Texto: Alejandra Tenaglia
Foto: Leo Malizia
Cerrá bien la canilla. No cierra. Probá. Ya probé; el sábado cuando lavé el auto pasó lo mismo... ¿Y no pensás hacer nada? Mirá, puedo aprovechar que ya salí de trabajar y ponerme a rezar acá en el patio, de rodillas frente al supremo, para que la arregle; o escribir un manifiesto en contra de los problemas domésticos; o pará, mejor un poema así la enamoro –a la canilla digo, ¿no?- y logro que amablemente cierre su boca acuosa; o… Ricardo, yo te adoro así… así como sos; pero ¿¡no podrías simplemente llamar a un plomero!?
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