CUERPO Y
SEXUALIDAD
El deseo de adaptar o
sobre adaptar el propio cuerpo a los distintos esquemas que han ido apareciendo
como “ideales” a través del tiempo, es en una importante parte de la población,
una realidad innegable. Lo preocupante es que en esos casos el cuerpo dejar de
ser vehículo de la sexualidad y personalidad para convertirse en una cáscara
vacía, presa de martirios y sentimientos de vergüenza, angustia y malestar. ¿Es
posible, en esas condiciones, vivir una sexualidad plena?
Cambios en el esquema
corporal
Desde que hay
registro del mundo, las personas intentan cambiar su cuerpo, su forma y aspecto,
adaptándolo a los mandatos culturales y sociales de la época.
El deseo de tener cuerpos atractivos ha generado a
través del tiempo, ayer y hoy, la adaptación y sobre adaptación del propio
cuerpo: dientes tallados, caras atravesadas con aros, cuellos estirados,
tatuajes, vendajes para lograr pies pequeños, corsés para achicar cinturas. No
fueron raros los desmayos, la ruptura de costillas, los problemas hepáticos y
circulatorios. Algunas mujeres llegaron a extraerse quirúrgicamente sus
costillas inferiores para lograr cinturas más pequeñas. En cuanto a la ropa, almohadillas
y push up para acentuar cola y busto, tacos, polleras que impiden caminar; los
hombres buscan la manera de resaltar sus genitales, muslos, músculos y pecho.
También vemos los más extraños peinados y maquillajes.
Un
poco de historia
En el S. XVII las
redondeces de los desnudos de los cuadros de Rubens eran el ideal de belleza
femenino.
En 1930 empieza a aparecer una moda de mujer más
delgada.
1950-1960 aparece la modelo Twiggy, una chica anoréxica
que impone una moda ultra delgada.
En 1951, la estatura de Miss Suecia era de 1.58 y su
peso de 60 Kg; en 1983 Miss Suecia media 1.79 y pesaba 44 Kg.
En 1970 aparece la Barbie, una muñeca que es aún más
delgada que Twiggy; se consolida la imagen de mujer flaca y de piernas que son
de la mitad del tamaño de las chicas de Rubens.
Las medidas físicas de la muñeca son realmente
"dramáticas". Es que los 28
centímetros de altura, los 12 de busto, 7 de cintura y 12 de caderas que
ostenta Barbie, traducidos a una mujer de carne y hueso arrojarían una altura
de 1.63 metros y sus medidas 69-49-68. Sin embargo, la proporción adecuada
sería 96-66-91.
En 1940 los pesos promedio de una mujer occidental y
una top model coincidían. Hoy hay una diferencia que ronda los 10 Kg. Lo que no
parece haber variado es la ansiedad con que las mujeres de ayer y de siempre
investigan cuál es el índice de belleza capaz de despertar el deseo.
“Ideal” del cuerpo, actual
La mayoría de las mujeres no nace con la estructura,
estatura y metabolismo que requiere el ideal del cuerpo femenino actual. Sólo
un milagro podría hacer que sus cuerpos adoptaran esas características. A pesar
de ello, muchas lo intentan una y otra vez con dietas, pastillas para
adelgazar, productos que "queman grasas". Cuando eso no da resultado,
se sienten frustradas o inferiores.
En el hombre también aparece una mayor preocupación
por su cuerpo y estética; podemos observar el consumo de productos destinados a
ello, anabólicos, como también la realización de dietas que consiguen en
gimnasios -sin revisión de especialistas- para lograr mayor masa muscular.
Cáscara vacía
El cuerpo no se disfruta ni se respeta; se sufre y
tortura. Se lo embellece para agradar y atraer, pero si es necesario se lo
martiriza en búsqueda de ese embellecimiento. El cuerpo deja de ser así, el
vehículo de la expresión de la sexualidad y de la personalidad total y pasa a
convertirse en una cáscara vacía, soporte de clichés y arquetipos artificiales.
Placer en el cuerpo
El cuerpo, lejos de ser una
fuente de placer es causa de angustia, vergüenza y malestar. ¿Qué
características puede presentar la sexualidad en estas personas que no están
conformes con su cuerpo cuando la aceptación del mismo es fundamental para una
sexualidad plena?
Según Helen Kaplan “El sexo se
compone de fricción y fantasía”, es decir que tanto la estimulación física
como mental son necesarios para que se dé una excitación y funcionamiento
adecuado.
Teniendo en cuenta la representación mental que tienen estas personas
de su propio cuerpo y de cómo “creen” que los otros los ven, la estimulación
mental estaría obstaculizada. Existe una gran dificultad para encontrar partes
que les gusten de su cuerpo. La “gordura” invade el cuerpo sin posibilidad de
discriminar o diferenciar entre lo “lindo” y lo “feo”. O aun entre lo “lindo” y
lo “gordo”.
Generalmente es difícil diferenciar entre la sensación de placer y la
idea de que no me gusta. Hay gran dificultad para poder sentir placer. El
rechazo a ser mirados o tocados en las partes “gordas, o feas”. El displacer
unido a la idea de lo feo.
El cuerpo se transforma en la mayor zona de conflicto, es allí donde
se libra la mayor batalla en una búsqueda desenfrenada por agradar “se”. Es
contra el propio cuerpo, la propia piel -que es nuestra mayor zona erógena-
donde se libra combate.
Se evitan situaciones sociales o contactos físicos íntimos. Se evitan
los encuentros sexuales porque es justamente poner el cuerpo en juego,
exponerlo al otro/a, desnudo, exponer nuestro conflicto.
Aparecen conductas fóbicas y evitativas.
Las relaciones sexuales pocas veces resultan placenteras ya que se
sienten observados. No hay posibilidad
de obtener placer por medio del cuerpo.
Dificultades a nivel sexual
Todo lo dicho precedentemente, puede acarrear distintas dificultades a
nivel de la sexualidad:
- El rechazo del propio cuerpo es tal que muchas
mujeres no sólo se rechazan sino que ni siquiera se dan la posibilidad de
experimentar placer, no se tocan sus genitales, ni los miran. Nunca se han
masturbado. Situación que dificulta el encuentro sexual con el otro, ya que no
saben cómo les gusta ser acariciadas o tocadas.
- En la obesidad, muchos hombres con un nivel elevado
de sobrepeso se sienten disminuidos, la “panza” no les permite ver sus
genitales, no se sienten atractivos y hasta les es costoso mantener relaciones
sexuales ya que deben acomodar su cuerpo al que no pueden manejar con soltura.
Algunos no se acercan a las mujeres por temor al rechazo.
- Las mujeres se ocultan tras la ropa, tras otras
amigas o tras las paredes de la casa.
Para disfrutar a pleno de nuestra sexualidad es necesario que nos
permitamos el disfrute, que nos permitamos gustar más allá de nuestra opinión
personal.
“No me toques ahí”, “No me mires”, “No le voy a gustar”, “Nadie se me
va a acercar”, son pensamientos que nos condenan al displacer y a la evitación.
“Trato de refugiarme en la seguridad de la evasión”.
Habitar nuestro cuerpo
Es necesario respetar
nuestro cuerpo real y trabajar a favor de él sin perjudicarlo. Mejorar la
imagen corporal no significa necesariamente cambiar el cuerpo, sino aceptarlo y
cuidarlo de la mejor manera posible.
Habitar nuestro cuerpo sin
sacrificarnos es un derecho fundamental de todo ser humano.
Ser linda
Les dejo además, un fragmento del libro de Gabriela
Acher “La Guerra de los Sexos”, del capítulo
“El supermercado de la carne”:
“...Ser
linda ya no pasa por tener una cara y un cuerpo mas menos agraciado, sino que
se ha transformado en algo mucho más exigente: ser una presa apetecible en el
supermercado de la carne. Mejorando nuestra mercadería podemos aspirar a un
mejor precio en el mercado, y a su vez, el comprador más poderoso es el que se
lleva la mejor mercadería...
Porque a decir verdad –que dura se puso la cosa- ¡ahora
toda la mercadería está a la vista! Y no hay disfraz que valga, la vidriera
exige las colas altas, las panzas chatas, los senos duros, los brazos fuertes,
las piernas firmes. ¡Fir... mes! Las mujeres huimos de la cocina para meternos
en la Legión Extranjera porque –lo admitamos o no- estar en línea es el
servicio militar femenino...
El mercado está que arde, mercadería es lo que sobra
y el exceso de oferta no hace más que abaratar el producto. Por fin supimos
para qué teníamos el cuerpo. ¡Para cambiarlo! Con masajes, gimnasia, corridas,
pesas, dietas imposibles y sacrificios estériles...
¿Pero entonces, Eva? ¿La manzana, no simbolizaba el
bien y el mal?... No, ¡ahora lo comprendo todo! La manzana simbolizaba la
manzana y Eva fue la primera pecadora que abandonó el ayuno por los placeres de
la carne, en este caso de la fruta, que tiene mucha azúcar y engorda.
Ah, Eva, pecadora picarona, si no fuera por vos,
ahora todas seríamos flacas ¡y sin celulitis!...
La presión que sufrimos hoy con nuestro cuerpo es
tan pesada como la anterior dependencia al hombre, y nos hace más objeto que
nunca...”
Psicóloga
Sexóloga Clínica
Vicepresidenta de ARESS (Asociación Rosarina de
Educación Sexual y Sexología)
Secretaria de AREAP (Asociación Rosarina de Estudio
y Asistencia Psicológica)
Mail: pslorena72@ gmail.com
Móvil: (0341) 155500982
Fuentes:
“Anorexia Nerviosa y
Bulimia. Amenazas a la autonomía”
Cecile Rausch Herscovici
y L. Bay
Editorial Paidos, 1990
Editorial Paidos, 1990
“La Esclavitud de las
Dietas”
Por Cecile Rausch Herscovici
Editorial Paidos, 1996
Por Cecile Rausch Herscovici
Editorial Paidos, 1996
“La
Tiranía de las Dietas”
Irene Celcer
Editorial Planeta,
1994
“La Guerra de los Sexos”
Gabriela Acher
Editorial Atlántida,
1992
“Manual Ilustrado de
Terapia Sexual”
Helen Kaplan
Edit. Grijalbo, 2001
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