Por Dachi
dachi59@hotmail.com
Dios
es aburrido, no juega a los dados… pensé cuando la directora le propuso a este
dibujante, escribir algo sobre los juegos de mesa.
A
renglón seguido me dije: claro, ¿con este calor va a ponerse a jugar a los
dados, el pobre?, con la cantidad de laburo y pedidos de todos los colores e
idiomas que tiene. Más milagros, preguntas existenciales, recepción y repaso de
promesas, retraso en los pagos de las mismas, toquecitos en el hombro a los que
se piensan que “la promesa en realidad no era tan así”; cargar el recuerdo (y
la culpa correspondiente) a los que somos católicos por un ratito… Ufff, flor
de laburo, y descansa un solo día: el domingo. Cuántos pedidos futboleros quedarán
en mesa de entradas, revisándose los lunes cuando el partido ya terminó. La
imagino a la directora viendo que River perdió, sin saber a qué santito echarle
la culpa. Pero el pobre estaba durmiendo o en la pile. Tiene derecho también. Y
en el tren del razonamiento celestial, uno piensa: pero en la B estuvieron un
añito solo. Ahí me respondo… ¡Y claro!, si jugaban los sábados, día laborable
para las categorías sagradas.
Como
verán, los juegos de mesa disparan el raciocinio para cualquier lado. Es ahí
donde quería llegar… Qué buen encuentro es el juego de mesa. Más precisamente, es
el encuentro de dos o más personas (lo dice en el costadito de la caja) que se
ven casi desnuditos ante la impronta propuesta. Lo cual sacará lo mejor y lo
peor de cada uno. Las risas más extensas como los insultos más despiadados. La
bella imagen del buen competidor (que no comparto) o la cruenta faz del que
vino para ganar.
Eso… Si no, no le juego, mire…
Eso… Si no, no le juego, mire…
Hay
tantos y tan variados juegos que harán emerger nuestras mañas, deseos,
ansiedades, obsesiones, enojos, problemas psicológicos no resueltos, artimañas…
Voy a englobarlos por categorías concretas. A saber:
1) Juegos de mesa
Los
más conocidos son Scrabel, Ajedrez, Trivias, TEG, Backgammon, Pictionary,
Decisión (ya desaparecido, pronto a reeditarse y que juego hace años
invariablemente una vez a la semana), Damas y un sinnúmero de novedosas
opciones confeccionadas por argentinos con mucha creatividad, con cómplices
dibujantes (como Liniers y otros) que les hacen los monitos del tablero y las
tarjetas. Podemos nombrar El Erudito, El Melómano, El Memorioso.
2) Juegos de sobremesa
Para
estos hay que estar borrachos, y basta. De allí lo divertido. Generalmente se
acusa a alguno de la mesa de una vieja deuda, lo que puede acarrear una lucha a
mano limpia o bien sillazos, que le dan un toque casi filmográfico y para el
recuerdo. Puede también enrostrarse a algún/a amigo/a el haberse querido quedar
con nuestra novio/a actual, lo que pone a prueba la dignidad (del trío en
cuestión), la sexualidad y sobre todo la memoria, porque pueden aparecer hechos
que “casi” habían quedado en el olvido. Este último juego es apasionante,
porque generalmente se da que el acusado, al día siguiente, se queda realmente
con nuestra novia.
3) Juegos sobre la mesa
Bien
llamados juegos de Mesalina (o promiscuos). En esta categoría no voy a
aconsejar ninguno porque el lector seguramente, alguna vez los jugó y sabe de
qué hablo. Cada uno lo juega a la hora que puede y las reglas se dan entre dos
(o tres, o cuatro en algunos casos límites o profesionales).
En
definitiva, no aconsejo un juego sino jugar. El encuentro que se da alrededor de
un juego de mesa es insuperable.
Y,
hablando en serio, muy en serio, lo importante es competir. Ganar o perder es
una variante, donde el azar tiene una parte importante… Y sirve de excusa,
claro…
PD:
Aclaro que la proporción de partidos ganados-perdidos con la directora es de 10
a 4. A mi favor, claro. De lo contrario nunca lo diría…
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