Apenas transcurrido el día del maestro, en
vísperas de la llegada de la estación que hace reverdecer el paisaje y de los
festejos del estudiante, salimos a la calle con esta edición Nº 50.
El número redondo permite sacar cuentas
rápidas, aproximadas: cientos de textos de opinión, 50 temas tratados en
profundidad en las páginas centrales con sus correspondientes tapas alusivas,
decenas de personas escribiendo, otras tantas entrevistadas, fotos conmemorando
efemérides en la sección de Leo Malizia que convierte los “días de” en
imágenes.
¿Cuántas veces habrá usted, asentido con un
gesto silencioso frente a un texto, lo que allí se decía? ¿Cuántas otras habrá
cerrado el periódico enojado, por un desacuerdo ideológico o de tinte más
privado y difícil de imaginar? Críticas, halagos, alguna lágrima de emoción, un
replanteo personal, un punto de vista que amplió-cambió-robusteció su propia
visión de tal o cual hecho, una historia de ficción que siempre lleva en su
seno principios de realidad, haciéndolo levantar la mirada para reescribirla en
su fuero íntimo.
Si algo de todo ello, sucedió, la
justificación de nuestra existencia está salvada. Lo único que no nos salva,
como medio de comunicación y también, claro que sí, como simples humanos, es la
indiferencia de los demás.
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