Por
Romina Bianchini / Farmacéutica – Dra. en Cs. Químicas
Los
arándanos son frutos del bosque. En Europa, ya en el siglo XVI aparecen en los
primeros tratados de fitoterapia, fundamentalmente para el tratamiento de
cálculos en los riñones.
Presentan
muy bajo contenido en azúcares y sodio, y muy elevado en fibras y antioxidantes
(principalmente flavonoides y vitamina C). Tanto las hojas como los frutos
poseen propiedades medicinales, siendo más habituales los preparados con estos
últimos. Poseen una gran cantidad de beneficios para la salud:
- Vías urinarias: diversos estudios han
demostrado que los arándanos poseen propiedades antibacterianas por lo cual
resultan beneficiosos en la prevención de la cistitis o de infecciones de
riñón, próstata, uretra; es decir, del tracto urinario en general. Esto se debe
por un lado a que acidifican la orina con lo cual se dificulta la proliferación
de bacterias patógenas; y por otro a que inhiben la adherencia de las bacterias
sobre las paredes celulares. Diferentes estudios demostraron la capacidad de
estos frutos para prevenir las infecciones urinarias recurrentes en pacientes
ancianos.
-
Visión: por su contenido de
flavonoides resultan efectivos para que el ojo pueda adaptarse a los cambios de
iluminación y para mejorar la vista en casos de ceguera nocturna (reducción de
la visión cuando la iluminación es deficiente). La función de sus flavonoides
se centra especialmente en la reparación de las células nerviosas de la retina,
en el aumento del caudal sanguíneo, lo que aporta mayores nutrientes al ojo; en
la protección del colágeno, y en la conservación y mayor rapidez en la
producción de rodopsina, una proteína presente en los bastones de la retina
encargada de captar la luz.
-
Circulación: poseen propiedades
vasodilatadoras, antiagregantes y protectoras de los capilares sanguíneos. Todo
esto los convierte en muy buenos aliados para el tratamiento de enfermedades de
tipo circulatorio, mejorando la sintomatología en casos de arterioesclerosis,
várices, hemorroides, flebitis.
-
Nivel gastrointestinal: sus acciones
beneficiosas comienzan por la boca, evitando la proliferación de bacterias,
previniendo la placa dental, principal causa de gingivitis y caries. Siguiendo
con el tubo digestivo, también ayudan a evitar las úlceras estomacales y a
regular el tránsito intestinal.
-
Los antioxidantes que poseen,
absorben los radicales que causan envejecimiento tanto físico como mental, es
por ello que ayudan a mejorar la memoria, el funcionamiento cerebral y a
combatir el envejecimiento. Su capacidad antioxidante también resulta
beneficiosa para la piel; aplicado en forma tópica puede emplearse para
prevenir el envejecimiento cutáneo, dermatitis, eccemas, acné y para la
cicatrización de heridas.
-
Aumenta el colesterol bueno (HDL),
que está ligado a la disminución del riesgo cardíaco.
Efectos adversos
Utilizado
en dosis terapéuticas, el arándano no presenta efectos secundarios o toxicidad.
Sin embargo, si se utilizan preparados de hojas no podrán emplearse por tiempo
prolongado.
¿Cómo consumirlos?
Los
arándanos pueden consumirse frescos, secos o procesados, en forma de
decocciones, jugos y extractos. Después de la cocción, sólo pierden el 20% de
sus propiedades. Para inflamaciones bucales se recomienda emplear el macerado
de los frutos para hacer gárgaras.
Como
suplemento dietario se pueden encontrar tinturas, jugos o comprimidos tanto en
dietéticas como en farmacias.
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