¿Cómo tratamos a nuestros mayores?


 

Por Sofía Petri / Trabajadora Social

El 15 de junio se conmemora el Día Internacional de la Toma de Conciencia del Abuso y el Maltrato hacia los Mayores y el 21 de ese mismo mes se festeja en Argentina el Día de la Ancianidad. ¿Cómo tratamos a nuestros “viejos”? Violencia simbólica, falsas creencias sobre ellos y otras cuestiones relativas que nos obligan a repensarlos y repensarnos como individuos y como sociedad.

De acuerdo a  lo establecido en la Primera Asamblea Mundial sobre Envejecimiento, realizada en Viena en 1982, adulto mayor es toda persona de 60 y más años de edad. No obstante, aunque se realicen esfuerzos para categorizar a las personas de acuerdo a un criterio cronológico, la realidad muestra que no hay un punto de inflexión único para establecer el comienzo o fin de una etapa vital. Por el contrario, el proceso de envejecimiento es distinto para cada persona, y está determinado por factores  biológicos, psicológicos, sociales; constituye una experiencia singular, concreta, marcada por las huellas de trayectorias de vida.

Violencia y maltrato
En  el actual contexto se observan  día a día situaciones que violan los derechos de los adultos mayores: abandono, negligencia, violencia física y verbal, barreras arquitectónicas, abuso financiero, ausencia de leyes específicas de protección, etc.
Sin embargo existe otro tipo de violencia de la que poco se dice: la violencia simbólica. Ésta es la que impone significados que se legitiman y permiten la subordinación y el ejercicio del poder. Se transmite por mensajes, íconos o signos que reproducen relaciones de dominación, desigualdad y discriminación que naturalizan o justifican la violencia. Son ideas,  creencias y representaciones que difunden desprecio o burla, emiten temor o desconfianza.
El imaginario acerca de la vejez es generalmente negativo, dado que vivimos en una cultura que sostiene un paradigma juvenil de belleza, asociado con el vigor y la productividad.
Veamos cuáles son algunas de las falsas creencias y representaciones sociales en torno a los adultos mayores:
·         Los adultos mayores no son capaces de incorporar nuevos conocimientos.
·         Utilización del término “vejez” como sinónimo de  enfermedad, discapacidad y/o dependencia.
·         "Jubilarse del trabajo implica jubilarse de la vida". Visión de la vejez como etapa de pérdidas y pasividad.
·         Los ancianos no tienen vida sexual, no se enamoran.
Éstos y otros prejuicios se encuentran muy extendidos en la sociedad actual, la cual, como se expresó anteriormente, venera la juventud, el consumismo y la productividad.
Es necesario entender que cuando se habla de violencia no debemos remitirnos sólo al maltrato físico, la negligencia u otras formas de abuso (hechos que indudablemente debemos repudiar y denunciar). También tenemos el deber de cuestionarnos como sociedad, con el objetivo de elucidar cuáles son las representaciones sociales, imágenes y creencias que se tiene de esta etapa de la vida, las que, sin duda, conducen a un tipo de violencia más difícil de detectar, ya que se ejerce de modo indirecto e incluye concepciones ampliamente  naturalizadas.
Para concluir, invito a todos a reflexionar, desnaturalizar y superar las creencias, significados y representaciones negativas que se tiene de la vejez, para comenzar a visualizar a los adultos mayores como sujetos de derecho, incorporar una concepción de vejez y envejecimiento productivo, óptimo y activo que nos permita considerar a esta etapa de la vida, como una etapa de nuevas realizaciones, en la que las pérdidas van acompañadas de ganancias y  aspectos positivos. Vale la pena.

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