Contratapa


LAS DE EMBARRAR*

Por Enrique Medina


Entusiasmado, el escriba vislumbra un acercamiento menos platónico y más tangible con la Aurorita de sus sueños. Ella le ha maileado sugerencias e insinuaciones que él, caballero al fin, no puede dejar escapar. Así que pone todos sus sentidos en las palabras que usará para responder al mail en el que ella acepta una reunión cumbre más allá de las fotitos del Messenger. La-tengo-la-tengo, es el ritmo de su corazón acelerado, y “estimada y amorosa amiga” es la educada proximidad que él concreta en palabras medidas. Y avanza -siempre con tiento- en elogios y posibilidades sobre las virtudes espirituales y principios de vida de la apreciable dama. Entusiasta sí, tarado no, se machaca el escriba habiendo tomado los necesarios recaudos para no caer en alguna trampeti de ésas. Bastantes son las turbias noticias al respecto: que un estafador, que un chantaje, tantas son las malas ondas… Como la de su amigo, que sufrió el desvalijamiento de la casa; o el otro, actor de teleteatros, desprevenido y despistado, que estuvo a punto de casarse con una brasileña… si no fuera que se le ocurrió pedirle la prueba del amor como en sus tiempos de jolgorio abacanado y revisteril… ¡No era brasileña, era una travesti de Avellaneda! Flor de escándalo que se armó, ¡los programas de chimento de la televisión alcanzaron más audiencia que los partidos de fútbol!
Lejos de esos bochornos, el escriba supera el entusiasmo medido y se anima a cosas algo atendibles, como: afinidad de gustos, necesidades de la naturaleza y agradecimientos al Sumo Hacedor le pluguiere por haberla conocido. Y ya. Relee y sospecha que la mata, que ella se muere y lo llama y concretan y chiche-bomba-lo–que-se-logra-no-es-presunto-conjetural. Así de llena su alma, el escriba, contento y con el retumbe repiqueteril imparable en el cuore: “la-tengo-la-tengo”, revolea el índice ganador y cliquea “enviar”. Y en esa milésima de segundo se produce el ipso facto irremediable: el escriba, casi sintiendo el filo del hachazo en su cuello, ve que la pantalla le anuncia que su mail ha sido enviado “exitosamente”, lo que debería dejarlo bailando en una pata, pero no, no sólo no baila en una ni en dos patas sino que maldice ver lo que está viendo en la pantalla de su compu. Y sí, le ha quedado enganchada la lista infinita de amigos y parientes a quienes les “reenvía” acopios de firmas por la paz, por los derechos de tuti-cuanti y demás. Así que, debido a que un mexicano ahorcó a su mujer y él reenvió la protesta, resulta que el asesino se ha vengado haciendo que al esciba le quedaran enganchadas todas las direcciones, y ahora, lo ahorquen al escriba, su mujer, sus ex mujeres, sus amantes, sus ex amantes, sus hijos, sus amigos “serios” de la política, ¡y por sobre todo su abogado al que ha mencionado mal en este mail amoroso! Alguna vez un amigo le confesó que él no caía en estas cagadas por pura mala suerte, sino por boludo al cuadrado. Y sí, el escriba reconoce que muchas veces la mala suerte es a causa de ser precisamente un reverendo boludo. Y como es la hora pico en la que todo el mundo tiene la compu prendida, comienzan a llegarle a latigazos, las consiguientes respuestas: La ex que le dice “amorosamente” (pero con la felicidad plena de haberlo agarrado como tramposo) que ha metido la pata; la amante del blog-mujeres–en-acción se desliga diciéndole que le ha mandado un mail por error que no es para ella; un colega de Montevideo que le pregunta si es una cargada; su hija mayor azorada preguntándole ¡¿qué es esto Pá?!… Y mientras siguen llegando mails con preguntas de todo tipo, la mayoría cargadas y bromas pesadas, el escriba sólo piensa en el momento crucial y cumbre en el que su amantísima mujer, refamosa cirujana en el ambiente médico y destacada ejecutora en operaciones de cánceres abdominales, prenda la compu en el hospital y abra su correo, teniendo aún en la mano el bisturí chorreando sangre…

* Del libro “El Fiera, el pibe y los otros”.

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