DE FRAGATAS Y LIBERTADES
Por Mariano Fernández
En la década del 70 Rumania vendió tractores a Zambia, un muy pobre país de África. A fines de los 90, ambas naciones acordaron la cancelación de la deuda por unos 3 millones. Un fondo inversor inglés persuadió al gobierno rumano de que le venda la deuda, por la que pagó apenas un poco más de lo que Zambia había ofrecido. Adquirida la deuda, el fondo demandó en una corte inglesa al país deudor por 40 millones de dólares, obteniendo un fallo favorable. Eso es un fondo buitre. Podríamos sugerir que esta operatoria requiere de una ayudita, un contacto en la corte inglesa y en el gobierno rumano, pero no lo haremos. Un fondo buitre generalmente es un conglomerado de inversores con sede en un “paraíso fiscal” (país donde las regulaciones impositivas son muy laxas o inexistentes, y el anonimato y el secreto bancario son las únicas normas rigurosas). Así, usted por sólo 690 euros puede iniciar una empresa en las Islas Seychelles o Cayman, que además son un paraíso terrenal. Si no le agrada el clima tropical puede hacerlo en Mónaco, Andorra o San Marino, entre otros. No es necesario residir allí y es posible desde una computadora dirigir su “empresa”. Luego, con dinero propio o de otros inversores, busca deudas. Inicialmente los fondos buitres desmantelaban empresas en EEUU, pero luego entraron en el mercado más grande: las deudas públicas, que no son otra cosa que las deudas de los países. Por ej., Argentina debe afrontar compromisos con el Banco Mundial o el FMI, y para ello emite bonos de la deuda, que son una especie de pagarés. Otras veces, se ha pagado deuda previsional con estos bonos; así jubilados han sido tenedores de bonos. Como dijimos, son promesas de pago a futuro por “x” valor. Esos bonos cotizan, esto significa que en el papelito dice que valen “x” pesos/dólares/euros (valor nominal) pero el contexto económico del país emisor, el riesgo de cobrarlo u otros factores, hacen que ese valor no sea el de comercialización. Entonces, los fondos buitres compran deuda pública en bonos o en cualquiera de sus formas a un valor bajo y pretenden cobrarlo a valor nominal siempre. Muchas veces han comprado deuda “defaulteada”, es decir un pagaré vencido. Usted dirá: es un negocio de riesgo. Nunca, jamás. Porque se amparan en gobiernos amigos, cortes allegadas y muchas veces, sino todas, son el azote financiero de las administraciones de países como EEUU. Los reclamos de Fondos Buitres son una herramienta más en las negociaciones internacionales de la administración Obama, como lo fueron con las administraciones Clinton, Bush hijo y padre. Si tal país no acordaba políticas económicas que tenían visto bueno en Washington, la corte estadounidense daba lugar a fallos favorables a fondos buitres en contra de ese país. Últimamente las cortes dieron fallos favorables a Argentina, sobre todo en EEUU y también en Suiza. Recuerde, nada es gratis.
Hoy los fondos buitres están en boca de todos por el caso de la Fragata Libertad. Un fondo trabó embargo sobre un bien del Estado argentino, como es la fragata, en un puerto de Ghana. El buque, no es lo que quieren lo acreedores. Es la humillación, el impacto en la opinión pública, lo que obliga a sentarse a negociar a gobiernos. Usted dirá: hay que pagar lo que se debe. Bien, también hay que aceptar que en la timba, se puede perder. Un juez federal (Ballesteros) dictaminó que la deuda externa Argentina es ilegítima y fraudulenta. Una deuda contraída por una administración no elegida por el pueblo no tiene legitimidad. Este gobierno y el anterior, son los que más deuda externa pagaron. Un dudoso privilegio. Eso tiene un costo, y para un país donde la inflación es real y no hay 82% móvil para jubilados, ese costo es elevado. Por las dudas, para aquellos defensores a ultranza de los compromisos internacionales, les dejo un recordatorio: hubo un país que negó deuda por haberla contraído otra administración. Fue EEUU, se hizo cuando le arrebató Cuba a España. Esa deuda nunca se pagó y prescribió. Nunca mejor dicho, ningún país resiste un archivo.
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