Por Enrique Medina
El
otorrinolaringólogo va explicando los resultados de los exámenes de
audiometría, timpanometría y logoaudiometría hechos, para así concretar el
estilo de audífono más adecuado. Creo que usted debería dejar de usar el de
adaptación profunda y probar el retroauricular detrás de la oreja que es más
potente. Beethoven, acostado de perfil en la camilla para que el Oto le
extraiga el cerumen de las orejas, pregunta: ¡QUÉ!... y el Oto le grita: Que le
voy a cambiar el audífono por uno más potente. ¡Hábleme más fuerte, Oto!... Le
estoy gritando. Oto le saca de la oreja un manojo de raíces de mal color y le
dice en alta voz: ¡Debió haber venido antes, le estoy extrayendo un jardín!... El
músico devuelve el grito explicando que está muy embalado con la Décima, y
encima tengo que retirar el nuevo documento de mi madre pero llamo y llamo para
ver si ya lo tienen y siempre me sale un disco diciendo: Telecom informa que
momentáneamente no podrá establecerse la comunicación solicitada; disculpe las
molestias ocasionadas. El Oto le dice que ahora se lo mandan por correo. ¡No a
los viejos que se los hacen a domicilio, no!... Y Beethoven le cuenta a los
gritos que vinieron tres tipos para sacarle la foto a la madre y pintarle los
dedos. Tres tipos que daban calambre, poco educados, y que yo tenía que darles
una sábana de fondo para la foto y que esto y aquello, mandones. El Oto le
termina de colocar el retroauricular: ¿Ahora me escucha mejor?... ¡Qué!... No
importa, hagamos el experimento con este modelo y en un mes me cuenta, eh.
Beethoven le explica que también debe ir a tirar la bronca a Mongovisión porque
se corta a cada rato y en un retorno de la señal sin aviso como hacen también
al cortar, me arruinaron el sonido de la pantalla grande y en el televisor
chico todos los canales bailan la ronda-catonga; y ya hice montones de reclamos
por teléfono; por fin vinieron y dijeron que había que cambiar el cable desde
la terraza, pero no lo cambian; así que ahora voy a tirar la bronca en vivo y
en directo, y sí ahora creo que escucho como un zumbido, incluso ya no me mareo.
Se despiden. El músico sube a un taxi: ¡Coronel Díaz y Santa Fe!... ¡Eh, ¿se
cree que soy sordo?!... ¡Usted no, pero yo sí!... Ah, usted es Beethoven,
perdone, no lo había conocido, escuché que está por hacer un concierto con los
roqueros de… ¡Me cago en el rock, estoy de zabeca con la Décima, mi última
sinfonía! Y Beethoven se pone a tararearla hasta que llegan a destino, déjeme
en la esquina nomás. Emocionadísimo, el chofer no le quiere cobrar por haber
tenido la primicia de La Décima, pero el músico lo mismo le tira un Roca. Desmelenado,
entra furibundo, y se encuentra con que ahora no hay recepcionista como las
veces anteriores, sino una máquina que para soltar el número de espera exige un
golpe seco en la carcaza. Da el golpe y se sienta a esperar. Lo llaman. Hace el
reclamo a grito pelado. La mina le dice que lo ve algo nervioso. ¿¡Qué!?... Hable
fuerte que soy un sordo famoso. Elevando la voz ella le repite lo dicho, y él señala
que sí y que vendrá a poner una bomba. La mina le pide que le avise así se raja
antes. Sonríe Beethoven, por fin una persona piola. Le cuenta el drama de la
señal de cable y de internet, que los muy malditos le cortan y que deberían
avisar antes, y además, como la mina le cae bien aunque sabe que ya a su edad
medio desdentado y con el mal aliento que le viene desde las orejas las
posibilidades de levante son escasas y sin contar que no muchos años atrás una
fanática le bebió el pentagrama íntegro subiendo en ascensor, lo mismo sonríe
comprador. La mina se hace la osa y él le pide el libro de quejas diciéndole
que ha acudido a defensa del consumidor y lo tuvieron esperando una hora porque
el recepcionista estaba jugando con su celular, debería estar prohibido el uso
del celular en las horas de trabajo, ¿no cree?... Ella le hace gestos para que
no llame tanto la atención, porque todos están mirándonos como si fuéramos
extraterrestres, y le da el cuaderno de quejas. Beethoven escribe dos páginas a
los gritos con letra grande narrando sus penurias y que los turros de la
empresa deberían hacer el descuento de forma automática y no esperar que el
cliente se “avive” y pida el descuento por falta de señal ya que caso contrario
el que no se percata termina pagando sin haber recibido servicio. Por favor
deme fotocopia también de los reclamos que hice antes porque debo entregarlas a
Defensa del Consumidor sin r… La mina piensa que los músicos son todos
colifatos y le sonríe y le pregunta si va a dar un nuevo concierto y si tiene
algunas entraditas para regalarle a ella y su novio. Beethoven se hace el
otario pero entiende el pechazo y le dice que está metido en la Décima, que
seguramente la estrenará en la cancha de Boca, y le jura traerle dos plateas preferenciales si la
señal de cable le vuelve sana y salva a su humilde residencia. Se saludan y
Beethoven sale apurado porque dentro de un rato debe llegar el plomero a
recomponerle la descarga del inodoro en el bañito. Llega y pregunta en portería
si la policía ya le mandó la superviviencia de su madre para entregarla en el
banco y de esta manera evitar que le escabuyan la jugosísima jubilación. De
paso hace el cuento-chiste de que en realidad no debería llamarse supervivencia
sino sobrevivencia. Le cae el plomero y le rompe la pared del bañito, algo que
no tenía previsto, así que corre al living a bajar la tapa del teclado y cubrir
el piano con una enorme manta, no vaya a ser que el polvo de los escombritos
haga que la Décima le salga algo áspera y rayada. Comprueba que la madre sigue
durmiendo a pesar de los golpes. Vuelve a llamar por teléfono para saber si ya
puede retirar el documento de la madre. Telecóm informa que momentáneamente…
Putea, Beethoven; toma un cafecito en el balcón y piensa que debería hacer un
compilado con todos los discos que responden impersonal y automáticamente, y concebir
una melodía integrada a la Décima. Por fin el plomero aparece extrañado diciendo
que lo estaba llamando y creía que se había ido, ah, un piano, ¿usted es
pianista?... No, soy sordo y músico y estoy componiendo La Décima. El plomero
dice: Ah… Beethoven ahora se hace el humilde aunque tiene ganas de darle un
boleo en el culo, pero paga y tranqui le explica que escribió ya nueve
sinfonías famosas, como La Pastoral, La Heroica, El Himno a la Alegría…
Entonces el plomero, para quedar bien y hacerse pasar por entendido, o por
respeto al viejo pelotudo que tiene en frente que lo quiere engrupir haciéndole
creer que un sordo puede ser músico, le pregunta cómo se llamará La Décima Sinfonía.
Y Beethoven, que supo hacerse pagar 4000 mil Florines por archiduques y
príncipes y hacerle un corte de manga al mismísimo Napoleón, y que además
después de tantas vidas, se las sabe lunga, le espeta firme: ¡Apocalípsis, mierda!...
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