Noche y día - Diciembre 1º



LOS ALFILES

Por Garry

El ajedrez es el juego más rico que conozco. Ocupa la mente de los jóvenes y canaliza su natural empuje, eso que llamamos inquietud, alboroto o mala conducta. Las figuras de las piezas seducen a los jugadores y la trama de una partida invita a perderse tras la suerte de ambos Reyes. Exige voluntad, tenacidad, concentración, preparación y experiencia; excluye la suerte o los privilegios. Un niño de contextura media puede luchar contra uno mayor: la fuerza de este deporte radica un tanto más arriba que los músculos. Los invito a aprender este juego y a practicarlo. Ganarán en él a un amigo para toda la vida, a una compañía y excusa para distraerse cuando aquella los golpee.
Hoy les contaré una historia que explica el movimiento de los Alfiles, piezas estilizadas, sensuales, que en oriente significó a los oficiales del ejército y en la Europa de la edad media a los clérigos u obispos, “Bishops”, tal su nombre inglés.
Al comienzo de la partida hay dos alfiles por bando. En la antigüedad los Alfiles eran hermanos y vagaban juntos por su mundo, el tablero. Eran muy unidos. Allí donde uno iba, iba el otro. Mellizos habían nacido y en todo se parecían. Pero un día la discordia zanjó entre ellos.
Todos los hermanos pelean ¿quién no lo sabe? Pero estos hermanos, más allá de pelearse, se insultaron con ferocidad y mala estrella porque, su Dios los observaba.
Sintió ese Dios el mutuo insulto como si a él mismo le hubiera sido proferido y, como todos los dioses, se encolerizó. Se presentó entonces ante los hermanos y dijo:
-       ¡Insensatos! Osaron insultarse y me insultaron al hacerlo. ¡Ahora los condeno a no verse ya nunca! ¡Tú! -dijo y señaló a uno de los mellizos- ¡Tú sólo vivirás de día, y tú! –al otro- ¡Tú sólo vivirás de noche!
Desde entonces, los hermanos deambulan por el tablero sin hallarse nunca, pues uno camina por las casas blancas, que son los días, y el otro camina por las casas negras, que son las noches, y por mucho que se acerquen ya no pueden encontrarse.
Los Alfiles corren por las Diagonales del tablero, es decir, por las casas de un mismo color. Son dos al inicio de la partida, el llamado alfil “blanco” y el alfil “negro”. Así, estas piezas son ejemplo de cooperación, pues cuando de uno careces, quedan débiles sus casas.
Alfil significa “hueso de elefante”. Todos los que hayan visto una película ambientada en Arabia, habrán visto esas torres delicadas. El estilo árabe contrasta con el europeo, pues aquellos eran por naturaleza lúbricos mientras que los nórdicos y latinos eran un tanto… ¿toscos?
Si te fijas, hermosas palabras árabes yacen en nuestra lengua: aljibe, ojalá, alumbra, aldaba, etc. etc. Las heredamos de esos nobles que vivieron en Andalucía o Al Andalus.
De hecho, a los pueblos de la arena les debemos el ajedrez y su notación, el álgebra, la astronomía, la filosofía, la cartografía, la medicina y todo lo que imagines, pues ellos guardaron el saber antiguo durante la llamada edad oscura, la cual se inició con la quema de la Biblioteca de Alejandría (360 d.C.) y se entronizó hasta el Renacimiento (1500 d.C.).
Como ves, el ajedrez acompañó siempre a los hombres en logros y penurias, y por ello dije que este juego, era un amigo.

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