CAMBIO
DE BANDERA
Por Mariano Fernández
En un país de rutas devastadas,
a la cabeza de las estadísticas mundiales en muertes por accidentes de
tránsito, y con la menor cantidad de tendido vial en relación a la extensión en
kilómetros cuadrados que tienen nuestros vecinos latinoamericanos1,
el ferrocarril y su rol merece un análisis serio dentro de las políticas de
Estado. ¿Puede Argentina prescindir de un servicio vital como el transporte por
vía férrea? El reciente anuncio de CFK, en relación al futuro de los trenes, es
el disparador de esta columna.
El principio
Los
primeros 11 km de vía fueron tendidos en 1854. Son los primeros pasos del
Ferrocarril Oeste sobre la pampa húmeda. El tren es la herramienta ideal para
penetrar en un territorio extensísimo, llevar la producción de ganado en
principio y cultivos luego, hacia el puerto de Buenos Aires, en un país
modelado para ser abastecedor de materias primas de los países dominantes -Inglaterra
para esa época-, y también distribuir productos manufacturados -casualmente
también en ese país-, a los centros de consumo. Gran Bretaña es impulsora de
este modelo de transporte y de su mano, los ramales se abren como abanicos que
tienen su centro en la capital, de la mano de inversiones británicas. En el
discurso de inauguración de la estación Sud, en 1861, Bartolomé Mitre proclama:
“¿Quién impulsa este progreso? Es el
capital inglés”. Los tendidos se construyen con insumos importados de
Inglaterra, con créditos tomados a tasas leoninas por el estado nacional en la
banca inglesa, y las concesiones son otorgadas a empresas…, adivine…, inglesas.
El colmo es que se les garantiza un 7 % de rentabilidad, algo que la historia
repetiría. Para 1890, había 9.500 km de vía y casi todos los ferrocarriles eran
de propiedad británica. Con la primera guerra mundial, la necesidad de
alimentos aumentó y con ello el tendido ferroviario nacional, llegando a 41.900
km, el octavo más extenso del mundo.
Ferrocarriles Argentinos
Durante
la segunda guerra mundial, disminuye la llegada de bienes industriales al país,
por lo que se comienzan a fabricar locomotoras aquí. Para 1944 se fabrican
vagones con aire acondicionado y trenes de aluminio en Córdoba. En 1947 y a
meses de extinguirse la concesión inglesa, Perón compra los ferrocarriles en
una medida polémica. El modelo no cambia radicalmente, pero sí se amplía la
red, alcanzando los 47.000 km. La industria ferroviaria es 100 % nacional: 37 talleres, 3 mil locomotoras, 6 mil vagones, 1.600
estaciones, 200 mil obreros empleados directamente, 40 policlínicos a su
servicio, son algunos de los números de los ferrocarriles en la época
peronista. Locomotoras diesel fabricadas en el país. Ejes y llantas exportadas
a América Latina desde Córdoba. SOMISA, la gran acería del estado argentino,
lamina rieles.
El comienzo del fin
En la era
Frondizi, la disputa entre el ferrocarril y las empresas automotrices,
petroleras y de neumáticos, se decanta a favor de estas últimas. Un joven
ministro de economía, Álvaro Alsogaray, determina que el servicio es
deficitario y se levantan 11.000 km de tendido, se despiden a 45.000
trabajadores y se cierran varios talleres, a pesar de combativas huelgas
ferroviarias. Para 1983, quedaban 90.000 empleados.
Menem lo hizo
El golpe de
gracia para los ferrocarriles, vino de la mano de Carlos Saúl Menem. “Ramal que
para ramal que cierra” fue el grito de guerra de las privatizaciones. Así, en
1991 se ponen en vigencia decretos que liquidan los trenes del estado. Se
licitan y entregan al mejor postor los ramales más rentables y se levanta el
resto. Paradójicamente, el argumento de que los ferrocarriles son un lastre que
da pérdida, queda diluido en los considerandos del decreto 1147/912,
donde se reconoce que en todo el mundo, los trenes son servicios deficitarios,
y que deben ser subsidiados. La frutilla del postre fue la condonación de la
deuda de 450 millones de pesos a las empresas concesionarias en concepto de
multas por el gobierno provisional de Duhalde.
Así llegamos
a la actualidad: servicios privados que reciben 3 millones de pesos diarios (algunas
fuentes citan 10 millones) en forma de subsidios, y una tragedia como la de
Once en la que más de 50 muertos desnudó un sistema diezmado por la corrupción.
Reestatización
Para ponerle
un marco a la situación actual, basta con ejemplificar que grupos de capital
brasilero utilizan el tendido férreo nacional para exportar hacia el Pacífico
sus mercancías. Por supuesto que esto es legal, puesto que son los dueños de la
concesión. El discurso de la presidente anunciando el proyecto de ley para la estatización de los ferrocarriles, rápidamente
levantó las voces de algún sector de la oposición. Pero este planteo hace
necesario un análisis más en profundidad, de la política en materia ferroviaria,
de este gobierno. Las compras de locomotoras, vagones y durmientes de plástico
a China, la venida de técnicos chinos en este área y la concesión del Belgrano
Cargas a una empresa china, son exponentes del acuerdo estratégico con el
gigante asiático. Los talleres Emfer, de fabricación y reparación de maquinaria
pesada ferroviaria, fueron seriamente afectados por esos acuerdos, y resisten
los despidos y el cierre de la empresa. Estos hechos plantean dudas sobre el
futuro de tan estratégico recurso, teniendo en cuenta la modalidad de
reestatización que se planteó para YPF, hoy con fuerte presencia de la privada
Chevron. El estado chino ha realizado inversiones similares en otros países,
pasando a controlar casi absolutamente el transporte de cargas. En manos de un
tercero, ese recurso, puede ser una variable de negociación de acuerdos muy desventajosa
para nuestro país. La soberanía, también viaja en tren. En el horizonte
ferroviario, luego de 150 años, lo único que parece cambiar es la bandera inglesa
por el emblema nacional chino. Las riquezas que se van por nuestras vías,
permanecen prácticamente idénticas.
1 Según el Foro Argentina. Argentinos por un Transporte
Integrado Nacional, 2003, mientras Brasil dispone de 195 mil km de caminos cada
1.000 km2; Chile, Venezuela y Colombia, 100 mil; Argentina sólo cuenta
con poco más de 80 mil.
2 Considerandos artículo 1143/91: “Que cabe reconocer que los costos globales de tales servicios,
considerados los de inversión, los de explotación y una razonable rentabilidad,
y tal como ocurre en sus similares de las grandes metrópolis del mundo, podrían
no ser compensados por la tarifa que apruebe la autoridad competente, procede a
admitir la necesidad de otorgar una
adicional de ingresos o subsidios a los entes explotadores de los
servicios…”
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