Directo al corazón... dudoso


QUE TE QUIERA BIEN…*

Por Alejandra Tenaglia

¿Dónde nace el amor? ¿En qué parte del cuerpo? ¿Cómo logra expandirse por nuestros cuatro costados? ¿Se instala como un pensamiento reincidente que nos hace sentir o es un sentimiento que no podemos dejar de intentar descifrar con el pensamiento? ¿Cómo logra doblegar hasta al poseedor del más alto coeficiente intelectual o al de piel más curtida e insensibilizada? ¿Por qué nunca las experiencias ajenas pueden convertirse en método eficiente para situaciones análogas? ¿En qué fibra tan íntima hace blanco un señor o una dama, convirtiéndonos de pronto en el ser más vulnerable de la Tierra cuando al o a la de al lado ni siquiera le provoca un pestañeo acelerado? ¿Nace de una decisión, de una predisposición, de una necesidad o simplemente sin razón? ¿Nos detenemos en quien, como creía Schopenhauer, anula nuestros defectos y posee lo que nos falta, en vista de un mejoramiento de la especie a través de la procreación; o como Narciso frente al lago, quedamos seducidos cuando hallamos en el otro, elementos de nuestro yo? ¿A dónde va a parar todo el amor que damos y el que nos dan? ¿Y el que no ha podido ser? ¿Será, tal vez, un proceso como el de la oruga que vuelta mariposa puede echarse a volar? ¿Cuántas veces nos reciclamos para volver a empezar? ¿Hay momento más fatídico que aquel en el que advertimos, de pronto, como una revelación irreversible, que ya no amamos a aquel/aquella que se encuentra a nuestro lado? ¿Cómo quedarse ahí sin sentir, estar malgastando la vida? ¿Cómo partir sin lastimar ni temer errar? ¿Cómo no volver una vez más, a preguntarnos molestos e irritados, qué demonios es el amor? ¿Qué? ¿La confianza construida por los años o un cimbronazo repentino y de corto plazo en torno del cual se construye una novela con futuro incierto? Esta larga introducción de incógnitas es un resumen compactado de lo que hablamos con nuestra protagonista de hoy. La encontré en la plaza, yo leía en un banco, ella caminaba sin prisa ni destino. Se detuvo a saludarme, me preguntó por mis cosas, me comentó que salió a andar, para pensar… “Si no te molesto, me siento un rato”, dijo, y comenzó su relato: “Fui a visitar a mi mamá y a pedirle que me haga unas tortas porque cumplo 40; y entre una cosa y la otra, me largó: Los chicos van a crecer y te vas a quedar sola, no seas tonta, buscate alguien que te quiera bien... Es una pavada, una frase común, el deseo de toda madre, lo sé, pero me hizo un desastre… ¿Quién no quiere que lo quieran bien? Ahora, ¿es posible buscarlo? Mejor dicho, ¿sirve para algo buscar o es algo que con suerte se encuentra? Además, ¿qué me quiso decir?, ¿que el padre de los chicos no me quiso ‘bien’? ¿Qué significa que te quiera ‘bien’? ¿Que te regale flores, bombones, ropa, perfumes; pague una señora que limpie y cocine; te lleve de vacaciones y cuide a sus hijos? ¿Que te hable, te escuche, te mime, te haga el amor todas las noches y el desayuno por las mañanas? Mi marido hacía todo eso, hasta que no lo hizo más y se fue con otra a la que seguramente estará ahora queriendo ‘bien’, como dice mi mamá… Y no lo digo con resentimiento eh, no te voy a decir que no sufrí, el orgullo siempre duele… Pero yo también estaba cansada, me di cuenta cuando se fue porque suspiré profundo como si hubiera terminado de limpiar toda la casa… Y seguí… Tantos años de noviazgo no aseguran ningún matrimonio, eso es sabido…. Pero en realidad, nada asegura nada en el amor… ¿me entendés? Por eso lo que me dijo mi mamá me mató, porque no se trata de una cuestión de voluntad, tampoco de querer hacer las cosas bien o mal, todos creemos que hacemos las cosas bien ¿o no?, y por ahí estás mandándote la macana de tu vida o reventándole a otro la existencia… Mirá, si te tuviera que contar una de mis historias como ‘la’ historia de amor, no sé si podría elegir una, y eso que seria-seria tuve una sola, pero todas-todas, sumaron algo, incluso las que sucedieron sólo en mis fantasías y no pasaron de una mirada, un roce, una palabra que fue suficiente para que me brote en la cabeza un árbol frondoso con frutos y todo. Porque, a ver, decime, para vos, ¿dónde nace el amor?...”

* Basado en una historia real, cuya protagonista ha pedido la reserva de sus datos.

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