PAISANO DE HURLINGHAM
Por
Nico Raterbach
Pierdan el orgullo
chauvinista si lo tienen. El rock en castellano, no nació en Argentina. La
primera vez que el rock la batió en castilla, fue en Perú. Sí, Ritchie Valens y
"la bamba" no cuentan, primero porque Valens era gringo y porque voy
a ser arbitrario. Este hondazo al orgullo musical argento viene a que si bien
el rock de los ‘60 tardíos y ‘70 de estas pampas disparó al mercado de la región
miles de discos, tendríamos que juzgar la originalidad. Los artes de tapa, los
sonidos, los modos, la teatralidad de los conciertos, todo era importado,
subtitulado y traducido de lo que estaba pasando en Inglaterra o EEUU, por lo
menos en una abrumadora mayoría de las bandas locales, no sin un retraso de años
con respecto al estilo primigenio.
El rock a nivel mundial
tuvo dos patadas en el culo. A mediados de los ‘60 se había aburguesado,
disociado de sus orígenes contestatarios y plebeyos. Se estaba durmiendo. Un
disco traía dos temas de cada lado que duraban más de diez minutos cada uno con
un insoportable solo de guitarra en medio y exceso de sintetizadores. En Nueva York
unos esmirriados que usaban apellidos hispanos, le dieron la primera patada al
rock. Los Ramones, con temas de dos
minutos que bastaban para decir qué querían y no querían hacer, tocados a un ritmo
vertiginoso, le inyectaban un soplo de frescura al rock. Esa revolución musical
dio origen a casi todo lo que vino después. En Argentina pasaba lo mismo. Dije
que todo llegaba con delay. Pues bien, a principios de los ‘80 un tipo que se
afeitaba la cabeza, hablaba mal castellano y venía de Europa, se instaló en Hurlingham
escapando de la heroína y trayendo consigo mucho talento, música y ritmos
nuevos. Así, con el ítalo escocés Luca Prodan como líder, nació Sumo en 1981. No fue la primera banda, pero
fue tal vez la más influyente en la cultura rocker argentina. Sumo fue la de la patada, por estos lares.
Los primeros reggaes nativos salieron de sus discos. Impecables canciones
tocadas con una disparidad de talentos y recursos técnicos. Podríamos decir que
Sumo hacía canciones para europeos,
que nos hipnotizaron, tal vez por nuestros deseos de parecernos a ellos. Las
letras hacían referencia al infierno de las drogas pesadas, la cultura
rastafari o el exilio. Eran cantadas en inglés mayormente. La formación más
estable le dio una solidez que permitió a Sumo
instalarse en el circuito under con firmeza. De la cabeza de Prodan han salido
algunas de las canciones más bellas del rock nacional. “Breaking away" tal vez
tiene el peor solo de guitarra de nuestra música, pero su melodía y su lírica,
la hacen única. “Mañana en el Abasto”,
un himno urbano, una pintura de Quinquela Martín hecha música.
Sumo es por muchas razones tal vez el
pilar de refundación del rock argento. Por haber incursionado e introducido el reggae,
el punk en una versión más ochentona y digerible, y hasta algún tema con
pretensiones disco, aun en plan de mofa. Cuatro discos y pocos años de
trayectoria le bastaron a la banda para convertirse en referente y a Luca en un
mártir de la ginebra. La muerte joven del pelado, en 1987, terminó con la banda
y dio origen a otros dos enormes grupos del rock nacional: Divididos y Las Pelotas,
pero eso ya es otra historia.
Aquí van los tres temas que
recomiendo, en una difícil selección, ya que la banda tiene al menos 20
canciones soberbias.
“Breaking
away”, álbum “Corpiños en la madrugada” (1987)
“Heroína”,
álbum “Llegando los monos”, (1986)
“Mañana
en el Abasto”, álbum “After chabón” (1983)
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