Herencia funesta - Agosto 2º



“LAZOS PERVERSOS”

Por Lorena Bellesi
bellesi_lorena@hotmail.com

El día que India cumple sus dieciocho años se empaña de manera fatal, al morir trágicamente su padre en un accidente automovilístico. Su desamparo, al verse privada de esa figura que la protegía y la acompañaba siempre, se reordena en torno a dos presencias antagónicas. Por un lado, su madre, una mujer superficial y distante; y por el otro, un enigmático tío, hermano de su papá, recién llegado y desconocido para ella. Este hermético triángulo no llega a componer un drama típicamente burgués, anclado en el seno de una adinerada familia. Lazos perversos (“Stoker”) es un thriller con un electrizante suspenso, y está apuntalado por el trabajo férreo del director, quien impone una atractiva estética sumamente diseñada en cada escena. El cineasta coreano Park Chan-wook tiene experiencia en esto de conmocionar a los espectadores, basta con mirar la inolvidable Oldboy, que filmó en su país en el año 2003, para sentir el cachetazo en pleno rostro.
Los tres protagonistas por igual ocupan un lugar destacado dentro de la historia, pero es India (Mia Wasikowska, impecable) la que cohesiona la íntima tirantez de una convivencia forzada. La apariencia de la joven define su personalidad, su vestimenta no coincide en absoluto con su contemporaneidad. Huraña, no tolera que la toquen, introvertida, ella se sabe diferente, distinta a los demás aunque no puede explicarlo. Sus raras costumbres -sólo usa mocasines blancos y negros, por ejemplo-, la enfrentan diariamente con su mamá (Nicole Kidman), con quien tiene una relación complicada, de encontronazos frecuentes. Evie es una mujer refinada, educada en colegios privados, frívola. A cada una le cuesta ejecutar su rol primario de madre e hija, son opuestas, tienen cosas que reprocharse, y la presencia masculina del tío Charlie (Matthew Goode) entre ellas, no hace más que incrementar una tácita rivalidad y una tensión sexual de inciertas consecuencias.
La erupción de la intriga, las sospechas de una trama secreta que subyace a todo lo que vemos, se dispara, simplemente, con el primer plano que el director le hace a Charlie. Su carismática y a la vez misteriosa figura condiciona el entorno cerrado de esa enorme casa alejada de la ciudad, y lo altera todo. Las dos mujeres sienten la irresistible seducción de este hombre que repentinamente, tras un desgraciado episodio, aparece en sus vidas. Seguro de sí mismo, despliega su encanto entre las paredes del hogar, aturdiendo el estado de confusión de la joven India, quien todavía parece no saber quién es o qué le pasa. La calma emocional que en el pasado su padre le enseñó a controlar, ahora está sin ataduras, su vulnerabilidad es obvia. El intento del tío por recomponer las vinculaciones filiales con la muchacha, esconde intenciones dudosas.
En resumidas cuentas, en Lazos perversos la oscuridad interior de los personajes, se revela a través de hechos violentos repentinos o prefigurados. Un erotismo asociado a lo siniestro, hace tambalear la ética aburguesada. Los efectos de iluminación y la música del piano confluyen a cargar de tensión psicológica el ambiente. En sí, es una película de aprendizaje, de iniciación. India necesita encontrar la salida de su laberinto interior, saber cuál es su destino, y en esto lo consanguíneo resulta determinante.
“Al igual que una flor no elige su color, no somos responsable de aquello en lo que nos convertimos”, dirá la joven. Qué pasará, el final se acerca, lo escalofriante se intensifica, y nos cautiva cada vez más...

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