Por Verónica Ojeda
veronicaojeda48@hotmail.com
Las enunciaciones para esta pequeña gran
palabra, pueden ser muchas; sólo cuatro letras que sin embargo albergan todo un
universo: niño. Cada quien lo interpreta desde su lugar y con una carga
afectiva diferente, se me ocurren muchísimas y variadas desde mi diccionario
cotidiano. Citando a quienes los definieron con poesía: “locos bajitos”, según
Serrat; “gigante chiquito”, como supo cantarlo Sergio, el del flequillo cano;
también se los conoce (según me han contado) como “pequeñas personitas que
aparecen en el medio de la noche adueñándose de tu lugar en la cama”. La
literatura los designa como seres mágicos en donde sólo cabe amor, fantasía,
inocencia y sentimientos puros, ya todos sabemos de Caperucita, Blancanieves,
Pulgarcito, todos estos creados en la cabecita de los célebres y controvertidos
hermanos Grimm; aunque en realidad ninguno de estos personajes supera la
realidad de los niños que hoy conocemos… Creo que en más de un caso, el lobo
saldría corriendo pidiendo auxilio ante los relatos desopilantes de alguna
Caperucita actual, preguntándoles si conoce la colección de Barbies; o mejor
aún, un Pulgarcito de hoy, jamás iría al bosque sin la Tablet o quizás el GPS
de papá que tomó prestado sin que este se diera cuenta.
¿Se imaginan a Blancanieves hoy, abriendo la
puerta de la casa de los enanitos, viendo a la viejita de la manzana
envenenada? Yo creo que le diría: “cuidado, no las coma señora, porque puede
que no sea orgánica y quizás la hayan fumigado con un veneno que vende un señor
Nonsanto…” Pero no quiero irme por las ramas, sin preguntarles por aquel niño,
¿se acuerdan? Ese que fuimos allá lejos y hace tiempo pero que de vez en cuando
para estas fechas solemos recordar, aquel que iba a la plaza a jugarse un
fulbito con los pibes de la cuadra y que seguro se le hacía de noche y seguía
con la camiseta del club de sus amores llena de tierra o de barro, si había
llovido en esos días… Ese, que andaba todo el santo día montado a su bici
desprovista de frenos, guardabarros y todo el compendio que complementaba al
medio de transporte. Esa que jugaba a vender caracoles pintados en la vereda,
pero vivos… La que se disfrazaba y así pintarrajeada andaba por la calle hasta
que era interceptada por la madre portadora de ramita o chancleta según el
caso. ¿Y los que se creían expertos cazadores de ranas? Acarreando caña
improvisada, carnada y bolsa para transportar la mercancía… Los mercenarios de
las escondidas y las casas en construcción. Los que armaban bandas de rock con
cualquier lata que andaba suelta... El que disfrutaba yendo al campo y ni qué
decir de pilotear máquina o tractor, parado. Esa nena que se hacía la payasa en
cada reunión familiar imitando personajes de la tele, previo ensayo frente al
espejo, y que con total desparpajo e impunidad podía hablar sola durante horas
(bueno, sola es una manera de decir, estaba con su amiga imaginaria, que hasta
nombre y apellido tenía).
¿Por qué con el paso de los años los vamos
dejando atrás? ¡Si es tan lindo jugar! ¿Por qué dejamos de reírnos como antes?
Si es tan necesario… ¿Por qué nos reencontramos con los compañeros de la
secundaria una o dos veces al año? ¡Si es tan bueno volver a tener quince!
No lo dejemos dormir… Bailemos, juguemos, soñemos
con esa inocencia que solíamos tener, desempolvemos la espontaneidad y
abandonemos el cartón con el que nos arropamos a veces. Seamos nosotros mismos,
¡seamos niños!
A todos los niños, los de hoy y los de ayer… ¡FELIZ
DÍA!
¿QUÉ ES
LO QUE MÁS TE GUSTA DE SER “CHIQUITO/A”?
Ernesto Deluca / 4 años
Lo
que me gusta es ir al Jardín a jugar con mis amigos a Dragon Ball Z, me gusta
pintar y comer muchos postres y paragüitas, también que voy al parque con
mamani, Rafi y Antonio.
Morena Chávez / 5 años
Lo
que más me gusta de ser chiquita es que puedo hacer muchos amigos y podemos
jugar todos los días. También me gustaría aprender a andar a caballo. Me gusta
ser chiquita porque puedo ir a la casa de mi nona y dormir con ella.
Liam García / 5 años
Me
gusta ser chiquito porque puedo ir de vacaciones con mi mamá y mi papá, ver las
montañas y que me lleven a visitar a mis primos. También que mi papá me haga
barquitos y avioncitos y me enseñe cómo se hacen.
Esmeralda Cugno / 5 años
Me
gusta ser chiquita porque puedo jugar mucho tiempo con mis amiguitas del Jardín
y hacer otras nuevas; y también que mi mamá y mi papá me cuiden a mí y a mi
hermanito.
Luisina Razzini / 7 años
Lo que más me gusta de ser chiquita
es que puedo disfrutar de los abrazos de mi mamá y mi papá y que me cuiden.
También me gusta porque puedo jugar a un montón de juegos y disfrazarme.
Bárbara Rondini / 9 años
Lo
que más me gusta de ser chiquita es que puedo ir a la cama de mi mamá y mi papá
y estar un ratito con ellos, o que mi papá me haga upa cuando miramos tele.
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