CAMPEÓN
MUNDIAL EN 1963 Y 1966*
Por Garry
Para entender la seguidilla de títulos
ajedrecísticos durante los años ´50 y ´60 hay que recordar que Botvinnik
guardaba para sí una artera revancha, de modo que aunque fue batido por Tal y
Smislov, en sendas ocasiones recuperó el título.
Tigran Petrosian perdió a sus padres
durante la guerra y a los 15 años se erigió sostén de sus hermanos. Trabajó
como portero de un edificio hasta que pudo formarse como serio jugador.
Compartió su pasión por los trebejos con el gusto por la música, de modo que en
muchos torneos ofreció su arte al cantar para todos.
En su preparación y formación como
maestro influyeron Capablanca y Niemzowitch. Aarón Niemzowitch no ha sido
tratado en estas notas porque jamás fue campeón, pero sí fue uno de los más
fuertes jugadores del mundo, creador de una escuela de pensamiento y autor de
dos de los libros más leídos en la materia: Mi sistema I y II. Con estos
referentes no es de extrañar que el estilo de Petrosian fuera sólido, muy poco
dado a los riesgos, de una claridad meridiana y con una capacidad de resolución
de las posiciones simplemente brillante en su simplicidad.
Sabido es que toda gran obra literaria
parece sencilla, se lee fácil, pero esa sencillez vela la extrema complejidad
de su escritura, la mucha capacidad de su autor. Las partidas de Tigran son
prueba de lo que digo, las jugadas se suceden y uno cree que todo está bien,
que allí nada peligra, y, de repente, el rival está perdido. Por el contrario,
cuando alguno creía que Tigran iba a perder… ¡zas!, surgían tablas
infranqueables. ¿De dónde? ¿Cómo? ¿Si esa pieza estaba mal ubicada? ¿Si la
calidad perdida…? (Calidad: diferencia teórica de valor entre Torre y Caballo,
o Torre y Alfil.)
Tigran podía prever el peligro muchas
jugadas antes de que este materializara y, por tanto, siempre tenía la maniobra
salvadora a mano. Es curiosa esta capacidad de previsión que en otras áreas del
arte o de la ciencia no se aprecia.
Petrosian solía escuchar música durante
las horas previas a sus partidas. Al batirse por primera vez con Botvinnik
escuchaba la 5º sinfonía de Tchaikovsky; como cayera vencido se pasó al Primer
Concierto para piano y se impuso al cabo: ¡Petrosian nuevo campeón!
Tigran defendió su título con éxito
ante Spassky en 1966 (la FIDE
anuló la cláusula que permitía a Botvinnik sus revanchas injustas). Al cabo de
este ciclo Spassky volvió a ganar el torneo de candidatos (1969). Una vez
destronado, Petrosian jugó en Buenos Aires la final del Candidatos contra la
leyenda americana, el díscolo Fischer, pero estas historias las veremos en próximas
notas. Hasta entonces.
*
En 1963 venció a Botvinnik y en 1966 a
Spassky.
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