“CANTO
GENERAL”
Por Julieta Nardone
julietanardone@gmail.com
“Yo vengo a hablar por vuestra boca
muerta / (…) Dadme el silencio, el agua, la esperanza. / Dadme la lucha, el
hierro, los volcanes…”
Próximos al 12 de octubre, fecha en la que conmemoramos el Día de la Diversidad Cultural Americana -antes llamado día de la
Raza-, proponemos el “Canto General” de
Pablo Neruda (1904-1973). Este libro monumental, de varios cientos de páginas,
nos acerca extensa e intensamente a la historia de Latinoamérica en estado
poético puro. Se trata de una obra que asoma al mundo por primera vez en 1950; un
germen de lo que pronto se conocería como el
discurso de la descolonización.
El
escritor chileno nos retrotrae al período precolombino, así como también a la
etapa de la conquista y colonización, para luego proyectar esa revisión hacia
el origen y devenir de la nacionalidad de nuestros pueblos. Todavía más, este
trayecto temporal serpentea en torbellinos de imágenes y significados hacia una
singular interpretación contemporánea del continente. El contar, por definición, es sujetar la corriente de los hechos no a un
molde sino a su propio curso (en palabras de Jaime Giordano). La pretensión
nerudiana de capturar este curso natural, no obstante, casi siempre desemboca
en aventura del conocimiento -cuando no en enigma- frente a lo concreto, a la
sustanciosa e indeterminada materialidad: “Yo
deshojé las constelaciones, hiriéndome, / afilando los dedos en el tacto de
estrellas, / hilando hebra por hebra la contextura helada / de un castillo sin
puertas”. Esta tensión entre lo
subjetivo y lo objetivo es nodal en ciertos pasajes, donde la identidad toma
forma desde una primaria, natural, relación de comunión con los elementos de la
naturaleza, primero; y más tarde, en la aproximación al pueblo trabajador.
A la
luz de los versos, la imagen del poeta se va gestando en la identificación con
el otro: el indígena, el mestizo, el pueblo oprimido. Hay entre estos
protagonistas una suerte de continuidad ideológica. El encuentro con el otro representa,
en efecto, un encuentro con la historia. La lucha que desafía al hombre
americano por su libertad parece ser el sentido de ese devenir que cruza independencia
y dominación durante siglos; hasta alcanzar incluso la actualidad del libro,
marcada por el progreso imperialista: “…Tú eres / lo que soy, lo que fui, lo que
debemos / amparar, el fraternal subsuelo de América purísima, los sencillos / hombres
de los caminos y las calles. / Mi hermano Juan vende zapatos/ como tu hermano
John, / mi hermana Juana pela papas / como tu prima Jane / y mi sangre es
minera y marinera / como tu sangre, Peter”.
La vena
intuitiva y la profunda visión de Neruda plasman en palabras el silencio de los
vencidos para cantar la lucha de las
comunidades de Hispanoamérica. Una verdadera empresa literaria
que intenta aferrar en un mismo signo las fuerzas elementales y las disputas
histórico-sociales del mundo americano, a lo largo de todas las épocas: “…déjame / hundir la mano / y deja que en mí
palpite como un ave / mil años prisionera / el viejo corazón del olvidado! /
(…) porque el hombre es más ancho que el mar y que sus islas, / y hay que caer
en él como un pozo, / para salir del fondo / con un ramo de agua secreta y de /
verdades sumergidas”.
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