Libre asociación / Yo quiero a mi bandera

Por Carlos Bonino
carlosgbonino@gmail.com

“Aquí está, como el cielo refulgente”. Debe ser el cambio climático porque ahora el cielo se la pasa gris y con neblinas. Como el pelo y la vista de mi abuela. Las pastas caseras son como las industrias textiles, están desapareciendo. Los CDs se reemplazan por pen drives, Bauza por Sampaoli y en una bandera el 1810 por 1816. No sabemos dónde estamos parados. Ni sentados, agregó la Vice. En Sevilla se pierden las sillas y resolver el dilema no es cosa sencilla. A la ropa se la comen las polillas. ¿Los chalecos son los primos friolentos de las musculosas? O pueden ser una campera sciolista. No hay que reírse de los defectos físicos. Salvo que sean de personas que metieron la mano en la lata. Lo de la mano, no es literal.
“Aquí está la bandera esplendorosa que al mundo con sus triunfos admiró”. Debe hablar de otra Selección. Se terminó la novela, llega Icardi. Les va a robar la pelota a los amigos brasileros, va a engañar a las grandes o “maxis” defensas. Pero lo único importante será que la meta. Los goles tienen más poder de perdón que Francisco. En Roma nació un imperio, en París una revolución y en Casilda… el técnico de la selección (léase con voz de niño y haciendo ademanes con los brazos). Basta de fútbol (escucho esa frase al menos una vez al día). Este mes conoceremos los candidatos para las próximas elecciones. Hablemos de fútbol.
“Sube, sube, sube bandera del amor”. No tan alto, que me duele el cuello. Hay que pasarse azufre, dicen que saca el aire, un pelotazo en la panza también. Puras supersticiones. Como el horóscopo, las Flores de Bach o la pobreza cero. Tengo frío. Primavera 0, diría Cerati. La soda y el agua con gas, ¿son lo mismo? ¿Lázaro y Cristina? ¿Las patillas y los ojos azules? ”Ojos de cielo, ojos de cielo, no me abandones en pleno vuelo”, le cantaban los jugadores del Chapecoense al piloto. Sirve para cubrirse de la lluvia, lo usan los detectives y es el hermano mayor del cosito ese para poner los muffins. Antes le decíamos magdalenas. Ahora gatos. Mejor pongo un punto y aparte, si no termino hablando de “miauricio”.
“Azul un ala del color del cielo, azul un ala del color del mar”. “Es que este amor es azul como el mar azul, como el azul del cielo nació entre los dos”. ¡Qué grande Cristian, tuvo la misma inspiración que Belgrano! De Arequito es la Sole. El folklore se ha renovado, Tinelli no. Siempre lo mismo: se pelean, sacan los trapitos sucios, amagan con bajarse y después terminan transando. Así son los armados de listas para las elecciones. En el cuarto oscuro podemos votar y botar. ¿Eso sería rebotar? Es cuando las chicas te dicen que no. En los boliches me parecía a una pelota de básquet. Ahora a una de tenis usada. Pero nunca a una de rugby. Que se rompa, pero que no se ovale. ¿Será verdad que Colón paró un huevo? ¿Será cierto que Neil Armstrong pisó la luna? Se va a enojar el Polaco.

“Desde el altiplano al sur. Desde el mar azul a la cordillera. Yo siempre que mire al cielo, voy a encontrar mi bandera”. Siempre mirando para arriba, ¿Belgrano habrá sido enano? Era abogado. Bueno, nadie es perfecto. “A cara de pipa la verdad es que le ganó la gravedad”. La manzana se parece a una rodilla, porque si se golpea se machuca. Cuando se golpea mucho, se machaca. Ajo, anchoas y crema. Lo único bueno del invierno son las comidas. “Lo malo de los besos es que crean adicción”, como Netflix. En unos años la televisión podría desaparecer. Mirtha haría almuerzos virtuales, Susana te llamará por telepatía y Marcelo mostrará culos por WhatsApp. Y usted, ¿ya tiene su bandera planchadita, planchadita, planchadita?


No hay comentarios:

Publicar un comentario