Millonario en ilusiones



COPA LIBERTADORES


Por Sebastián Muape

River Plate volvió a la instancia definitiva de la Copa Libertadores, después de diecinueve años. Tras empatar en cero el partido de ida frente a Tigres en México, le quedan ciento veinte minutos en Núñez para hacer un gol y desatar la locura del ansiado festejo continental.

Si habrá sido endeble el paso del equipo argentino en la fase de grupos de esta copa, que llegó a estar eliminado durante ochenta minutos, en ocasión de ir perdiendo dos a cero justamente frente al mismo rival de la final, en el partido revancha de la primera ronda. El equipo de Gallardo supo empatar aquel compromiso y luego los mismos mejicanos le dieron una mano, ganando en Perú, para superar esa instancia inicial.
A partir de ese momento, el conjunto argentino se revitalizó de manera notable: “Ojo con River ahora” advertían los más entusiastas, lo cierto es que el nivel futbolístico no daba para grandes proyecciones y por si fuera poco, en el horizonte asomaba un Boca arrasador…
Marcelo Gallardo tiene, como entrenador, algunas de las geniales condiciones que le conocimos como futbolista. Es un estratega, un ajedrecista, un cerebral que traza tácticamente esquemas funcionales y dinámicos, que le permiten plantar al equipo en cualquier circunstancia y frente a todo rival, y salir airoso. Por supuesto cuenta con un plantel de jerarquía y los jugadores están absolutamente consustanciados con su idea.
Ha sabido construir el DT, una estructura futbolística confiable; River es un equipo confiable. En las eliminaciones mano a mano, aparece en todo su esplendor este aspecto, definiendo de local o fuera de casa, no se lo supera en instancias del juego. Tanto es así que, incluyendo los tres tiempos que se disputaron en el malogrado Superclásico de mayo, más las posteriores llaves de cuartos, semis y el primer encuentro de la final en México, es decir en siete partidos, sólo le han hecho dos goles: uno Cruzeiro en el Monumental y uno Guaraní en Asunción.
Las vigas que sustentan ese andamiaje son: Barovero, Mercado, Maidana, Funes Mori y Vangioni, o sea la defensa titular, más el doble cinco que componen Matías Kranevitter y Leonardo Ponzio. Allí es donde el conjunto “Millonario” muestra solidez y desde donde construye una identidad de juego basada en el sacrificio, los espacios reducidos y el perfil de equipo ganador.
Mucho crédito a Gallardo por haber insistido tanto en traer al uruguayo Tabaré Viudez, quien en pocos minutos mostró destellos de calidad y personalidad como para ponerse esa camiseta, al punto que fue decisivo en el pase-gol a Lucas Alario en Paraguay y se perfilaba como pieza importante frente a Tigres en la primera final, hasta que tuvo que salir por lesión, por lo cual además se pierde el partido de vuelta. A la baja de Viudez, se le suman las de Gabriel Mercado por acumulación de amarillas y Rodrigo Mora por un problema muscular, de cara al cotejo revancha en Núñez. Todo parece indicar que Emanuel Mammana ingresará por Mercado, Gonzalo “Pity” Martínez también jugará desde el comienzo y tal vez haya llegado la hora para que Fernando Cavenaghi sea el gran protagonista de la final y tenga su momento cinematográfico marcando un gol que le permita a River levantar su tercera Libertadores.
“El partido de vuelta va a ser diferente”, sentenció un conforme Marcelo Gallardo en conferencia de prensa, minutos después del empate en cero en Monterrey. Por su parte el entrenador deberá ver el partido en Núñez desde la platea y no podrá siquiera ingresar al vestuario en el entretiempo, producto de haber sido expulsado por el paraguayo Arias, tras un reclamo al cuarto árbitro.
Damas y caballeros, la cena está servida. Tras un 2014 de ensueño que incluyó título local con Ramón Díaz, Copa Sudamericana con eliminación de Boca en semis y, tal lo dicho al inicio de este artículo, una fase de grupos que lo tuvo a los tumbos, este River copero se reinventó, se solidificó y hoy vive un momento inmejorable respecto de las ilusiones de consagrarse por tercera vez en el certamen y frente a su gente en el estadio Monumental.
Para el miércoles 5 de agosto, momento en que este periódico empezará a ingresar en sus casas, se avizora un River con una postura más adelantada en el campo de juego, una ambición mayor de cara al arco rival, pero sin riesgos innecesarios. Cabe repetir que, contando un posible alargue, el Millonario tendrá dos horas para hacerle un gol a Tigres, dando paso al delirio de su gente en la tribuna y para que los fuegos artificiales iluminen la deseada vuelta olímpica. Tal lo que proclamaba la campaña política de la actual dirigencia, River vuelve a ser River; vaya si lo es. 

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