El desafiante deseo de una niña



“LA BICICLETA VERDE”


Por Lorena Bellesi
bellesi_lorena@hotmail.com

Apenas iniciada la película “La bicicleta verde” (“Wadjda”) comienza a comprenderse el rígido entorno de una sociedad fuertemente tironeada por los mandatos religiosos musulmanes, los cuales imponen una ética de conducta feroz e infranqueable. La simbiosis arcaica entre lo político, lo ideológico y el credo constituyen la conformación de una estructura colectiva en donde la mujer es relegada a un plano de sumisión y obediencia, a su vez, justifican la preeminencia de un consolidado machismo, que admite la posibilidad de abandonar esposas enamoradas incapaces de parir niños varones (ser polígamo es viable). Dentro de este impuesto hermetismo, aceptado y practicado, una aguerrida niña desafiará las normas establecidas con un simple deseo: andar en bicicleta. Wadjda (Waad Mohammed), tal es su nombre, es espontánea, alegre, un poco caradura y muy observadora, sus cuestionamientos siguen la lógica del sentido común sin ataduras de ningún tipo. Lo prohibido o lo vedado lo desafía con la naturalidad inocente de sus pocos años, su inconformismo “pendenciero” desequilibra el orden a través del uso de zapatillas deportivas o una cálida amistad con su vecinito, sacrílego acercamiento entre un hombre y una mujer que no son parte de una misma familia. En muchas oportunidades las imágenes metaforizan una implícita crítica con respecto al, en apariencia, concluyente estado de la situación.
El título del film obedece a una entusiasta pretensión de la pequeña, ella únicamente tiene en mente poder comprarse una bicicleta para ganarle una carrera a Abdullah, su incondicional amigo. La escena en que su objeto de deseo se materializa es realmente bella, una bici verde parece flotar por los aires ante los ojos embelesados de la pequeña, quien no duda en salir corriendo a perseguirla. Cuando la encuentra está a la venta en una humilde juguetería, sólo resta, ahora, conseguir el dinero para comprarla. La escuela es el espacio de encuentro de Wadjda con los otros, mejor dicho, con las otras, ninguna presencia masculina puede entrar en contacto con las señoritas. Deambulando por el edificio íntegramente vestidas de negro, las alumnas parecen ser etéreas sombras subyugadas, que aceptan comprar clandestinamente las coloridas pulseritas que Wadjda fabrica con el fin de ahorrar para su ansiado antojo de dos ruedas. Muy a su pesar, en disonancia con su libre andar, hasta participará de un concurso sobre el Corán organizado por el Club religioso de su colegio. El fin justifica los medios, y el premio es una abultada cifra. Ella está sola en esta cruzada, su madre rechaza de pleno que su hija pasee en bicicleta, está en juego el honor de la niña, la posibilidad de perder la virginidad o quedar estéril. Las perspectivas son adversas dentro de una sociedad injusta, intolerante e hipócrita.
La bicicleta verde” es la primera película de Arabia Saudita en ser dirigida por una mujer, Haifaa Al-Mansour, si bien la intención de la realizadora era mostrarle a la gente de su propio país un fresco cotidiano de su nación, estos nunca la vieron en el cine porque allí no existen las salas cinematográficas, hombres y mujeres no pueden coincidir en un mismo espacio público. El tono franco de la cinta asombra, indigna o enternece, por igual. Por esta razón, el sencillo argumento deviene marejada cuando la niña -su propósito- pone en jaque, solapadamente, un mandato anacrónico, casi perverso.




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