¿De qué se trata la Inseguridad?


Julio fue un duro mes para esta población, que sufrió hechos de inseguridad en viviendas urbanas y rurales, así como un terrible accidente en la ruta 33 cerca del cruce con la 178, que terminó con la vida de una familia. Todo ello generó conmoción y, de algún modo, son hechos que se interconectan en cuanto al cuidado que deben procurarnos las autoridades y a los problemas de fondo que padecen las sociedades modernas.


Lamentables sucesos en Chabás

Por Alejandra Tenaglia

Promesas de autovías que no se concretan, vidas que se pierden en las rutas engrosando la enorme lista fatal que se podría evitar o al menos disminuir, si las cosas se hicieran como debieran, más los hechos delictivos que se multiplican en los pueblos tomando en muchos casos el modus operandi de las grandes ciudades, son parte de una misma realidad de la que hoy día Chabás es partícipe.
Qué más debe suceder en la ruta 33 para que se decida finalmente hacer las obras necesarias, es una pregunta que cae de la boca de cualquier vecino sin encontrar nunca la respuesta adecuada que además, se concrete en hechos. La indignación es entonces un sentimiento inevitable, pero más profundo aún es el dolor de los familiares que ven escaparse la vida de los suyos sin que nada, nunca, cambie. Sólo el contador de muertos aumenta. Las empresas de peaje no cumplen con su parte y las decisiones políticas avanzan y retroceden al son de razones que nada tienen que ver con las necesidades diarias de la enorme cantidad de usuarios que transitan por las obsoletas rutas argentinas. El difícil trance que atraviesa la familia Méndez – Godoy desde el miércoles 14 de julio, fecha en que se produjo un trágico accidente en el que cinco personas de Chabás más una de Rosario, fallecieron, es descollante por la magnitud y sin lugar a dudas rubricante indeleblemente en la vida de sus allegados; pero no se diferencia en aquello que caracteriza a la mayoría de estos sucesos: son choques de frente, en una ruta por demás transitada, que hace tiempo debería ser autovía. No obstante los pedidos de los representantes de las localidades atravesadas por la 33, la obra no se concreta. Por ello, la pregunta se repite incansablemente: ¿qué más debe suceder para que se destrabe la ejecución de la misma?
Por otro lado, se escucha de la presencia de “motochorros” en localidades vecinas,  bandas que operan en ámbitos rurales, ladrones de bicicletas que ya nadie deja afuera de su casa con la tranquilidad de antes, tentativas y ya no sólo hurtos sino también robos a mano armada en el radio urbano. A ello se sumó el accionar de la policía que, en la madrugada del 9 de julio y en ocasión de la búsqueda de delincuentes, terminó baleando a un auto en circunstancias que aún se investigan, pero que dieron por resultado una menor de 15 años, totalmente inocente, baleada en un pulmón. Muchas más fueron las balas que se dispararon. Esto llevó a que el pueblo lleve a cabo marchas por la seguridad y la justicia.
Ambos casos, el fatal accidente y el recientemente descrito tuvieron repercusión en los medios no sólo de la localidad, y llevaron a que la Comisión Comunal de Chabás decretara al 15 de julio como día de Duelo.
¿Cuáles son las causas de la inseguridad en la que vivimos? ¿Cuáles las soluciones? Para indagar en la búsqueda de responsabilidades y pensar el problema con profundidad, les brindamos a continuación el enfoque de Ana Clara Deluca, estudiante de Antropología Social.



Ladrones sueltos

Por Ana Clara Deluca*

¿Qué habrá detrás de sobredimensionar el aspecto más superficial del problema de la Inseguridad? Ingenuidad probablemente no. Si el gobierno niega el problema bajo un discurso surrealista y desvariado, si la prensa oficialista de “678” organiza el club de la buena onda, y si mientras tanto,  la otra derecha en la oposición lo magnifica  para golpear a un  gobierno que en la repartija le dejó las migajas del banquete de la corrupción  y los favores, ¿seremos capaces de reflexionar nosotros mismos sin que “nos” piensen el problema de la inseguridad?

Apariencia y esencia del problema
Los buenos y los malos están en sus puestos. El teorema del ladrón y policía aparenta ser simple. El sentido común parece ubicar bien en sus veredas enfrentadas a víctimas y verdugos. Superficialmente, aparentemente, parece que lo único que falta resolver  del problema de la inseguridad es, en definitiva, repartir penas a discreción.
Pero la apariencia de un problema no es lo mismo que su esencia, y después del umbral de la primera viene la segunda. El  primer paso no es responder las preguntas sino hacer las preguntas correctas. Por eso, para saber cómo resolver el problema de la inseguridad, que en general es lo único que se debate, lo primero que debemos preguntarnos es “de dónde” proviene este problema.

Preguntas
Lo cierto es que las balas se multiplican por cada millón de nuevos pobres. Porque la pobreza trafica hambre, desigualdad y desesperanza; y el hambre, la desigualad y la desesperanza, son parteras de la violencia. ¿Cómo pretender que de la indignidad, la exclusión y la desolación surjan vínculos de amor? ¿Cómo pretendemos que sea la reacción de una persona cuya capacidad de serlo verdaderamente le es negada por no poseer determinados lujos, frivolidades y pertenencias materiales que perversamente este sistema propone a todos pero niega a la mayoría? ¿Cómo esperar  que un sujeto ame y respete la vida si sus días son un ensayo de la muerte?  ¿Cómo querer vivir en paz y libertad mientras una parte muere en la guerra diaria del sobrevivir y es esclavo de un presente de miserias inquebrantables? ¿Cómo encontrar la armonía en una sociedad donde a una gran parte no se le posibilita un papel en blanco para que dibuje el futuro?

La inseguridad
La inseguridad es sobre todo fruto de eso: de la incertidumbre sobre un futuro que no aparece al final de la mirada de casi la mitad de los argentinos, la mayor parte jóvenes. Lo inmediato devora los días que vendrán para muchos de ellos. Jóvenes que sólo serán jóvenes y nada más. Jóvenes que no pueden sentarse a imaginar sus hijos. Para muchos, lo próximo será una incógnita irresuelta de por vida. Porque su vida será de lunes permanente y el viernes sólo un capricho de ruleta rusa. Y cuando para estos muchos y en general jóvenes, sobrevivir es el estilo de vivir, cuando la indigencia congénita es su enfermedad indeleble, cuando  la desidia y la frustración de no poder soñar ni proyectar se les hace rutina, cuando  estos muchos no pueden sentir la pasión por lo que va a venir; la paz que tanto anhelamos sólo será una inédita expresión de deseo. No habrá equilibrio y calma mientras una gran parte se alimente del abandono y la humillación y beba de la indiferencia. Porque el problema no es sólo de los sin futuro. No podremos encontrar frasquitos de tranquilidad instantáneos para nuestra pequeña vida y la vida de los que queremos solamente. Aquí no habrá de seguro una libertad chiquita para cada uno. En esta situación, lo mínimo es enorme. Se diluirá la seguridad privada en el problema público de la Inseguridad. Serán inútiles los barrios cerrados o los apacibles pueblos en el conflicto abierto y abrazador que implica la Inseguridad. Será tragado el intento individual de “salvarnos” por una sociedad que tarde o temprano nos alcanzará. Porque detrás de la mala noticia de cada día, de aquel titular que nos informa sobre este ilícito aquí, de ese crimen allá,  aparece lo que somos, aparece lo que nos pasa, lo  profundo y  lo esencial, el carácter social del problema que llamamos Inseguridad.

¿Dónde están los ladrones?
La violencia y el crimen, lo brutal y lo inhumano, no proviene de unos pocos violentos, criminales, brutos e inhumanos, sino de una sociedad que practica la desigualdad, la corrupción, la indigencia como deporte nacional. ¿Y dónde están los ladrones me pregunto entonces? Porque los pibes chorros roban carteras y zapatillas, es cierto, pero mientras tanto la clase política dirigente que se junta y se separa, se amiga y desamiga para lavarse sus variables rostros según las circunstancias, echada a patadas en el 2001 y resucitada por listas camaleónicas y viejos proyectos nuevos, roba infancias, saquea porvenires juveniles y vende paco. Cada una de sus decisiones tomadas desde arriba, hoy cercenan directamente las posibilidades de mañana de los de abajo, y ese es el gran crimen nacional. Y esto es algo en lo que se parecen un oficialismo divagante y vendehúmos y una oposición político partidaria oportunista, carroñera, ávida de poder pero con los mismos proyectos a largo plazo: dependencia y entrega. Hablemos de la esencia del problema que propuse antes, hablemos de lo esencial y lo significativo que es hoy en nuestro país el pago de una deuda externa ilegitima y fraudulenta,  mil veces pagada y mil veces adeudada, manchada de sangre esparcida por dictadores y que multiplica sus intereses como bacterias. Esto es algo en lo que todos, oficialistas y no, están de acuerdo. Esto es justamente una de las causas que hipoteca cada segundo y cada esperanza de nuestro pueblo. Y mientras la presidente festeja paradójicamente esta libertad de la dependencia (porque cuanto más pagamos peor estamos), anunciando siempre superávits contables que no aparecen en la mesa de los argentinos, el país de las maravillas que nos promete no aparece. Sus conferencias siempre adornadas con el aplausómetro de sus adulones, explican lo bueno y generoso de negociar con los históricos imperialistas, piratas saqueadores de riquezas del tercer mundo: empresarios holandeses, rusos, ingleses, yanquis, franceses, españoles, belgas, chinos, italianos, todos se regocijan y se complacen con las políticas económicas de un país que los agasaja como recién llegados y que no pone freno a su voracidad. Así, envenenan nuestros ríos, toman metales de allí, dejan la tierra estéril por allá, pagan unos pocos salarios de miseria que en sus países no sirven ni para mantener los gastos de jardinería de los palacios de su realeza; y cuando los números no cierran, bajan la persiana, arman las valijas y se vuelven a casa. ¡¿Y qué es lo que queda de nuestra casa?! Fábricas vacías. Panzas vacías. Perspectivas vacías. Lo que se dice: los platos rotos que venimos barriendo por lo menos desde 1976 hasta acá.

Fabricantes de pobres
¿Y dónde están los ladrones me pregunto otra vez? Los que roban la dignidad de un pueblo trabajador cada vez que entregan la soberanía al imperialismo rapaz y usurero, los que avalan el saqueo de nuestros recursos y se enriquecen como intermediarios, los que no combaten y son cómplices del narcotráfico que flagela la mente y el alma de nuestros pibes. Dónde están esos nombres difíciles de encontrar, adeptos al gatillo fácil, los que aparecen siempre ligados a esos negocios turbios que nunca se descubren. Dónde están los que no roban carteras, zapatillas ni bicicletas porque roban países, vacían empresas estatales y subastan nuestra tierra; dónde están  los que usan fondos públicos para vacacionar, los que roban en las oficinas del  Estado, los que no imparten justicia y la profanan, los que en vez de cuidarnos nos matan. Dónde están los ladrones de presupuesto educativo, de salud pública, los deudores de deuda interna. ¿En dónde se esconden estos fabricantes de pobres? ¿Cuál es la guarida de estos amasadores de la violencia y la apatía?

Nuestra opción
Saber buscar. Desenmascarar. Cambiar de fondo es nuestra opción. Aprender que los pibes no nacen chorros. No debemos luchar por bajar la edad de imputabilidad, debemos luchar por subir sus expectativas de vida. No debemos pensar en la pena de muerte como una salida, siendo ésta un orgullo paradójico del gobierno estadounidense, que ni siquiera puede garantizar la paz en su territorio y atenta de  vez en cuando con la paz del mundo. Debemos comprender que un Estado que protege no es un Estado represivo, un Estado golpeador o autoritario. Ya tuvimos un Estado de ese tipo que asesinó a nuestros hermanos y liberó a los asesinos, que empeñó nuestra economía y ofertó  nuestra independencia. En general los Estados vigilantes que tuvimos fueron los que sembraron en aquellos años la semilla de la miseria y la violencia que hoy florecen. Debemos tener memoria. En nombre de la seguridad se implantaron los más profundos planes de asalto y estafa al pueblo argentino. Debemos recordar y repensar: la seguridad no deviene de las armas sino del trabajo y se nutre del pan para todos.  La seguridad deviene de la buena política y no de la corrupción. La seguridad no deviene de la proliferación del aparato policial, deviene primero de su purificación. La policía no debería de vigilar la sociedad, la sociedad debe controlar a la policía.
Saber buscar. Desenmascarar. Hagamos justicia implacable contra los ladrones de futuro. Cambiar de fondo es nuestra opción. Si se cierran las fábricas y no se abren escuelas, si la leche cuadriplica el precio de la droga, el futuro será flaco y la libertad la vieja historia.  La seguridad no es en definitiva seguridad sino igualdad. Y la igualdad  no será de a pedazos para unos y para otros de a gotas. La igualdad es una y es toda.

* Estudiante de Antropología Social

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