Por Sebastián
Muape
La Selección Argentina
de fútbol, mantiene una relación de amor y desencanto con el público local. Prueba
de ello es que debió soportar una dolorosa afrenta en la primera fecha de las
eliminatorias en la cancha de River, allá por septiembre del año pasado, cuando
le tocó perder con Ecuador por dos a cero, recibiendo el grito de “ole” a modo
de desaprobación por el nivel mostrado. Lionel no jugó los cuatro primeros
partidos eliminatorios y se salvó del abucheo; pero la reacción de la gente y
un Monumental frío a la mitad de la capacidad, son el claro reflejo de una ciclotímica
tensión que se acentúa o no, según se den los resultados. ¿Qué necesita Messi
para ser feliz en la Selección, una crítica bien intencionada o caricias al
oído, sin importar cómo juegue?
Hace pocos días, en una entrevista que dio para la BBC,
el jugador de Barcelona reconoció que muchas veces no alcanza el nivel que él
mismo desea, cuando le toca jugar con el conjunto nacional. Las causas que
enumeró, son absolutamente lógicas y naturales y tienen que ver con que en su
club juega cada 72 horas, con los mismos compañeros con los que entrena a
diario durante toda la temporada; y en contrapartida, con Argentina se junta
días antes de los compromisos, con muy pocos ensayos previos. A eso se le suma
que los técnicos le piden cosas diferentes y muchas veces su posición en la
cancha y las del resto del equipo, varían notablemente. Son estas explicaciones
más que valederas para entender o al menos intentar explicar el porqué de las
diferencias en el rendimiento del jugador. Por otra parte, son sentencias
insoslayables ya que vienen del principal protagonista del debate. Si Messi nos
está diciendo que se le hace difícil calcar sus prestaciones, si nos está
ahorrando camino en este arduo trabajo de desentrañar el principal interrogante
en materia deportiva de los últimos diez años, pues entonces aceptémoslo y no
seamos más “Messistas” que Messi.
Tomando así las palabras del jugador como parámetro y
descontando además que éste debe ser un tema de charla permanente con Gerardo
Martino, en función de corregir desvíos, ¿por qué la prensa escrita
especializada y los principales medios audiovisuales se empeñan en encontrar
elogios desmesurados para referirse a su juego? ¿Se subestima acaso, el
entendimiento del hincha que ve fútbol? ¿Qué especie de sacrilegio o crimen
dialéctico se produce, cuando uno opina que Messi juega mal un partido con la
Selección Argentina? ¿Sería más sano y útil aportar desde la mirada ecuánime y
constructiva o sólo sirve calificarlo con diez sobrevaluado intentando proteger
al jugador vaya uno a saber de qué?
En pleno camino al Mundial de Brasil 2014, Alejandro
Sabella, anterior técnico del conjunto nacional, manifestó más de una vez que
para él, Messi nunca juega mal. Más allá de que se tome esta declaración como
una estrategia de blindaje hacia el deportista, resulta cuanto menos llamativa.
En este aspecto, los futboleros no podemos dejar de preguntarnos si se hace
bien en argumentar cosas por el estilo; y si además, los técnicos le marcan
errores conceptuales o de interpretación de tales o cuales ideas, o sólo se
dedican a tributarle pleitesías, conforme la comodidad de Messi lo requiera.
Ya que hemos mencionado el campeonato del mundo y
teniendo en cuenta que Lio no marcó goles más allá de la zona de grupos, que su
talento apareció solamente en pasajes de los partidos de octavos con Suiza y
cuartos con Bélgica y que en semis frente a Holanda tuvo un discreto desempeño,
se puede ejemplificar entonces, con la máxima cita futbolística, lo que se
viene sosteniendo en este artículo. ¿Y la final? Decididamente “el diez” no
hizo un gran partido; en lo que creemos representa su máximo desafío, no estuvo
a la altura del futbolista que es y nadie tiene que desesperarse ni enervarse
con este comentario. Alemania es un equipo europeo que lo marcó en zona, tal y
como ocurre regularmente en el viejo continente, no se lo rodeó ni se le hizo
una marca personal asfixiante, Messi encontró un escenario igual al de los
partidos de Liga y Champions, donde tanto brilla y asombra; sin embargo se
mostró malhumorado, contrariado y hasta en algunos momentos caminó por la cancha
sin hacerse cargo de lo que se esperaba de él. A favor del jugador habrá que
decir que el planteo de Sabella no lo ayudó y que Argentina, si bien tuvo
situaciones claras de gol, se reconoció inferior desde el planteo mismo del
partido, se defendió en campo propio y en cierta forma lo aisló de sus
compañeros (párrafo aparte para el bajísimo nivel de Agüero, su principal
ladero en el equipo).
Algo similar ocurrió un año más tarde, en ocasión de
perder la final de la Copa América frente a Chile, donde sí se lo marcó con faul
y escalonadamente; pero donde también le faltó rebeldía a Messi y ganas de
torcer una realidad esquiva en materia de títulos con la Selección. Sin embargo
una vez consumadas las derrotas, las principales voces periodísticas, hicieron inverosímiles
malabarismos para no decir que había jugado mal o muy mal. A partir de esos
conceptos con poco sustento, se instauró la infeliz idea de que cuando Messi
juega bien, es el mejor del mundo (por supuesto que lo es, no hay ni mínima
duda al respecto); y cuando juega mal, es porque sus compañeros no lo ayudan a
ser o directamente no están a la altura, sentencia ingrata si las hay, para con
el resto de los integrantes del plantel.
Al día de hoy, después de ganar en Colombia y en Chile
por eliminatorias y de haber conseguido el primer triunfo como local en
Córdoba, frente a Bolivia, las aguas están calmas. El público cordobés recibió
con gran júbilo a la Selección y Messi, con intermitencias, fue el mejor de la
cancha en un partido chiquito y sin riesgo alguno.
Lo que se viene
La agenda para el seleccionado mayor con Messi en cancha,
marca la Copa América del Bicentenario en Estados Unidos en el mes de junio. A los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro en agosto, irá un
sub 23 con tres mayores, entre los que no estará Lionel. Seguramente las aguas
seguirán divididas, respecto a la aprobación del nivel del jugador en cada uno
de los compromisos; pero desde este lugar queremos que ayuden a Messi, que
digan que juega bien cuando es así y que sostengan que su nivel no es bueno,
cuando todos vemos que no lo es. Eso es lo mejor que podemos hacer, ser
coherentes con lo que vemos, sin regalar puntajes ni apreciaciones insostenibles.
A Messi seguramente le va a caer mejor una crítica sana y bien fundamentada,
que una sarta de palabras que sólo buscan su guiño y su cortés aprobación.
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