ERRANCIA, CIRCO Y
LIBERACIÓN
“MASCARÓ,
EL CAZADOR AMERICANO”
Por Julieta
Nardone
A
poco de haberse conmemorado el día de la Memoria, la Verdad y la Justicia, evocamos
al argentino Haroldo Conti, nacido en 1925 y desaparecido una de aquellas
madrugadas del terror, en 1976, un año después de publicar esta novela.
Un
puñado de desclasados se lanza al vagabundeo, en pos del olvido de “la otra
vida” (cuando eran parte de la sociedad); formando de manera espontánea una
nueva fuerza colectiva desde los márgenes; donde el arte y la vida son una y la
misma cosa: continuidad de espectáculos que apunta a alterar la realidad. Así,
uno de los protagonistas declara que el arte no puede ser
sino “una entera conspiración (…) Rumbea
adelante, madrugón del sujeto humano”. Náufragos y vagabundos se encuentran
en ese andar sin destino, y desde el puro suceso veremos actuar la potencia revoltosa
de El Circo del Arca; signo tal vez
de las agitadas tensiones del país. En la segunda parte del libro,
se alza la metáfora de un movimiento insurreccional contra el orden social
injusto. ¿Demasiadas correspondencias con nuestra historia? Por cierto, cabe
señalar que este libro, fue parte de la lista de los censurados.
En cada
manifestación itinerante nos queda pululando la idea de que el arte, el más auténtico
pero también el más extremo, es aquel que logra inspirar a los demás. Insuflar
valor, contagiar el amor por la libertad. Si la industrialización trae como
efecto la reducción de las expresiones del arte popular, en Mascaró los protagonistas se embanderan
en un movimiento de recuperación de esa fuente innovadora a manos precisamente
de los sujetos que expresan un claro desajuste con el proceso liberal. El grupo
circense llegará a tambalear la modorra cotidiana de los pueblitos que
atraviesan durante su gira. Iniciativas de crecimiento e independencia empiezan
a clarear en esos puntos fantasmales del territorio, “ajenos al
polvo y a la fatiga y aun al tiempo, menos de carne y más de invención”.
Un golpe
a aquel poder beneficiado por el letargo y pasividad de las comunidades. No
obstante, además se plantea el impulso fundacional de la alegría y el placer. En
cierto modo parece asomar una advertencia a la izquierda para que no sólo se
haga cargo del sacrificio. Y ello, en favor de una mejor comprensión del sujeto
social. Igualmente hay una política en la elección de la lengua rioplatense, vasta
en modismos y tensiones. El idioma para Conti era un terreno de soberanía, de constante
conflicto y deliberación. Es posible percibir la feliz confluencia entre una
retórica aguda y el careo desenvuelto que atrae a estos seres de aventura: “Entonces di
con el camino. Esto es, el camino. Has usado el tono justo (…). Y encontré
otros tipos que iban y venían como yo, iban, no importaba la dirección. Y te
diste cuenta que los pies se te pegan a él, que no sólo es un lugar de tránsito
sino una forma de vida, y entonces ya no puedes parar. No, no se puede. ¿No te
alegra? Estás vivo quiere decir. El mundo te pertenece. No eres un rasposo
sorete que apenas camina lo que le permite el largo de la cadena. Vas y vas,
¿eh Oreste?”
Conti, convencido de su oficio, no se cansó de afirmar que no escribía la Historia sino las historias
de las gentes, de los hombres concretos… una obsesiva lucha contra el tiempo,
contra el olvido de los seres y las cosas.
LITERATURA INFANTIL
Laura
Devetach publica el libro de cuentos “La torre de cubos” en 1966. Años después,
integró también la lista de los prohibidos. El argumento esgrimido fue “su
ilimitada fantasía”. La imaginación que resultaba dañina para los represores provenía
de haber dejado afuera la voz maternal. Lo que molestaba hasta ganar la
etiqueta de “riesgosa”, era la inclusión de voces distintas. La mirada del
niño, su participación, sus deseos, sus críticas al orden de los adultos podía
desajustar, en efecto, la tarea pedagógica de formar sujetos a la medida de la
moral de turno. La fantasía ilimitada queda bajo sospecha, y como bien acierta
Graciela Montes: porque está fuera de
control, nunca se sabe bien a dónde lleva…
Cada
cuento demuestra esta falta de límites: un destornillador que no tiene trabajo
y un niño solidario se encuentran en una ciudad moderna y ruidosa donde ya casi
nadie escucha ni ve a los demás; a un tal Luis, un viejito, le regalan un
caballo recortado de la oscuridad de la noche, que en el día se vuelve
invisible pero la codicia de los otros llegará hasta los límites de los colores.
También un niño audaz, Bartolo, decide sembrar libros en un macetón para
compartir sus frutos con otros pequeños que desean estudiar; incluso un
monigote sale en busca de Roque, un alumno sensible que puede completar el
destino del garabato en un dibujo más justo; además está la inquieta Irene, capaz
de ver a una cabra sacando la lengua a través de la torre de cubos rojos y
amarillos… Y muchas historias más, donde nada, nada, es imposible…
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