Por Alejandra Tenaglia
No te voy a decir que nací para vivir en el campo pero…, me gusta, o será que al pueblo, con todo su chusmerío, lo odio con todo mi corazón. Te digo más, podría contar con los dedos de las manos las veces que volví por allá desde que me instalé acá… De eso se ocupa Horacio, a él le encanta hacer las compras, además siempre estuvo solo y ya estaba acostumbrado. ¿Yo qué hago?... Cocino, hago postres que al Gordo le encantan, copio recetas de la tele o de las revistas… La limpieza me lleva mucho tiempo, ¿viste lo que es esta casa?… Sí, sí, sí, linda pero enorme, y yo soy medio obsesiva con el orden… No. No quiero, prefiero hacerlo yo misma; él tenía antes a una chica que le hacía las cosas, pero le dije que me ocupaba yo; si tengo dos piernas y dos brazos, ¿por qué va a gastar en otra persona? Con la ropa reniego un poco porque él usa muchas camisas, y si encuentra una arruga… ¡No! Qué me va a retar…, pero empieza con el cantito de que mejor las lleva al pueblo para que se las planche la madre… ¿Te imaginás…? Esa vieja mugrienta tendrá mucha plata pero a mí no me va a humillar… Sí, es para tanto, vos porque no la conocés… Las cosas que dijo cuando se enteró de que empecé a salir con Horacio, no me las olvido más… Por el pueblo, por todos lados… ¿Qué dijo? De todo…, que yo era una cualquiera con la que el hijo sólo se divertía; que como yo, tenía a una diferente todos los días; que cómo me dejaban entrar a la Iglesia siendo madre soltera; que era una abandonada, una gorda sucia… Le hice meter todas sus palabritas en el bolsillo de esos saquitos paquetos que usa…, porque es cierto que el hijo salía con otras, pero se quedó conmigo. Abandonada a mí, por favor… Mirá, en una Navidad me lo dijo en la cara, ¿podés creer?... Yo aproveché y le contesté: señora, abandonada tiene usted la de abajo, por eso anda molestando tanto a las demás… ¡Casi se cae de espalda! Abrió la boca como si tuviera que dejar entrar a un tren de carga… Además, el hijo no es ningún Brad Pitt, qué se piensa ella…, que porque tiene plata… Vos sabés muy bien Vicky, yo seré cualquier cosa pero sucia no soy… ¿Horacio?... No sé si le dirá algo a ella… A mí me dice que no le haga caso, nada más. ¿Con él…? Bien…, tiene sus cositas, como lo de las camisas… Y es muy estricto con la hora de la comida… Pero en general…, la verdad es que no nos vemos mucho. Él o está por el campo con los animales y todo eso, o anda por el pueblo… Y hace cosas… Qué se yo: papeleríos, negocios… Se reúne con los amigos, hace asados para los empleados, los chicos de las máquinas; va al casino, el casino le encanta… No, yo no voy, a mí no me gusta, me aburre… Ja… Sos mala ¿eh?… El casino…, el casino me aburre… Con él la paso bien, no te voy a decir que me mato de risa, pero… No me molesta para nada, trata bien a Andrés, no nos hace faltar ni un alfiler, y ya te dije…, lo veo poco. Tengo mucho tiempo para mí… ¿Algo como qué…? No, estudiar ya no… Lo que haría es algún cursito de cocina…, que me gusta. O de dibujo, ¿te acordás qué bien me salía dibujar en la escuela?... Ustedes se quedaban quietitos y yo los dibujaba… Sí, tendría que averiguar… Nunca le dije a Horacio…, a lo mejor me daría la plata. ¿Pero sabés qué, Vicky? Soy yo la que no quiero… No tengo ganas de mezclarme con la gente, prefiero quedarme acá, con la tele, el nene, el aire libre, los animales… A mí me cambió la vida… Claro que para bien… ¿Enamorada? Sí, qué se yo…, lo quiero… Lo conocí en la farmacia donde yo trabajaba… Él siempre que iba me decía algo… Me quería levantar, me di cuenta… Y la verdad que estaba cansada de tanto tarado; lo vi grande, resuelto… Salimos unos meses pero como él vivía acá y yo trabajaba todos los días, tantas horas, se hacía difícil vernos seguido… Un día me preguntó si me gustaría mudarme con él… Yo…, imaginate, a mí nunca me faltó nada en casa de mis viejos, pero…, no se podía comparar… Igualmente ¿sabés qué le dije? No. Le dije que no. Lo que pasa es que yo pensaba que iba a tener que ir y volver todos los días al trabajo desde el campo… Él me preguntó por qué no quería, y cuando le dije, se largó a reír… Me dijo que la mujer de él no necesitaba trabajar… Se me cayeron las lágrimas… Te juro… De pronto me sentí tan protegida… No lo dudé, junté mis cosas, las de Andrés y nos vinimos. A la madre de él casi le da un ataque…, la mía se puso contenta… Y después…, bueno, nos fuimos llevando bien… Qué se yo, estoy tranquila Vicky, que es lo que siempre busqué, tran qui la, y eso hoy por hoy no lo cambio por nada.
Sí, ese es un tema que me tiene mal… Yo lo entiendo, él ya tiene casi cincuenta, y aunque lo quiere mucho a Andrés le gustaría tener su propio hijo… Pero yo no quiero saber nada… Y… Y eso es lo que me hace sentir mal… Es que me siento una ingrata…, como en falta… Por qué, por qué… Seamos sinceras Vicky, yo sin él no sería nada… ¿¡Cómo me preguntás eso!? ¿Con él qué soy…? ¡Una mujer casada!…
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