Mar adentro


EL FIN ¿JUSTIFICA LOS MEDIOS?
Por Marina Moya

Al momento de escribir esta nota aún no se conocen los resultados de los comicios provinciales, lo que permite, aprovechando la etapa de recorrido, de cómo se desarrolló la campaña local y qué nos dejó, proponer un análisis en relación a la experiencia propia de las situaciones que vivimos nosotros o los nuestros, para tomarlo como material que una vez desmenuzado nos pueda aportar “para la próxima”.
El uso de los medios de comunicación y redes sociales: Empezó tímidamente pero fue creciendo rápidamente. Al principio los que opinaban o participaban de los foros y debates, del chat, o del face, lo hacían desde su identidad; al tiempo aparecieron nombres ficticios que desde la impunidad podían decir lo que algunos pensaban sin comprometerse desde ningún lugar. En el final de la campaña un video subido al youtube con la participación de una periodista algo persuasiva y dos hermanas conocidas por todos –al menos ahora-, dieron el broche a lo que puede pensarse como “tinelización de la política en Chabás”. Cuando ocurrió la renuncia de Fernando De la Rúa en medio de la crisis del 2001, cuando De Narváez logró imponer su candidatura, se habló mucho de esta exposición en los medios y de la injerencia del espectáculo en la política que se corresponde casi en forma paralela con la despolitización de lo político, logrando el perverso efecto de hacer que las miradas “se echen a un lado” para evitar hablar de lo que hay que hablar. En su afán de defender una u otra postura se llegó a insultar, descalificar, denigrar y hasta usar a personas reales -con nombre y apellido- en un “vale todo”, dejando a su paso, tal como un tsunami, la vida y obra de quienes fueran nombrados. Seguro hay víctimas aunque aún no lo sepamos.
Las propuestas: Fue otro de los temas que abrió el debate. Qué se hizo, cómo, por qué. Me copiaste; te copié; no tienen ideas; no saben cómo llevarlas adelante; es fácil ser oposición; para proponer hay que saber de gestión; proponen lo que ya se hizo; proponen lo que es imposible. Bienvenidas las propuestas. Hemos visto cómo colaboran a poner las barbas en remojo de unos y otros. Es bueno que se construyan y se consoliden. Es bueno que se generen por consenso. Es bueno que oficialismo y oposición acuerden, refuercen y sostengan las propuestas. Es buena la continuidad de lo hecho acertadamente. Es buena la modificación de aquello en lo que se erró. Las ideas no son de nadie en particular, nacen de las necesidades de la comunidad y surgen de la palabra del vecino ciudadano. Se hacen para todos. Las usamos todos. Movilizan, despiertan inquietud, son censuradas o criticadas. Bienvenido. Colaboran con la legitimidad de la gestión o con la de la plataforma.
La participación de los jóvenes: Asistimos en esta oportunidad al aluvión de jóvenes que resuelven participar. Desde las listas, desde los partidos o movimientos locales, desde su casa en interacción con los medios virtuales o mediáticos. Colaboró la apertura de opciones, la diversidad en las propuestas políticas desde la interna. Estos jóvenes –padres/madres, profesionales, amas de casa, empleados, desocupados, etc.-, todos habitantes de nuestro pueblo, tienen cada uno su experiencia de vida, que por supuesto vale. No los subestimemos ni los sobreestimemos. Tampoco desperdiciemos esta oportunidad de que se involucren seriamente con el destino de nuestro pueblo.
Los valores: Puede parecer algo melancólica o idealista esta visión, pero si ha habido algo que ha faltado a la cita –y lo viene haciendo seguido en las últimas ocasiones tanto a nivel local como provincial y nacional- han sido los valores. No por no nombrarse -de eso sí hay mucho- sino por no predicarlos con el ejemplo. Manda la conveniencia. Para construir un relato y que este tenga sentido, hay que imprimirle una práctica. 

Seguramente el lector podrá aportar a lo escrito, su propia mirada. Y ese es un poco el objetivo de este artículo: repensar la realidad con otros. Trabajar para, como nos propuso el poeta Bertolt Brecht, no aceptar lo habitual como cosa natural, para poder develar si es verdad que, como dicen, el fin justifica los medios.



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