El informe de las páginas centrales, referente
al “blanqueo” del trabajo doméstico, ya se estaba realizando cuando surgió el
proyecto del gobierno nacional acerca del “blanqueo” de dólares. Este último,
con todas las interpretaciones que arrastra, se apropió del término encomillado
y casi que parece una publicidad engañosa el título de tapa. Lejos de ello está
nuestro interés, tan lejos como lo están esos capitales verdes acumulados en la
oscuridad, de la gran mayoría de los argentinos. ¿O conoce usted a muchos que
puedan ir a comprar los CEDIN, esto es, los Certificados de Depósito para Inversión
que se les entregarán a quienes ofrenden sus dólares sin que nadie les pregunte
dónde, cómo o cuándo los obtuvieron? El ciudadano común, que ahorraba en esa
moneda extranjera pequeñas cantidades, ha dejado de hacerlo cuando se instauró
la prohibición de comprarlos. Y es bueno decir también, que la mayoría lo hacía
no por ser un antipatria o enamorado de los verdes, sino porque escapaban al
peso, el cual guardado en un cajón se deprecia día a día por la inflación que
todos sabemos que existe porque la palpamos al ir a comprar alimentos y pagar
servicios, más allá de los guarismos que establezca cualquier organismo.
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