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Un año con mundial

Sí, este año tenemos mundial.
Pocas, haciendo alarde de generosidad, son las expectativas que genera el mundial de Sudáfrica. Casi como las olimpíadas. Podríamos atribuirlo al poco contagio hacia el público, de una Selección que no encontró el rumbo, ni el gol, ni el espíritu. Sumado a las desafortunadas declaraciones de Maradona luego del partido con Uruguay, los detractores del 10 han estado de parabienes con las pobres actuaciones del combinado nacional. Una rotación enorme de jugadores, un esquema de juego poco claro, y tal vez, una excesiva confianza del técnico en la mística de vestuario, son algunas de las explicaciones que se le encontraron a la pobre performance del equipo. Si a eso le agregamos las contundentes derrotas frente a Bolivia (1-6) y frente al combinado Catalán (2-4), y a un Messi que gana todo con el Barça pero no apareció con la albiceleste, está más que justificado el pesimismo y la apatía con respecto a la Selección. ¿Cuántas promociones regalan viajes a Sudáfrica? ¿Cuántas propagandas fervorosas y patrióticas vemos en televisión o escuchamos en radio? ¿Dónde están los hinchas "oficiales"? ¿Quién conoce a la mascota del mundial o al tema musical que lo identifica?
Reconozcámoslo, es difícil ser entrenador de la Selección en un país de 40 millones de técnicos. Como tendría que ser fácil ser técnico con la calidad de los jugadores disponibles.
Para redactar esta nota tendría que ser objetivo. Pero no puedo. Al Diego todavía lo banco, deliberadamente, sin encontrar un justificativo racional para explicarlo. Aunque reconozco que cada día se me hace más difícil.
Un periodista especializado, amenazó: “No vaya a ser cosa que tengamos que pedirle después disculpas a Maradona y que Messi la rompa en Sudáfrica...”
De parte de este maradoniano, ojalá que así sea. Total, nos cuesta poco pasar de la derrota a la euforia, y viceversa.


Por Antonio Cedró

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