Con la mano en el pecho / Claudia Heredia - Septiembre 2º



CANDIDATOS A PTE. COMUNAL

“APENAS TERMINÉ EL SECUNDARIO, EMPECÉ CON DOS AMIGAS A ESTUDIAR MAGISTERIO”

Por Carlos Bonino
carlosgbonino@gmail.com

Todo concluye al fin, todo termina; dice la canción. En esta edición de El Observador, les presentamos a la sexta aspirante a la presidencia comunal.
Con Claudia Heredia, candidata por la lista “Participación Solidaria” del Frente Progresista Cívico y Social, cerramos el círculo de entrevistas y nos preparamos para las elecciones generales del 27 de octubre.
El encuentro se produjo en el local partidario del Socialismo, donde ayudados por los mates fuimos combatiendo uno de los últimos días de frio de este año y charlando sobre la vida de Claudia.

¿Quiénes son tus padres? ¿Dónde creciste?
Mi papá es Juan Heredia, fue carnicero durante la semana y mozo los fines de semana. Trabajaba de mozo en “Mi Tutú” (la gente grande se acordará de ese lugar). Lo hizo hasta que cerró.
Mi mamá es María Virginia Noriega, conocida como “Pocha”. Cuando yo era chica, vivíamos frente a la Escuela 142, donde hice la primaria. Ella en ese entonces trabajaba en casas de familia. Después tuvo una verdulería, siempre tratando de rebuscársela.
Algo que siempre les agradecí a mis viejos, es que estando en la situación económica que estábamos, que no era para nada cómoda, cuando hubo que decidir, si seguíamos el secundario o íbamos a trabajar a un taller de costura (porque eran las opciones de ese momento), dijeron:  “van a estudiar al secundario”.
La secundaria la hice bien. Estuve becada muchos años por la firma Jakas Kokic Ivancich y Cía., me compraban los libros, y eso me ayudó a terminar.

Cuando estabas en la secundaria, ¿la docencia era una idea de futura profesión?
Sí. Lo primero que me tiró fue ser profesora de Educación Física. Pero recuerdo una clase, en la que lloraba porque me daba cuenta que no tenía aptitudes y no iba a poder hacerlo. En quinto año se me fue esa idea, a pesar de que teníamos un equipo de pelota al cesto con el que llegamos a jugar en Rosario y le ganamos al Misericordia de Casilda. Así que apenas terminé el secundario, empecé con dos amigas a estudiar magisterio en Casilda.

¿Trabajaste mientras estudiabas?
Con diecinueve años, sin recibirme, empecé a hacer algunos reemplazos. También trabajé en la librería de Héctor Grau, que estaba por calle San Martín. Hice algunas cosas en una mutual para autónomos. Siempre trataba de tener algún ingreso.

¿Cómo fueron tus primeros años en la docencia?
Comencé con pequeños reemplazos en la Escuela 208, y me acuerdo que un 2 de mayo agarré un grupo y seguí hasta fin de año. Pero yo quería ser profesora de Letras. Entonces, cuando tuve la oportunidad de titularizar, elegí irme a Rosario para estudiar el profesorado de Letras en la UNR. Fui, trabajé, me metí en la Facultad, pero no la terminé, me quedaron cuatro materias. No es algo que tenga cerrado, tengo casi cincuenta años y no descarto terminar la carrera.

¿Cuándo y cómo te fuiste a vivir a España?
Nos fuimos en el 2004 y estuvimos hasta el 2008. Fue un proyecto laboral de mi marido. Vivíamos en Baiona, cerca de Vigo, dentro de la Comunidad Autónoma de Galicia, al norte de España, cerca de la frontera con Portugal.

Dando vuelta la pregunta de sobre qué se extraña estando afuera, cuando te tocó volver,  ¿qué añorabas de España?
Lo que a mí me asombraba estando allá, era la casi nula inflación. En un año las cosas aumentaban céntimos.

Estando ya acá, ¿te sorprendió la crisis europea?
Estando todavía en España, había algunos indicios. Donde estábamos nosotros el principal trabajo era la construcción, y se había parado todo.
No se notaba mucho en vacaciones, porque las costas gallegas se llenaban de turistas, principalmente de Madrid. Ellos hablaban de crisis, pero estaban todos de vacaciones. Nosotros les decíamos que no tenían idea lo que era una crisis.

¿De qué trabajabas allá?
Intenté trabajar en la docencia, pero allá el título es universitario. Entonces lo descarté porque tenía que hacer la carrera de nuevo. Así que empecé a trabajar, de lo que todo inmigrante trabaja cuando no tiene un título homologado bajo el brazo: en la cocina de un restaurante. Fue una experiencia muy linda, con un grupo de uruguayos, paraguayos, venezolanos y la jefa era gallega. Muy buena mujer. El marido es argentino y el lugar se llama “El Rincón Argentino”. Estuve ahí hasta que me vine.

Cuando volviste, ¿retomaste inmediatamente la docencia?
Sí. Me inscribí en las escuelas de acá y en la de Rosario donde había trabajado. Me empezaron a llamar de allá. Yo necesitaba el trabajo, así que tuve que empezar a viajar otra vez.

Dejando el trabajo y pasando al ocio, ¿cuáles son tus gustos personales, qué te gusta hacer?
Una de las cosas que más me gusta hacer es leer.  A veces  lo hago por necesidad, porque a mí me gusta estar formada y actualizada dentro de mi profesión y mi carrera política. Dentro del placer por la literatura, me gustan los clásicos que suelo volver a leer cada tanto.

¿Televisión mirás?
Veo muy poco. Algo de noticieros y alguna serie.

¿Cine?
Ahí sí, me gusta mucho. La última que fui a ver fue Metegol, me encantó. Da orgullo saber que es una realización argentina.

Tuviste la oportunidad de vivir en Europa; de Argentina ¿qué conociste?
Conozco lo típico. La Costa, Córdoba, pero me falta muchísimo. Me gustaría mucho recorrer el país. Aunque sea con bastón, pero algún día lo quiero hacer.

¿Qué uso le das a internet?
Recuerdo que al principio me resistía mucho, pero de a poco fui metiéndome. Ahora no soy una experta, pero me defiendo bien. La uso mucho para leer diarios y estar actualizada en diferentes temas. La verdad que es una herramienta poderosísima, hay que ser conscientes que no todo lo que está en una página es cierto. Pero tomando los recaudos necesarios, hoy en día internet es algo fundamental. Creo que la educación debe ayudar a un mejor uso y comprensión del universo virtual.
Con las redes sociales me fui amigando de a poco. Empecé a usar Facebook cuando estaba enferma, y me sirvió para estar en contacto con la gente.

De Chabás, ¿qué lugar te gusta?
A mí lo que me parece hermoso, es el Parque Centenario. Un lugar muy lindo para reunirse con los chicos, para estar al aire libre.

Para cerrar, un ping pong fundamental:
Medialunas dulces o saladas: dulces.
Pastelitos  de membrillo o batata: batata.
Café de filtro o instantáneo: instantáneo.
Invierno o verano: verano.



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