Cine


CASUALIDADES DE LA VIDA ABSURDA

“UN CUENTO CHINO”

Por Lorena Bellesi

Noventa y tres minutos resulta ser el tiempo perfecto para contar esta pequeña historia, sobre dos extraños que la vida, el destino o como se llame, hace que coincidan en un momento determinado. Un cuento chino no es una superproducción, tampoco despliega una gran cantidad de actores, y por ende, de personajes. Aun más, es una película sin grandes sobresaltos, que ostenta un argumento muy sencillo y sincero. Pero tiene el mérito de saber muy bien a dónde quiere llegar, y cómo seducir al espectador. Podríamos decir que, se trata de  un film que se siente seguro de sí mismo, a pesar de lo simple de su desarrollo. Los dos auténticos responsables de semejante proeza son: el director, Sebastián Borenzstein, que también es quien escribió el guión; y el gran actor Ricardo Darín, inclasificable. 
Éste último interpreta a Roberto, un ferretero de barrio, extremadamente solitario, malhumorado, hosco y al que le cuesta relacionarse con los demás. No soporta no tener las cosas bajo control. Ha hecho de la rutina su única forma de existencia, por lo tanto, todos los días son iguales al anterior, dando la impresión de que el tiempo para él, no avanza. Ese estado de estancamiento se aprecia en el decorado de su casa, en el auto que maneja, en el mobiliario de su negocio. Cuando lo vemos interactuar con los demás, queda clarísimo  que no encaja, que algo está mal en él. Pero de pronto, algo sucede en su tan organizada existencia. Como producto de la casualidad se topa con Jun, un joven proveniente de China, al cual le roban todas sus pertenencias y tiran de un taxi. Roberto es testigo de la infortunada suerte de éste, y lo acoge con la intención de ayudarlo. Jun, como él, está solo. Había aterrizado en Argentina con el propósito de encontrarse con su único familiar vivo, un tío, pero no sabe una palabra de español, lo que lo aísla y lo ensimisma. En esa ausencia de comprensión verbal entre ambos -ninguno de los dos entiende lo que dice el otro-, en ese desajuste idiomático hay algo de humor. Sin embargo, lo más hilarante tiene que ver con la brillantemente lograda interpretación de Darín. Ante una situación particular, sabemos que va a estallar, y esas situaciones abundan y se multiplican, y cada una es más ocurrente que la otra. Los momentos de injusticia, de abuso, de impotencia, lo hacen estallar. Son ésas sus ocasiones preferidas para explayarse con una nutrida “flor de puteada”. Roberto es el retrato de un hombre desesperado. En cada nuevo despertar, la presencia del chino augura un día terrible para él. Y la cosa parece que viene para largo…
Mari (una excelente Muriel Santa Ana), lo ama, y se lo hace saber, ya sea directamente con palabras o con miradas intensas y profundas. Es afable, y sobre todo insistente. Pudo ver en Roberto dos cualidades que lo describen por completo: nobleza y dolor. Sin recurrir en modo alguno al golpe bajo, Borenzstein cuenta una historia que encierra mucho sufrimiento, mucha angustia contenida. Tanto Jun como el ferretero argentino, han sido víctimas mudas de durísimas tragedias absurdas. Los rostros desahuciados de los dos son la consecuencia del impacto, en sus vidas, de hechos que carecen de  razón.
Un cuento chino tiene un comienzo de lo más ridículo e inverosímil. Pero a medida que transcurre la historia, ese hecho inesperado y descabellado, tiñe de sensatez el argumento en general. Valiéndose de la ficción, este breve cuento se anima a bucear por uno de los rincones más penosos y recientes de la historia argentina: la guerra de Malvinas. Pero lo hace de una manera tangencial, sin obviedad. Prefiere revelar sus secuelas, antes que ponerse a indagar sobre el conflicto en sí. En resumen, lo que le interesa es hacer notar que lo disparatado de un combate armado, tiene el mismo nivel de locura e insensatez que una vaca volando. Basta ver la película para que estas palabras, se comprendan plenamente.


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