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Llanto de un sábado a la tarde


¿Cómo vivió usted la tarde del sábado en que Argentina quedó fuera del Mundial? ¿Qué hizo con los planes que había pergeñado? ¿Cuáles fueron los sonidos de su casa y de su barrio? He aquí un relato que, seguramente, muchos podrían haber escrito de contar con la habilidad y el gusto por la narración, de nuestro cronista.

Por Enzo Deluca


No aguanto más, con alguien tengo que compartir mi dolor, dicen que es más llevadero. Estoy en la mesa de afuera, solo en esta tarde húmeda, tibia y triste, muy triste de este sábado 3 de julio. Por ahí quedaron en la parrilla 2 ó 3 chorizos sin comer; iba a ser una fiesta y se fue todo al demonio. Cuando el 2 a 0 apagué el televisor. Sin saber qué hacer, todo estaba mal. Como para no derrumbarme y casi automáticamente prendí el fuego sin saber bien para qué; en algo debía ocuparme. Mi mujer limpiando el baño, mi hija muda en su pieza mirando por el otro televisor. No podía apartar el pensamiento de lo que había visto… ¡Cómo puede ser!... Pero ahí estaba arriba a la izquierda de la pantalla el frío AL–2  ARG–0. Ya ahora estoy llorando, se los juro, y no puteo contra nadie. Sigo queriendo al Diego y a los pibes (sé que ahora los que estaban esperando que esto suceda, les caerán sin piedad). Me pasan imágenes del partido y veo a los alemanes como una máquina fría y eficaz de mover una pelota y meterla adentro del arco. Lo veo a Carlitos dejando la piel como pedía el “10”; al gringo Heinze echando espuma por la boca; a Di María echando el resto; al Masche peleando contra una escuadrilla que se le viene encima; y a Messi… ¡ay Lionel querido!, tratando de hacer una… una tan sólo te pido. Luego aparece mi mujer y mi hija, y les prohíbo hablar del tema. Hablamos de bueyes perdidos, pero recurrente e inconscientemente aparece otra vez el fantasma de los rubios; fríos, meticulosos, ordenados; desbordando, apareciendo libres, proliferando como yerba mala (la cancha parecía de esas en que se juega al polo).
Todo ha terminado. Por lo que a mí respecta el mundial se acabó. Hago cuentas y no me dan los números, en el 2014 voy a tener 70, y para colmo se juega en Brasil. Creo que perdí la última oportunidad de ver a la Argentina campeón. Los alemanes nos escupieron el asado. El pueblo está silencioso. Parece un viernes santo.
La tristeza siempre se emparenta con el silencio.


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