El fútbol y lo bello


El fútbol y lo bello, mal que nos pese, quizás van de la mano.
Para el público femenino el ser “buen jugador” de dicho deporte, está intrínsecamente ligado con ser “lindo”. Generalmente las mujeres medimos ambas cosas con la misma vara, tal como si no pudiéramos distinguir una habilidad deportiva de una apariencia, y de hecho, no podemos… O me van a negar que alguna vez han oído cosas como: “ni es buen jugador ni es lindo”; “no sé si es buen jugador pero es tan lindo que con eso alcanza”; “dicen que ese jugador es bueno pero es tan feo que no se lo puede mirar”.
Y hay tanto para agregar a esta lista negra…
Es así, debemos admitirnos como somos: observadoras y críticas de la belleza en las canchas, y no precisamente de la belleza del deporte en sí, sino de las bellezas que lo rodean y lo juegan.
Cada jugador tiene su encanto: buenas facciones; buen abdomen; buenas piernas (músculos en general y a granel); buena pinta (completo, con pilcha y todo); buen estado físico; o innumerables pequeñas porciones corporales o habilidades que exceden al deporte…
Creo que con el tiempo las mujeres nos hemos avivado. Ayer fútbol era sinónimo de aburrimiento, de hombres reunidos con los “pelotudos” de los amigos, domingos con planes frustrados… Hoy por hoy, siguiendo la lista de conquistas femeninas, no sólo vamos a la cancha sino que también disfrutamos del espectáculo de masculinidad, exprimimos al máximo el tiempo libre que ellos nos regalan ocupándose del fútbol y lo optimizamos a más no poder (compras compulsivas, spa, paseos solas o acompañadas, mates con amigas, etc. etc. etc.); y en el mejor de los casos, si la edad, el cuerpo, las facciones y la suerte nos acompañan, logramos convertirnos en “botineras” y vivimos como reinas por el resto de nuestras vidas, sin entender un corno de fútbol…

Por Sol Di Frente

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