fue negativo y el costo (y acá no hablo de dinero) siempre debieron enfrentarlo los docentes, a quienes se les impusieron planes de estudios no adecuados y, en algunos casos, vacíos de contenido. Esto produjo una gran masa de jóvenes que carecen de información elemental, ellos mismos lo reconocen con preocupación.
Creo que si la educación no es el centro de la agenda de los funcionarios es necesario que pase a serlo de manera urgente.
Considero que hay dos problemas centrales que deben resolverse, el hambre y la educación, en ese orden. A mí me parece que la Fundación CONIN (Cooperadora para la Nutrición Infantil, creada por el Dr. Abel Albino) es un ejemplo de lo que debe hacerse. Un chico que no es alimentado correctamente en su primer año de vida, es inútil que después se le imponga una educación obligatoria.
¿Por qué cree que en los últimos tiempos, año tras año se duda acerca del comienzo de clases?
Todos los años se duda acerca del comienzo de las clases porque no existen políticas educativas a largo plazo.
Si la educación es importante, no se puede ver cómo se resuelve su funcionamiento la última semana del mes de febrero. Este es un tema que se debe tratar todos los días y año a año para mejorar infraestructura, planes de estudios, salarios docentes, etc.
¿Es el paro la mejor forma de reclamar?
Cuando me hacen esta pregunta siempre tengo sentimientos encontrados y yo sé que muchos piensan así: hubiera deseado que los docentes no hubieran tenido que hacer ni un solo día de paro. Creo que aquellos docentes que lo son por una auténtica vocación y que quieren lo que hacen, deben sentir una gran tristeza cuando ven las aulas cerradas y a sus alumnos deambulando. Creo, además, que en cierta forma, esto ha permitido que se vapuleara, injustamente, su imagen. Pero, para los que hemos participado de esta situación, sabemos que nada se logró sin un paro… ¿Las autoridades no son responsables por no buscar los caminos de la solución en tiempo y forma?
¿Existen otros métodos menos dañinos para el estudiantado?
¿Alguien se juega para que sea de otra manera? Tal vez sea pretender demasiado pero… mucha gente tomó ollas y cacerolas cuando se les quedaron con sus ahorros, ¿por qué, en lugar de enfrentar a los docentes no salen “junto” a ellos para exigir a los distintos gobiernos que les aseguren la educación de sus hijos? ¿Por qué se permite que les roben el futuro a tantos chicos? Acá la familia puede hacer algo, y tal vez, mientras las aulas estén abiertas, los padres podrían luchar al menos una hora a la semana para ayudar a resolver este problema.
¿Qué cambios nota en la relación alumno – docente? ¿Y en la relación docente – padres?
En cuanto a la relación alumno – docente no se puede generalizar. Hay más problemas, los chicos han cambiado sus códigos, algunos llegan a la escuela acarreando serios conflictos y el docente no puede modificar esa realidad. Es decir, hoy existe una relación alumno – docente muy conflictiva, no obstante sé que existen docentes que han logrado acercamientos muy valorables con sus alumnos. Esto exige una gran honestidad profesional y una gran dedicación. Cuando hablo de “honestidad profesional” refiero, entre otras cosas, a la formación docente. El ejercicio de la docencia no puede ser la última salida para nadie. Es imprescindible que se llegue a esta actividad después de haber recibido la mejor y más exigente formación y que las instituciones educativas que deben hacerlo sean serias, responsables, de gran nivel y que se verifique desde el Ministerio de Educación que se cumplan estos requisitos.
La relación docente – padres es de suma importancia. Pero… hoy es más una actitud de enfrentamiento que de colaboración y eso no ocurre sólo en nuestro medio. Pude ver notas de países europeos donde muestran problemas semejantes a los que vemos acá.
Sería bueno que los docentes y los padres encuentren objetivos comunes para la formación de los chicos.
¿Cuál es el mayor deber de un docente y cuál su mayor derecho?
El mayor deber de un docente, asumir la responsabilidad que le cabe en la formación de los hombres y mujeres de nuestra sociedad; y por ende, el mayor derecho, ser reconocido por tan importante tarea. Esto incluye, fundamentalmente, poder llevar una vida digna.

Por Alejandra Tenaglia

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