EL ARPA
CLÁIRSEACH
Por Ana Guerberof
ana.guerberof@gmail.com
Desde Irlanda
El
símbolo nacional de Irlanda es el arpa y dicen que es el único país del mundo
que cuenta con un instrumento musical como emblema. El arpa de Brian Boru se
encuentra en la biblioteca de Trinity College (la universidad más antigua de
Irlanda) y sirvió como modelo para acuñar las primeras monedas tras la
independencia del imperio británico a principios del siglo XX. Aún ahora sigue estando
presente en el reverso del debatido euro. Esto dice mucho de lo arraigada que
está la música en la cultura pero también en la vida cotidiana de los
irlandeses.
Se
ha escrito mucho sobre la historia de la música irlandesa pero para ofrecerles unos
datos sucintos: la afición viene de antaño y está enraizada en la tradición
oral irlandesa, el arte de contar historias que pasan de generación en
generación y que en la antigüedad iban acompañadas de un arpa mientras se
contaba un evento, se recitaba un poema o simplemente se cantaba. Los reveses
históricos marcaron los distintos estilos musicales y la inclusión o abandono de
ciertos instrumentos. Ustedes seguramente conocerán innumerables grupos de
origen irlandés como Van Morrisson, U2, The Corrs, The Cranberries, Enya, por
nombrar unos pocos dentro de una larga lista de bandas “comerciales”, pero
también existen muchos otros, menos conocidos, aunque de indudable calidad.
Pero
no hace falta subirse a un escenario o tocar delante de un público para
comprobar la afición por la música de este país. El interés no es la adulación
o la fama (como ocurre con esos nefastos programas televisivos que intentan
descubrir estrellas) sino con el deseo de compartir con un grupo de amigos,
expresarse y pasarlo bien, el famoso craic
(la primera palabra en gaélico que suelen aprender los turistas al llegar y que
viene a ser algo así como diversión). Es frecuente que en una misma familia
varios de sus integrantes toquen un instrumento (o varios) y canten en familia
o con amigos. Mientras meditaba sobre este aspecto tan marcado de la vida por
estos lares, llegué a la conclusión de que la música forma parte de la cultura
de casi todos los países, es una forma de expresión artística no exclusiva de
aquí, claro, pero que forma parte del ser irlandés más especialmente que en
otros lugares. En cualquier pueblito que se encuentre en un cruce de caminos
apenas salpicado por algunas casas y sometido a las inclemencias del tiempo
(que son diarias y se prolongan durante todo el año), uno puede tomarse una
pinta de Guinness (cuyo símbolo
también es el arpa pero girada hacia la derecha) acompañado por el suave sonido
de una guitarra, una flauta, un violín, un acordeón, un bodhrán (un instrumento mezcla entre tambor y pandereta que parece
comunicarse con la Pachamama, como el bombo argentino. Al escucharlo es como si
la tierra te susurrara una historia ancestral). Otras veces, sencillamente todos
entonan canciones espontáneas al final de un casamiento o casi de cualquier
celebración (sí, es cierto, el alcohol ayuda). Canciones que suelen hablar de
la tierra y, con frecuencia, del desarraigo y del ansia de volver al hogar. La
temática no es de extrañar con el elevado número de emigrantes con que cuenta
la isla a lo largo de los últimos siglos por motivos económicos y políticos.
El
uso que hacen los irlandeses de la música como vehículo cultural, remedio a las
penas y como forma de estrechar lazos con la comunidad, es, casi diría,
terapéutico. La música nos afecta de formas difíciles de explicar, evoca, sin
lugar a dudas, un abanico de emociones y quizás por eso mismo aquí, dadas las “extremas”
condiciones climatológicas y la historia, su forma de expresión se apoya más en
la música.
¿Y
ustedes creían que yo les iba a hablar de Repsol YPF? Con todo lo que tengo
para contarles de Irlanda es difícil entretenerse en cosas que, al final, poco
tendrán que ver con nosotros, ciudadanos de a pie, y mucho más con los poderes
que parecen siempre salir beneficiados.
Me encantó Ana. Verdad que sí que la música es mucho en la vida de Irlanda. Gracias por compartir.
ResponderEliminarT
Siempre interesantes tus entradas, me alegra saber que hay un país en el mundo donde la música no es sólo un entretenimiento para comerciar las grandes multinacionales o las televisiones, y que, lamentablemente, ha abandonado la vida cultural, el tejido social, sino que mantiene su espíritu original de impregnar las actividades de ocio, sociales y los momentos clave (y también, los cotidianos). Aquí, con una ayuda de las instituciones (que con su complejo de provincianos han aplicado un concepto de cultura cosmopolita de manual nauseabundo y casposo), la visión distorsionada de los medios de comunicación (como bien dices) y más cosas (para no alargarnos), se han cargado la música en directo en pequeños locales y el ya escaso circuito musical que existía en esta ciudad, Barcelona.
ResponderEliminarGràcies Ana.