SATURNO
Por Sergio Galarza
sergiogalarza62@gmail.com
Marzo nos mostró un Marte luminoso,
faldero de la estrella Spica. Abril no quiere quedarse atrás y por ello nos trae
a Cronos, dios griego del tiempo, a quien conocemos con su nombre latino,
Saturno.
En astronomía los nombres muestran el
derrotero que el pensamiento tuvo que seguir para llegar hasta nuestros libros:
Babilonia, Grecia, Roma, Arabia, España, al fin América. Es una historia de
guerras y matanzas que narra la supremacía de una lengua sobre la otra; es la
historia del hombre, si quieres.
Saturno es el más lejano de los planetas
visibles a ojo desnudo; él completa la lista de astros que dieron nombre a los
días de la semana: Sol, domingo (sunday); Luna, lunes; Marte, martes; Mercurio,
miércoles; Júpiter (Jove), jueves; Venus, viernes; Saturno, sábado. Si te
intriga el orden dado, me escribes y te cuento el porqué.
Saturno es el segundo astro gaseoso en
tamaño pero su característica principal son los anillos, visibles con cualquier
óptica. Solemos decir los aficionados que este planeta es el mejor vendedor de telescopios. Cualquiera que
le observe cae seducido al instante; muchas veces me han dicho a modo de broma:
¡Vos tenés una figurita, ahí adentro!
Reproche que ya había sufrido Galileo, en 1609 –solo que al él se lo decían en
serio-.
Cuando los anillos de Saturno lograron
ser vistos por primera vez, fueron descriptos como “orejas”. Hubo que esperar
varios años a que su naturaleza pudiera ser explicada. Ellos están formados por
guijarros, polvos y hielos, y se cree que están allí por desintegración de
antiguos satélites por las fuerzas de marea del planeta. Por dar un ejemplo, la
fuerza gravitatoria de la Luna
causa sobre la Tierra
el movimiento de los mares (mareas). Cuando la relación de fuerzas es tan
grande, y si los satélites se acercan más allá de un cierto límite, esas mareas fortísimas pueden destruirlo, lo
cual generaría el anillo de rocas circundante.
Ya los babilonios habían medido el periodo
de traslación de nuestro personaje -30 años nuestros- el mayor del sistema
conocido (Urano y Neptuno fueron descubiertos mucho después, debido a
telescopios y matemáticas más complejas). Acaso por lo parsimonioso, los
griegos le asociaron con el tiempo. En su mitología, Cronos crea el devenir,
pues separa el cielo -Uranos- de la
Tierra –Gea-, lo cual da lugar a que esta última sea
habitada.
Cuando le observamos con telescopio,
una vez que superamos la sorpresa y la belleza de sus anillos, pronto notamos
dos detalles. El primero, que su disco está achatado. Por ser gaseoso y por girar
tan rápido sobre sí (tiene un día menor a 10 horas), Saturno es mucho más ancho
que alto. El segundo detalle es la presencia de sus lunas, entre las cuales
destaca Titán.
Titán incentiva a todo científico. Ya
una sonda se posó sobre él y nuevas misiones están en desarrollo. Así como el
ozono que cubre la Tierra
es fruto de la vida, sobre Titán hay una atmósfera que susurra sorpresas. En
ese satélite hay mares y hay atmósfera. Claro que esos mares no son de agua ni hay
oxígeno en su “aire”, pero, piensen un poco: ¿había agua sobre la Tierra que dio inicio a la
vida? ¿Había oxígeno en aquella vieja atmósfera, antes de que evolucionaran las
plantas, es decir la clorofila, la máquina que crea oxígeno en base a energía
solar?
Muchos son los mundos candidatos a
albergar formas de vida: Marte, Europa… Titán va a la cabeza.
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