Editorial - Agosto 1º



En la presente edición, la solidaridad se ubica en el centro de escena. Casi se podría afirmar que la vida sería imposible sin ella. Lo que sí se puede afirmar sin dudar, es que sus lazos hacen de la vida una mejor vida, en la cual el desarrollo de la personalidad, está por encima del afán por engrosar bolsillos. Donde se es capaz de llegar más allá de las propias limitaciones, para dar una mano a quien lo necesita; y no sólo se purgan conciencias con la caridad. Una vida en la que “pisar cabezas” para imponerse, preponderar, ascender o ganar, no sea tomado naturalmente, como parte de las reglas del juego de las cuales no se puede escapar. No les crea. A quienes quieren hacerlo sentir un tonto que se pierde la oportunidad, o un ingenuo que sueña con mundos inalcanzables en la sociedad actual, o un diminuto granito de arena que se dejará de lado por su “falta de picardía”, no les crea. Y dese la oportunidad de pensar en la solidaridad, que como reverso de todo lo que se haga en desmedro de los demás, para lograr un beneficio personal, permite retomar un camino en el que construir el propio destino, y crecer y soñar y lograr y avanzar, se consigue sin pisar la enlodada banquina en la que reina la deshonestidad.

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