La hermosa luna



Por Sergio Galarza
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Carl Sagan escribió que nació la ciencia porque el hombre vio en la naturaleza cambios regulares; es decir, cambios previsibles, cambios de acuerdo a un ciclo. Un mundo estable no la hubiera generado, y uno cuyos cambios fueran aleatorios, tampoco.
Luna alterna sus fases. Su forma cambia cada “x” cantidad de días y el ciclo se repite. El número de días para las sucesivas fases: creciente, llena, menguante y nueva, quedó inscrito en las semanas del mes. Siete por cuatro suma veintiocho días, casi una lunación. Vemos aquí que nuestro satélite organiza parte del calendario. En la antigüedad fue tan importante como el sol para datar nuestro paso por el mundo. Aún hoy hay culturas que siguen un calendario lunar.
Luna es hija de un impacto antiguo. Un planeta que ya no existe (bautizado Theia) chocó con una Tierra primigenia. Ambos se fundieron en un abrazo colosal. Nuestro núcleo ganó cierta masa del pretérito Theia y el resto, rocas y polvo, por rebote, quedó en órbita a nosotros y formó una banda o anillo que aglutinó en el satélite que ahora vemos. Se cree que tal evento sucedió hace 3.800 millones de años. Desde entonces, y por efecto de las mareas, Tierra demora sus días y Luna se aleja cada año un poquito (4 cm); un día no estará allí.
El par Tierra-Luna es único en el sistema: no hay otro ejemplo con tal mutua influencia. Luna, por ser tan masiva con respecto a nosotros (1/80), actúa como un ancla y estabiliza el eje de giro terrestre, lo cual mantiene constante la irradiación solar bajo la cual evolucionamos los seres vivos que conocemos. Si estamos aquí, en gran parte es por ella. Es curioso, aquel choque que suena a Apocalipsis ha creado las condiciones para la vida actual.
Luna, Lua, Moon, Selene, Astarté, nos adueñamos de ese mundo primero con la palabra; luego con la pluma de los escritores más lúcidos, los fantasiosos; por último con nuestros pies. En el año 1969 descendió sobre ella Neil Armstrong, un mercenario que se había ganado la vida bombardeando aldeas coreanas. El tipo bajó allá arriba y dijo: Sólo un paso para el hombre pero un gran paso para la humanidad. En fin, propaganda yanki, nomás.
Cuando ofrezco telescopios para mirarla todos sueñan con ella, su cara sucia salpicada de cráteres es bellísima. Una amiga, me dice: Yo la amo... No es para menos. Luna es nuestra de la más íntima manera. Habita nuestra literatura y las religiones, dio paso a la ciencia y mide aquello que más queremos: la gestación. En voz antigua, luna es menós y de aquí derivan las palabras mes y menstruación. Por supuesto, anuncia los nacimientos y tanto en la actualidad como en el pasado, curanderas, brujas y obstetras cuentan lunas para fechar los partos. El significado literal de la palabra Luna es Luz, y otra vez una metáfora: nacer, dar a luz.
Para cerrar con algunos datos –que siempre espantan- diré que Luna dista 385.000 kilómetros de casa.
Listo, cumplí, ahora a jugar: su diámetro es 2.6 veces menor al nuestro, de modo que podemos imaginar lo que sigue: toma una bocha, esta será Tierra; ponla en el piso y camina cuatro pasos; ahora, pon allí una pelotita de ping pon, esta será Luna. Ya está, aléjate para ver la obra. Ahí tienes un modelo a escala, así es como se ven ambas en el cielo. La una y la otra, danzando bajo la…
Uy, iba a decir danzando bajo la Luna, pero no, ellas danzan bajo las estrellas, hasta el fin de los tiempos, para regocijo de los hombres y de mi nieto, Leónidas, quien cada vez que lo llevo a la noche me la señala para que la nombre, la hermosa luna.

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