UNA CHILENA A
LOS OSCAR
Por
Lorena Bellesi
bellesi_lorena@hotmail.com
El día diez de enero se
dieron a conocer, en una simpática y breve ceremonia, las nominaciones a los premios
Oscar. Grato fue enterarnos que la cinta chilena NO, del director Pablo
Larraín, fue seleccionada para competir en la categoría mejor película de habla no inglesa. Las chances de alzarse con la
estatuilla no son muchas, ya que el film de Haneke, Amour (Austria), es sobradamente el favorito. Lo genial de esta
circunstancia es que desemboca en una creciente curiosidad por parte de los
espectadores, interesados en saber la trama de un film cuyo nombre resulta ser
casi insustancial.
Basada en la obra teatral El plebiscito del escritor Antonio Skármeta, NO reconstruye pormenorizadamente, un trascendental hecho histórico chileno, el
fin de la dictadura de Augusto José Ramón Pinochet Ugarte. En el año 1988, el
presidente del país trasandino se vio obligado, por presiones internacionales,
a legitimar su poder, tras permanecer quince años como jefe de Estado, luego
del Golpe Militar del ’73. Afrontando tales intimidaciones, el gobierno llama a
un plebiscito para que el pueblo decida si Pinochet debe seguir o no al mando. La
campaña duraría veintisiete días, y cada una de las opciones –SÍ/NO- contaría
con quince minutos diarios en televisión para difundir su punto de vista. Por
primera vez, después de muchos años, una voz disidente se escucharía
públicamente, por lo tanto las estrategias de persuasión debían ser analizadas
y ejecutadas solícitamente por ambas partes opositoras. Apelando a un estilo cinematográfico
intimista, con una estética realista -próxima al video “casero”-, una reconstrucción
de época sólida y combinando escenas ficcionales con material de la época, la
película desentraña la creativa e inesperada campaña promocional de la opción
NO, liderada por el publicista René
Saavedra, interpretado por el mexicano Gael García Bernal, joven recién llegado del exilio.
La concertación de
todas las fuerzas políticas opositoras al régimen de Pinochet, tiene el
objetivo de generar concientización
social acerca de los abusos, la violencia, la impunidad ejercida desde el Estado.
Por eso, a muchos les parece una sinrazón, organizar una campaña de disidencia
basada en la alegría. Los esfuerzos de los partidarios del NO por acaparar la
preferencia de un pueblo desesperanzado y temeroso, desacostumbrado a la
democracia, siguen todas las maniobras de la cultura de la publicidad. Para René se trata de “vender”, de estar
ofreciendo un producto, por eso se aleja del lugar común, de lo meramente
documental para desenmascarar la mentira del gobierno. Prefiere, entonces, el
jingle, el chiste, el video clip, el arco iris, el eslogan: “Chile, la alegría ya viene”. Lo
reconoce abiertamente, se trata de utilizar un lenguaje publicitario, que es
universal, atractivo, optimista, pero sustentado por un fuerte concepto
político. El pensamiento positivo, animado, predice un futuro prometedor, capaz
de encarnar en la vida cotidiana de las masas populares. Estos corajudos
hombres fueron capaces de promocionar un porvenir iluminado, en un lugar
castigado por el silencio y las injusticias.
Ciertamente, el aparato
estatal –y sobre todo la policía política- no tarda en ejercer una obstrucción
continua hacia lo discrepante, visto como enemigo. Amenazas, persecuciones,
censura, se hallan en función del objetivo de propagar el miedo. El
desacreditar al otro suele ser una vía de ataque muy común, cuando los
argumentos que se defienden son insostenibles. “El marxista aunque se vista de seda, marxista queda”, dirán los
simpatizantes del SÍ.
La película no narra
una gesta, sino una inteligente táctica de seducción, en un mundo donde el
capitalismo se hace presente a través de su lógica de consumo. Muy bien
contada, ágil, con saltos permanentes de un escenario a otro, abre la discusión
acerca del potencial impacto en la ciudadanía, del accionar de las diversas
corrientes políticas. ¿Tan fácil de manipular y previsibles somos? Una cosa es
indiscutible, a cualquier disposición dictatorial decimos, NO+.
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