Al don pirulero - Marzo 1a quincena


A CADA CUAL, UNA RESPONSABILIDAD

Por Marina Moya / Lic. en Trabajo Social
marinamoyaj@hotmail.com

Compartimos la crianza de nuestros hijos/niños, con otros.
Ya sea por el trabajo, por las ocupaciones domésticas y/o de cualquier tipo, los niños cada vez desde más pequeños, son criados en forma conjunta por la familia extensa –abuelos/as, tíos/as, primos/as, hermanos/as- por amigos, vecinos o por personal de las instituciones que ofrecen espacios de atención y cuidado. En general no es una decisión sencilla, pero la mayoría de las personas en algún momento –siendo el límite máximo el Jardín de 5 años (antes preescolar), educación obligatoria- debe tomar la decisión y elegir espacios de inclusión socio-educativa para que nuestros pequeños retoños se inicien en el camino de la socialización, haciendo camino al andar.
El caso del Jardín Tribilín, de San Isidro, que saltó a escena a principios del mes de febrero, generó una especie de contagio de la indignación, y hasta que se demuestre lo contrario, todas y todos son sospechosos. Sin dudas lo que allí quedó expuesto, es espantoso. Atentar contra niños que van desde los 45 días hasta los 4 años, pequeños que aún no hablan pero que sienten, y escuchan, y también somatizan, hacen síntoma con su cuerpo, y sus caprichos… La sociedad toda se revela y levanta frente al atropello del maltrato a la infancia.
Caben responsabilidades de todo tipo –desde las maestras y dirección del Jardín, pasando por la municipalidad de San Isidro, el gobierno provincial y por último los padres- y se cruzan casi transversalmente intereses políticos que intentan beneficiar o desprestigiar a los unos y los otros.
¿Pero cuánto de hipocresía hay en nuestra indignada sociedad que “ve la paja en el ojo ajeno y no ve la viga en el propio”?
No se puede correr la responsabilidad que sí existe en personas que están para cuidar, contener, educar, y en cambio movilizan la violencia mediante amenazas e insultos a niños que por definición, son indefensos. Pero a la vez, este hecho puntual y mediático –que lamentablemente no debe ser el único caso-, puede ser usado para re-pensar nuestra forma de tratar a los niños. Los síntomas no son sólo los que produce el aula, no son sólo los que construyen las instituciones o se generan con los demás. ¿Cómo agudizar los sentidos para también mejorar la forma en que nosotros nos comunicamos y relacionamos con nuestros propios niños? Las “amenazas” –con la Policía, “el cuco”, “el vecino de la otra cuadra”, la oscuridad, etc.- no son un mecanismo que sólo utilizan las “Yaninas del Tribilín”; ni el “callate”, ni la agresión, ni el descrédito, ni la subestimación.
Los docentes y los que están frente a los grupos tienen una gran responsabilidad, puesto que la sociedad les ha dado una gran tarea y deben asumirla con dignidad; pero no menos importante es nuestro rol de padres, madres, abuelos, tíos, primos, amigos y adultos en general.
En tal sentido Flor Monfont escribió “La crianza es una tarea compleja: cuidado y educación van de la mano. El niño aprende cosas pero a la vez constituye su aparato psíquico, su constitución subjetiva; entonces las experiencias culturales que ahí suceden no son menores. No es lo mismo cambiar a un bebé a las apuradas que tomarse un tiempo. No es lo mismo tirarle un juguete para que se entretenga que ofrecerle un objeto, tentarlo, estimularlo. No es lo mismo crecer con música que sin música. No es lo mismo un niño narrado, mirado y jugado por un adulto preparado para esa tarea que uno librado al cuidado de lo disponible”[1].
Y para no ser menos, permítame lector concluir con que, sin pasar por alto estos sucesos que estallan en los medios, importantísimo es que también “cada cual atienda su juego, y el que no, una prenda tendrá”.



[1] http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/las12/13-7849-2013-02-21.html

No hay comentarios:

Publicar un comentario