Por
Mariano Fernández
No es real la
complejidad de algunos conceptos económicos. La devaluación, uno de estos, es
algo más bien simple que intentaremos desenredar, dado que tanta presencia está
teniendo en discursos propios y ajenos. Técnicamente es la pérdida del valor
relativo de una moneda frente a otra. Es decir, las monedas tienen un valor.
Podemos comprarlas, eso es sabido. Pero ¿qué determina su precio? Allí vamos...
Al inicio del comercio se ponían
los precios en algo concreto. Sal, cacao, por ejemplo, fueron usadas como
moneda. Luego fueron algunos minerales hasta llegar al oro y la plata. Cuando
existió la necesidad de pagarle a alguien con oro, una suma pequeña,
aparecieron las monedas. Pero las monedas de oro eran valiosas en sí mismas.
Los chinos introdujeron el papel, como una promesa de pago de oro. Donde el
papel, en sí, valía mucho menos de lo que representaba. Esa es la
aparición del dinero fiduciario. Ese es el momento en el que la humanidad le
atribuyó a un pedazo de papel (o de tela en el caso del dólar) un valor que no
poseía. Una promesa de que algo se va a pagar. Una especie de pagarés. ¿Pero cómo
es posible que un papel valga más o menos que otro? Imaginemos dos pueblos. En
el Banco central del pueblo A, existen diez monedas de oro y se imprimen 10
billetes que representan a las mismas. En el pueblo B existen también 10
monedas, pero se imprimen 20 billetes. La relación es dos a uno. La moneda A es
más fuerte, el doble de la moneda B, una relación 2 a 1. Ahora, esa relación
puede variar. Supongamos que en B aumenta la población, o la necesidad de
moneda. El gobierno decide imprimir más dinero, otros 20 billetes. Ahora la
relación entre la moneda A y B es de 4 a 1. Esa es la devaluación,
cuando una moneda disminuye su valor con respecto a otra. En este caso, por
emisión de moneda (lo que además genera inflación, pero eso es otro tema), aunque
hay otros casos. Sigamos con ejemplos. Supongamos que en el Pueblo A, se
producen gallinas. En el pueblo B, cerdos. Cuando se van a comprar, la moneda
de A compra más que B. Con un peso de A puedo comprar un cerdo, que vale 4
pesos B, tenga en cuenta que antes de la devaluación, lo pagaba la mitad. Es
decir, la importación de bienes en A se abarató. En cambio comprar gallinas en
A, costaba un peso A, y dos B; es decir que ahora para los ciudadanos B, se
encareció importar gallinas A, en el doble. Pongámonos en la situación de vivir
en B, que es bastante más real que metafórico. Cuando un país devalúa, es más
caro importar, y es más conveniente para los sectores exportadores, no para el
común de la gente. Si usted produce algún bien exportable, "comoditis",
si nos ponemos en estrechos, pensará que devaluar es positivo. Equivocado está
usted, porque la inflación es una condición que viene atada a la devaluación,
como dijimos. Es decir, encarecimiento de los bienes y servicios en el propio
país. Además, si para producir necesita de algún bien importado o que requiera
de moneda extranjera en alguna de las etapas de su producción (como
combustibles, derivados del petróleo, aceros y aleaciones, bienes tecnológicos,
productos químicos o farmacéuticos y un largo etcétera), usted está al horno.
Esta sería una devaluación que se fija por política económica, cuando a un
gobierno le conviene la entrada de divisa extranjera, por ejemplo en concepto
de impuestos a las exportaciones. Ahora, no es el único efecto que produce.
Imaginemos que una empresa tiene que elegir dónde radicarse. Los sueldos en B
"son más económicos" y es más conveniente si hay que exportar. El
caso de la devaluación de Brasil, puede afectarnos de manera bien directa. El
turismo es otro aspecto que se ve favorecido por la devaluación en un país. Es
más barato vacacionar en B, que en A. En los últimos años se han dado casos de
gente que incluso viene a estudiar a nuestro país, ya que es mucho más económico
el costo de vida en su moneda. Otro motivo de devaluación es la confiabilidad
de una moneda, independientemente del valor por ley o decreto. ¿Se acuerda del
uno a uno? ¿Un peso, un dólar? Bueno, en ese momento en que pagábamos en el sur
de Brasil una cerveza 50 centavos, y no mucho más lejos, tal vez en la un poco
más exclusiva costa uruguaya, se podía abonar en pesos. En ningún otro lugar se
aceptaba nuestra moneda directamente como medio de pago. ¿Por qué? Porque no
era una moneda confiable. Nadie en el mundo ahorraba, hacía contratos o
entregaba préstamos, en pesos. Todo era en dólares. Nos dimos trágicamente
cuenta de eso, en la devaluación de 2002. Una fábula que resultó muy cara. La
demanda de una moneda, para ahorrar, para importar -por ejemplo el dólar-, hace
que su precio relativo suba, es decir, devalúa a la otra moneda. Las
restricciones a la compra del mismo, obedecen a una necesidad de evitar esa
devaluación, pero la aparición de un mercado negro de esta divisa (el dólar
"blue"), podría aumentarla si los volúmenes de compra fueran grandes.
Pero no se confunda amigo lector, la devaluación no la hacen cuatro
especuladores parados en una peatonal. Por si no lo sabía, las empresas cuyas
casas matrices están fuera del país, bancos, exportadoras, cerealeras, petroleras
y sectores ligados a la exportación, etc., giran sus remesas, ¿adivine en qué
moneda? La salida de dólares del país, en esos volúmenes, es la causa de que
haya menos billete verde por aquí y provocan devaluación. Lo único que no ha
cambiado desde antes del dinero, es el trabajo humano. El trabajo vale lo mismo
en cualquier lugar del mundo. Mejor dicho, debería. No puede devaluarse el
sudor, por más que parezca.
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