Editorial


Agosto además de ser un mes con temperaturas bajas, contiene el Día del Niño y el aniversario de la muerte del General San Martín.
Las Naciones Unidas recomendaron que se instituyera en cada país, un día dedicado a reivindicar los derechos de los niños, promover el bienestar, la fraternidad y la comprensión de los mismos. En Argentina se celebró durante algunos años el primer domingo de Agosto hasta que se decidió moverlo teniendo en cuenta el momento en que se pagan los salarios. Ajeno a cualquier razonamiento sobre causas y efectos, todo niño andará contento o triste según haya tenido la fortuna o no, de recibir “algo” ese día. Pero aun en el caso en que se haya hecho imposible comprarles o fabricarles un regalo, siempre queda la maravillosa posibilidad del diálogo y la explicación, que con el tiempo entenderán y agradecerán. Porque nadie es tan fecundo como un niño, para aprender. Y nadie es a la vez tan riguroso con la palabra dada: ¡Me dijiste que me ibas a llevar!... ¡Me lo prometiste!... El niño no olvida. Y amén de todo el bienestar material que les podamos brindar, las palabras que reciban de aquellos que son indispensables en su vida, lo marcarán. Pero mucho más los marcará el ejemplo que les demos con nuestro andar. Es por eso importante enseñarles quién fue por ejemplo San Martín. Y es por ello indispensable el afecto que les podamos procurar. Y más importante e indispensable aún, es ser honestos y dignos si es que eso esperamos de ellos. De lo contrario, cuando todo ello falta, a no asombrarse después cuando en su futuro se desate un vendaval como el que conlleva la famosa tormenta de Santa Rosa que, días antes o después de fin de Agosto, suele suceder en el Hemisferio Austral.

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