Paisajismo

EL SENTIDO DE LA PERTENENCIA

ESPACIOS PÚBLICOS

Por Verónica Ojeda

Todos sabemos de las bondades y beneficios que pueden brindarnos los espacios públicos.
Desde la niñez, los individuos aprendemos a interactuar con la naturaleza. De hecho quedan grabados en la memoria, aquellos juegos que más nos gustaban: trepar, subir, bajar, oler, caminar sobre el césped y escuchar el sonido de la gramilla al entrar en contacto con los pies, esconderse en aquel tronco hueco, guarecerse bajo la parra de la abuela y si se llegaba, cosechar con trampa alguna uva, transformar la montaña de piedritas en un peligroso risco -de donde seguro quedaba como un souvenir el infaltable raspón- o armar la tradicional casita con alguna sábana robada del ropero de casa.
Hoy es una necesidad imperiosa contar con la presencia, dentro de la urbe, de un espacio verde que ofrezca al trajín y la vertiginosa cotidianeidad un poco de sosiego y la posibilidad del relax junto a la familia.
El espacio público es un lugar donde cualquier persona tiene derecho a transitar y hacer uso interactuando con otros individuos, una parte característica de la vida urbana.
Estos sitios además de representar un gran pulmón, se transforman también en hitos de la localidad, ya que son lugares de referencia, puntos de encuentro para las más variadas actividades de la vida urbana -marchas, recitales, picnics, actos patrios-, es por eso que a todos nos pertenecen.
Y a ese punto voy a referirme en cuanto al uso que se hace del espacio verde, reposar sobre la hierba, pasear en bicicleta, realizar la caminata diaria, la mateada con amigos, siendo los chicos los más favorecidos en cuanto a la amplia posibilidad de juegos. La imaginación corre presurosa, todo se resuelve, si hasta parece que los problemas contados bajo el cobijo de una alfombra verde fueran menores. Y de esa manera, casi sin darnos cuenta, nos apropiamos del lugar, de ese pedacito que ocupamos de manera transitoria, que por espacio de unas horas nos brindó todo a cambio de nada o si se quiere, de muy poco: recoger la basura al retirarnos, preservar el arbolado y el mobiliario del lugar, tal como si fuera un gran patio o jardín que a todos nos pertenece, como aquel en el que jugábamos de niños y que con melancolía recordamos.

1 comentario:

  1. Totalmente de acuerdo. Lamentablemente donde vivo una plaza es siempre de cemento o baldosa, hasta los bancos son reemplazados por asientos individuales. Una tristeza...

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