Gente corriente IV - Mayo 2º


ESTAMOS EN UNA SOCIEDAD ENFERMA

Por Ana Guerberof
ana.guerberof@gmail.com

Desde España
La familia de Miguel viene de Pitarque, un pueblito de la provincia de Teruel, desde donde se trasladaron a Barcelona para buscar alternativas laborales. Miguel trabajó en una empresa alemana de montajes de radiotelevisión y cuando cerraron (para trasladar la producción a Marruecos) él montó un supermercado, luego una frutería y finalmente la zapatería. Hace once años se hizo zapatero porque el trabajo que le ofrecían a esa edad no le permitía vivir y su mujer tampoco estaba trabajando. Es zapatero remendón, como se autodefine, por circunstancias de la vida y, a mi modo de ver, por un espíritu de supervivencia y un tesón considerables. Un hombre trabajador de los de antes, cuando aún no escaseaba y si te esmerabas, te podías ganar la vida. Siempre fue un “manitas”, le gustaba hacer arreglos en casa y por eso, quizás, también estudió electrónica. El año pasado le llevé a Miguel unas botas (argentinas aunque made in China) y no me quiso cobrar porque decía que su arreglo no era fiable, ni tan solo la mano de obra, por mucho que insistí… nada. Todavía están perfectas. Hacía años que no era testigo de tanto afán y honestidad por el trabajo bien hecho. Transcurre nuestra charla entre atender a los clientes, responder a consultas y saludar a los amigos del barrio.
¿Cómo aprendió el oficio?
Compré las máquinas y el señor que las vendía me enseñó durante tres meses y me arriesgué, luego vas perfeccionando. Lo mismo con las llaves, compré la máquina y empecé.
¿Se gana bien la vida como zapatero?
Antes se ganaba muy bien, cuando existía un calzado de verdad. Pero ahora todo es de molde, la suela es mantequilla y no se puede arreglar. Se han cargado el comercio del calzado y al pequeño comercio en general.
Pero ¿le gusta?
No me gusta demasiado, me entretengo, pero son demasiados problemas con los clientes, son muy exigentes, siempre regateando los precios y con la crisis todavía más.
¿Con la crisis no le piden más arreglos en lugar de comprar zapatos nuevos?
No, ¡qué va! Los clientes piden todo más barato. Les gusta lo barato y si se rompe, se compran otro. Van a los chinos y se compran otro par diferente.
¿Qué le piden más?
Milagros. Qué hacer con un zapato un número más grande, por ejemplo. Si le das una solución entonces preguntan que qué les vas a cobrar, no quieren pagar lo que vale. O un zapato heredado demasiado pequeño con el que no puedes hacer nada.
¿Hay diferencias entre los hombres y las mujeres?
Principalmente mis clientes son mujeres. Sólo vienen hombres de oficina. El resto sólo lleva deportivas. Antes todos usaban zapatos, hasta los niños en el colegio, pero ya no.
¿Le recomendaría a alguien que fuera zapatero?
No. Una vez me vino a preguntar un taxista, porque no quería estar en la calle. Pero si eres zapatero estás todo el día encerrado y el sueldo no es bueno. Lo peor es el horario, incluidos los sábados, y a veces no hay faena. Esto está muerto.
¿Le hubiera gustado otra profesión?
Soy un superviviente pero me hubiera gustado trabajar en una empresa más grande, en contacto con otras personas. Esto es un mundo muy solitario. Si tienes un sueldo cada mes, vives con eso, pero si eres autónomo tienes que pagar todo y vivir con lo que queda. Al que es honrado y paga sus impuestos, no le compensa.
(Una señora entra con su marido para agradecerle el arreglo que le hizo para colocar una cuña en uno de los zapatos. Compruebo que mi caso de clienta satisfecha no es el único.)
¿Conoce Chabás?
No.
¿Y Rosario?
Me suena de Argentina, pero no sé por qué.
¿Por Messi?
No, si yo no sigo el fútbol. Me gusta, yo jugaba en juveniles hasta que tuve que hacer “la mili” (servicio militar), pero esto de los equipos es un negocio. Me da la impresión de que como se vaya este chico Messi, se acaba el Barça. No lo sé, pero no lo sigo…
¿Cómo solucionaría la crisis?
Una gran limpieza social, de la economía sumergida, de las mafias. Es el pequeño paraíso de la corrupción. Me preocupa el futuro a nivel social. Veo mucho estrés. Somos una sociedad enferma. No nos enseñaron a ser felices en el colegio. Hasta pienso que estos, el capital, lo que quiere es enfrentarnos, somos sus títeres.
(Entra un vecino para saludar, cerró el local porque no podía pagarlo y ahora hace arreglos a domicilio.)
Ya ves, vamos todos muy ajustados.

1 comentario:

  1. La primera vez que fui a Teruel, concretamente al Maestrazgo, me sorprendió mucho la luz... y me encantó la sencillez de la gente. También me sorprendió que en el pueblo en el que estuve tenían la costumbre de tirar a la acequia a los que ahí iban por primera vez, así que ahí terminé, con ropa, bolso y todo. Luego se tiró el resto de la gente en un acto solidario que agradezco mucho y nos fuimos todos juntos chorreando a echar una cerveza al bar. Le tengo mucha cariño a esa tierra. ¡Qué tierra dura! ¡Enhorabuena Ana por esta serie de entrevistas!

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