Por Julieta
Nardone
UN INÉDITO DE MURAKAMI
El
candidato al Nobel de Literatura por varios años consecutivos, Haruki Murakami
(Kioto, 1949) despierta sentimientos encontrados. A propósito, adhiero a la
percepción de Juan Forn: “No sólo hay
gente que lo ama y gente que lo detesta; hay gente que lo ama y detesta a la
vez. Es mi caso”. Esta ambigüedad puede que tenga que ver con la
exorbitante fama que tiene toda su obra. Una máquina de hacer hits.
Hacía
tiempo que se venía anunciando “El
elefante desaparece”, un libro muy ovacionado en su país de origen, que se
hizo esperar por más de una década hasta que en marzo, TusQuest editó para los
hispanohablantes esta colección de relatos que establecen entre sí una sola
conexión: la moldura de los personajes. Un empleado que responde a una carta de
reclamo con un largo monólogo escrito que desemboca en declaración amorosa (Comunicado del Canguro), una pareja de
recién casados que despierta por las madrugadas a causa de un hambre irracional
hasta que una noche deciden atracar una panadería (Nuevo ataque a la panadería), una mujer abocada a la vida
doméstica empieza a tolerar el insomnio de forma que sin planearlo habita una vida
paralela a la de la vigilia (Sueño),
un hombre obsesionado con la insólita desaparición de un elefante de un
zoológico (El elefante desaparece),
son algunas de las piezas más destacables. Pero me engaño. En realidad, desde
que presenté el libro reservo unas líneas para una de las más bellas historias
que podamos leer sin dejar de correr el riesgo de terminar con las manos
vacías. A veces, puede ser bueno no esperar “llevarnos algo” de todo lo que
experimentamos. Una práctica anticapitalista de lectura, por llamarlo de alguna
manera. Título célebre por la inmensa
promesa que ofrece medida en porcentaje: “La gloriosa mañana de abril en que me
crucé a la chica 100% perfecta para mí”. Este hallazgo en plena calle, insólito, deslumbrante,
indescriptible, ¿será un espejismo? La sorpresa es disruptiva; y la humanidad
necesita avanzar…
Un
mosaico de historias cotidianas –desde lógicas, comunes, a extremas e
hilarantes- que integran matices oníricos, superficies fantásticas. Una prosa
simple, clara, cinematográfica, que nos hace atravesar sin resuello diferentes
capas de la realidad por las que transcurre el mundo concreto. En los
intersticios, lugar donde anida el detalle, el ritmo se va suspendiendo hasta
operar un cambio que nos arrima a la profundidad de estos seres, sujetos de
rutina, algo insatisfechos, aunque portadores de una discreta apuesta
existencial. La sombra del fracaso, vale decir, no alcanza nunca a tragarse por
completo a la esperanza. Tibia o difusa, esperanza al fin. Y si bien pareciera
que se trata de una búsqueda involuntaria, inconsciente, aquel devenir trivial
se fragmenta y deja su marca, para siempre.
Quienes
ya conocen otras novelas del japonés, podrán encontrar aquí muchos de los
gérmenes de sus novelas posteriores; y a su vez, aquellos que no tuvieron aún
oportunidad de leerlo, están ante la posibilidad de incursionar en los albores
de un mundo literario atrapante. ¿Todos contentos? Probemos…
LITERATURA PARA NIÑOS
“MENTIRAS Y MORETONES”
"No soy
tan joven para saberlo todo".
(Oscar Wilde, cita de contratapa)
Este libro de Pablo
Bernasconi (Argentina, 1973), nos acerca a la escala humana de las cosas
mediante una escritura pulidísima donde la verdad es siempre tangencial, por lo
que de poesía puede desprender: “A veces
las cosas también necesitan de palabras amables para moverse: por favor,
gracias, por favor, gracias, por favor, gracias”.
Los moretones son las
marcas de los golpes, los miedos… esos porrazos fuertes que a todos nos volvió
un poco distintos de lo que éramos. La memoria permite “falsear” las
desventuras, rearmarlas creativamente para una experiencia superadora, de
interpretación posterior, de asimilación anímica. Esos procesos parecen
contarse metafóricamente en “Mentiras y
Moretones” (Sudamericana), un libro álbum que contiene 24 relatos
ilustrados con total singularidad y belleza.
El destinatario es un niño
deslumbrado por los colores, las palabras precisas sin atisbos de dogma, cultivadas
desde una retórica congregante: “Hay
dolores que se pelean con la memoria. Y la empujan hasta que cambie de color.
Por eso ninguna verdad suena tan real como una mentira bien contada”. Por
supuesto, también, la amplitud de esta policromía de anécdotas y trazos convoca
a los adultos en las problemáticas que nos zarandea la vida moderna: trastornos
de ansiedad (El hombre que nunca estuvo),
ruidos de la comunicación (Galleta),
mirada obsesiva e inconformismo (Punto
imposible).
Un paisaje de la libertad,
un manifiesto poético en contra de la percepción domesticada: “Quizás sostenga yo / mi propio / cielo / inabarcable”. (Preguntas II)
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