Origen del universo



DESCUBRIMIENTO DE UNA PISTA QUE LO DESCRIBIRÍA

Por Sergio Galarza
sergiogalarza62@gmail.com

En la actualidad, se piensa que el universo se está expandiendo. Las galaxias se alejan las unas de las otras tanto más rápido cuanto lejanas están. El universo se infla como un globo y esas islas de estrellas son como puntos de tinta sobre la goma de un globo que crece.
Esto es así, puede comprobarse con un telescopio y un vidriecito llamado espectrógrafo.
Luego, si “algo” se está alejando, es natural que antes, en el pasado, ese “algo” haya estado muy cerca o comprimido.
A ese momento, en que el universo comprimido comenzó a expandirse, se le llama Big bang.
El Big bang es un modelo y la mejor de las teoría actuales para explicar el mundo, aunque tiene puntos oscuros. Uno de los puntos sin explicación es el siguiente: para ser como es, al nacer, debió expandirse muchísimo y muy veloz sólo en los primeros instantes de su vida. Mucho menos que un segundo, millones de veces más grande. Luego, ¡basta! A expandirse natural, tal como ahora lo vemos. Así, había que encontrar la prueba de esa expansión tan rápida y tan enorme, o cambiar de modelo.
El doctor Matías Zaldarriaga es un joven astrofísico argentino que dicta cursos e investiga en los centros más destacados. Trabajando sobre el origen del Cosmos, en especial sobre la etapa del Periodo Inflacionario que tratamos, le dijo a sus colegas: Busquen por acá, y busquen de este modo.
Eso sucedió hace unos años; esta semana ha tenido la dicha y el orgullo de saber que estaba en lo cierto. Fue anunciado que se encontró una prueba del periodo inflacionario, tal como Zaldarriaga lo dijo.

Periodo inflacionario
Un grupo de científicos, desde el polo sur, con un telescopio especial, detectó una cierta anomalía en las ondas de fondo del cielo. Esta anomalía habría sido causada por ondas de gravedad en la época de la inflación acelerada.
Voy a tratar de dar un ejemplo.
Supongamos que estamos cerca de una gran pileta, una de esas que hay en los circos sobre el océano. El agua está calma, la superficie quieta. De repente, ¡vemos una ballena saltar! El agua salpica por doquier, el público aplaude. Pronto, la pobre ballena se hunde y desaparece de superficie.
Si alguien llegara en ese instante, ¿qué prueba tendría del salto inaudito y rápido de la Orca? ¿Los gritos de la gente? ¿Gotas de agua salpicadas por el borde y más allá? Sin duda, esas pruebas ya las hallamos en el cielo. Los gritos son estruendos pasajeros. Las gotas se alzan rápidas, impulsadas por el salto, y caen atraídas por la gravedad. Pero hay latente una prueba más, una prueba que, por correr más débil y en otro plano de la escena, aún perdura: las olas, las ondas sobre la superficie del agua. Nuestro recién llegado podría acercarse a la pileta, meter la mano en el agua y sentir las ondas, las olas producidas por la bestia, tanto al saltar como al caer a lo profundo.
Estas olas, estas ondas son las que fueron halladas por el grupo del sur. Estas ondas débiles, mínimas, han sido sentidas por la mano que recomendó hundir Zaldarriaga.
Qué orgullo, el mundo está exultante. Yo estoy orgulloso por Matías Zaldarriaga y todos los que como él, estudian y se esfuerzan por un país mejor.

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