De a uno – De a pocos – De a muchos
Walter Gioacchini es chabasense, tiene 50 años y hace ya
más de la mitad de su vida que trabaja de manera efectiva en Aceitera Chabás
(en agosto cumple allí 27 inviernos). En esa empresa que supera la centena de
empleados, se desempeña como Supervisor de Descarga y Almacenaje de Semilla. Con
este hombre que recibió en su momento una mención, por no faltar un solo día en
7 años a su fuente laboral, dejamos inaugurada la presente sección en la que,
lo que no puede faltar, es el querer lo que se hace.
¿En qué consiste tu rutina de trabajo?
Una vez
que llego voy a mi oficina, tomo el casco, la radio y salgo a recorrer mis
sectores: las tres rampas, pre limpieza de semilla y las secadoras de recepción
para ver las novedades que dejan anotadas los turnos anteriores. Además de ver
si hay algo para reparar, controlar el orden del sector y coordinar los
trabajos de descarga con el sector de calado y las reparaciones con sector
mantenimiento.
Cuando comenzaste con el presente trabajo, ¿tuviste la
posibilidad de elegir entre este y otro/s? ¿Por qué elegiste éste?
Sí,
antes de trabajar aquí, tenía reparto de gas en garrafas, que vendí en su
momento al “Vasco” Urrestarazu. Preferí la Aceitera por los beneficios de tener
un sueldo seguro y fijo.
Cuando eras chico, ¿qué soñabas con ser o hacer de
grande?
De
chico nunca pensé trabajar en una industria, pensaba trabajar en el campo.
¿Cuál es el motor que te pone en movimiento cada mañana, para
salir a trabajar?
El
motor que me pone en movimiento cada mañana, principalmente, es sentirme útil;
sentir que puedo ser útil a la sociedad y sobre todo a mi familia.
¿Qué sentís que aportás con tu trabajo?
Primero
dignidad para mí y para mi familia. Ejemplo para mis hijos y nietos; también
conocimiento, experiencia para los jóvenes que están y los que vendrán, ellos
son y serán los que manejen cada sector de esta industria. Hay en el Martín Fierro (libro de José Hernández)
algo muy importante para el trabajador: Debe
trabajar el hombre para ganarse su pan; pues la miseria, en su afán, de
perseguir de mil modos, llama a la puerta de todos y entra en la del haragán.
Además de un sueldo, ¿qué te aportó tu trabajo?
El
sueldo es muy importante, sí, pero también lo es el conocimiento de cada
rincón, de cada sector, que uno fue y sigue adquiriendo a través de los años.
¿Sin qué objetos te sentís “desarmado” a la hora de ir a
trabajar?
En mi
caso son los botines, ya son parte de uno a la hora de ir a trabajar. Incluso
si saliera de urgencia, fuera del horario, es lo primero que me pongo.
¿Qué es lo que más disfrutás de tu trabajo?
Lo que
más disfruto son los logros personales. Que después de una cosecha, un llenado
de australianos, o de una auditoría por ejemplo, sea todo con resultados
favorables, da mucha satisfacción, ya que nos lleva horas de trabajo,
dedicación, control, etc.
¿Qué es lo que menos te gusta de tu trabajo?
Una de
las cosas que me molesta muchas veces, es el desinterés por mejorar, por
aprender, de algunas personas.
¿Qué cosas te enojan?
Me enoja
lo poco solidarios que podemos ser a la hora de colaborar con las
instituciones, en especial con las escuelas.
¿Le temés a algo? ¿A qué?
Siempre
temo a quedarme sin trabajo, a no tener algún sustento para mi familia. Del
empleo no sólo sale un sueldo, sino el ánimo de sentirme útil y proyectar cosas
para uno mismo y para la familia también.
¿Tenés alguna frase de cabecera?
No sé
si de cabecera, pero es así: “Lo que yo no haga, nadie lo hará por mí”.
¿Cuándo te gustaría “bajarle la persiana” al trabajo?
Creo
que los 65 años para jubilarse es mucho; pero sé que cuando me jubile, seguiré
haciendo algo que pueda, que me entretenga y me siga haciendo sentir útil, sólo
que sin cumplir horarios y con más tiempo libre.
¿Qué te gustaría hacer en ese tiempo que te quedaría
disponible?
En ese
tiempo libre disfrutaría de y con la familia. Además, me fui haciendo de a poco
un galponcito, me gustaría hacer algo de herrería ya que fue mi primer trabajo
con Héctor L. Díaz, de quien aprendí el oficio y me gustó mucho.
¿Qué es la vida?
Para mí
la vida es como la escuela, todos los días aprendés cosas nuevas, tanto del
intelecto como de las emociones, del ida y vuelta con la gente. Siempre hay
para aprender… y eso es muy bueno.
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