Foto: Leo Malizia
Texto: Alejandra Tenaglia
“A la estación”,
le dijo al taxista, después de acomodarse al lado de los bolsos, pegada a la
ventanilla, con la mirada en cualquier parte de ese afuera que ya no vería. Que
ya no quería volver a ver. Que ya mismo olvidaría si existiera la fórmula certera.
Recostó algo vencida su cabeza en el asiento. Pestañeó largo para contener las
lágrimas que, escaparon prontas ni bien abrió sus ojos, fundiéndose con el
paisaje, pensando al ver la cruz de una iglesia: “ayudame Diosito, ayudame en
esta…”
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