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LO MODERNO

Por Marroco

Tarde de siesta otoñal. Miro la entrada al boliche, paredes de ladrillos cocidos, dos ventanas altísimas con gruesos hierros coloniales. Un picaporte flojo por el uso. La puerta semi trabada por la humedad. La poca claridad del día, hace fuerza por traspasar esos vidrios que supieron estar limpios. Mesas de maderas gastadas, y sillas de paja cuyo final será el de inodoro en el excusado maloliente.
Algunos parroquianos toman su vino en el antiguo mostrador, vencido por tantos codos, abrumado por sostener silenciosas penas.
En la mesa del costado, bajo una foto de un equipo de fútbol, con brazos cruzados y pantaloncitos anudados a la cintura se encuentra Margarito, cincuentón, rezago de un circo de carpa agujereada en el cual bailaba con una muñeca de trapo atada a sus alpargatas.
Pidió un té. Le acercaron la humeante taza con algo dentro. Miró a su alrededor y luego llamó al bolichero.
- ¡La pucha!, ya me han hecho una joda… -le dijo mientras sacaba el saquito de té con una cuchara que más sabía de sopa.
- ¡La pucha con lo moderno!


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