Contratapa


ENTRE BORGES  Y RITA HAYWORTH

Por Enrique Medina

                        -¿Así que le gustó esa película?...
            El tono de reproche era duro. Se refería a “La intrusa” que había filmado Christensen y a la que yo le había hecho una crítica favorable. Rápidamente deduje que Pepe Bianco, que por teléfono me había retado por lo mismo, era el nexo indudable. Huí hacia adelante. Sanateé con una elegancia de la que yo mismo me sorprendí. Logré su sonrisa tolerante:
            -Bueno… Lamento…, no quise……
Le comenté que Alberto Girri me había regalado una serie de cintas grabadas por poetas, y que él estaba entre ellos y que yo había detectado cambios y renuncios en la comparación con los poemas publicados. Saqué el papel con los datos anotados y arremetí. Por qué, le pregunté, en EL TANGO, la poda que había cometido era casi imperdonable; y en EVERNESS entendí que hubiera cambiado “disperso” por “diverso” pero quería saber si el cambio de “Dios que labra el metal” por “Dios salva el metal” había sido un descuido del corrector; y por qué si en Spinoza, “no lo turba la gloria” por lo escrito “no lo turba la fama” se debía a una idea de concepto o, y en tal caso, cuál era el color que diferenciaba los sinónimos. Hizo un gesto vertical muy evidente de que no había entendido un pomo. Como yo tampoco entendí lo que quise decirle, seguí adelante como el boxeador que recibe tremendo golpe en la cabeza y le sonríe pavotamente al rival significando que no sintió nada de nada. Y por qué en MILONGA DE DOS HERMANOS, cuando el poeta escribe, desconociendo: “Y le armó no sé qué lazo”, en la grabación recita, sabiendo: “Y le fue tendiendo un lazo”. Le dije todo de corrido, fue una andanada semejante a la del que sabe que perderá por puntos y que debe jugarse el todo por el todo en el último round. Como lo creí sentido y pensé que se caía, me ahorré aclararle que estos dos hermanos del poema eran, precisamente, los mismos de “La intrusa” y que en el poema recitado además se escamotea la parte en que el hermano mayor, luego de matar al menor, lo echa sobre las vías para que “el tren lo deje sin cara”. Y me callé, guardándome la carta decisiva. Borges me repitió que una vez Alfonso Reyes le había dicho que los escritores publicábamos para dejar de corregir…  Y ahí yo saqué mi carta, el golpe triunfal:
            -En “Los Compadritos Muertos”, usted dice “en eternas disputas” habiendo escrito “en eterno altercado”; dice “gemido” por “silbido” y “cuando un tango embravece la guitarra” por “cuando la mano templa la guitarra”.
            Y me callé, esperando que se desplomara en su propio rincón para yo poder disfrutar como Gatica con sus vencidos: Rival a la lona, el Mono no perdona. Él me miró moviendo la cabeza hacia mí, hizo tiempo y sonrió:
            -O me confundo de poema o usted me hace trampa, Medina. ¿Hay algo más allí?...
            -Sí. Escribió “a su puta y su cuchillo”, y leyó “a su naipe y su cuchillo”… Es otra idea, creo, y no un sinónimo.
            -Sí…, es verdad… ¿Lo ve mal?... Creo que el lector es más tolerante, hay una comunicación íntima, privada. El acto de recitar puede ser vanidoso, y agresivo para el que escucha, ¿no?... Pero que le haya gustado esa película, Medina…
            -En realidad no me gustó.
            Puso cara de extrañeza:
            -¿Entonces?...
            -Quise bajarlo del caballo… Usted estaba enamorado de Rita Hayworth… Lo dijo en una entrevista, ¿recuerda?...
            -Sí, lo he dicho… Pero usted hasta pudo tomar un whisky con ella, yo no… Quizás, enamorarnos de la misma mujer, de alguna manera nos hermana ¿no cree?...
            -¿Y nos convierte en los personajes de “La Intrusa”?
            -Medina, me parece que está buscando una revancha fea…Convengamos que la vida nos permitió la felicidad de conocerla y que ese privilegio debe bastarnos…
            -No se distraiga, Borges. Estamos repitiendo el cuento y sabe que usted es el hermano mayor…
            -… ¿Y por eso yo debería matarlo a usted, como en el cuento?...
-También podríamos invertir los papeles. O escribir otro cuento. Soy yo quien debe matarlo, Borges.
-¿Y por qué haría eso?...
-Porque lo amaba a usted. Ella me lo dijo…
            Llegaron algunos amigos, y fuimos saliendo. Con disimulo, verifiqué en mi bolsillo. El puñal aguardaba la orden.

No hay comentarios:

Publicar un comentario